La prensa de las naciones musulmanas, especialmente la de Oriente Medio, considera que la guerra con Irán es inminente. Los diarios –con frecuencia, órganos oficiales de los gobiernos- la dan por descontada, por segura, la única duda es cuándo.
Enrique de Diego
El anuncio de Ahmadineyad de que Irán está ya produciendo uranio enriquecido al 20% se ha considerado una auténtica provocación. Como si Irán deseara la guerra, para liderar al mundo musulmán y unir a su dividida sociedad. Irán ha establecido un pacto con Siria que obligaría a esta nación a hacer causa común y entrar en guerra conjuntamente.
Se considera que la guerra tendrá lugar antes de seis meses que es el lapsus de tiempo que los especialistas establecen para que Irán se dote de la bomba nuclear y ese hecho marque una situación geopolítica totalmente nueva y altamente peligrosa.
Se entiende que Israel no puede permitírselo. Ahmadineyad ha sido muy claro y reiterativo en su voluntad aniquiladora de Israel, en su pulsión genocida. El sentido del Estado de Israel es dotar de un espacio seguro a los judíos de todo el mundo; una capacidad de defensa frente a cualquier intento de nuevo Holocausto. La mera posición de armas nucleares por Irán, que ha desarrollado misiles de alcance medio capaces de transportar cabezas nucleares, rompería ese principio clave y fundacional de espacio de seguridad.
La de Irán no sería una bomba musulmana, sino concretamente chií. Para comprender la diferencia entre chiíes y suníes y valorar su ancestral y muy cruento enfrentamiento, su condición de grupos irreconciliables, remito a mi libro ‘Islam, visión crítica’ (Editorial Rambla).
Baste decir que esa bomba representa una amenaza pareja para Arabia Saudí que para Israel. Los Saudi están tan interesados como Netanyahu en que se impida a Irán convertirse en una potencia nuclear. En las últimas décadas, Estados Unidos ha ido mucho más de la mano de Arabia Saudí que de Israel. Recientemente, Hillary Clinton ha girado visita a Riad y Qatar. Ha solicitado de las petromonarquías gas y petróleo a bajo precio para China, a cambio de que Pekín se distancie de Teherán. En enero tuvo lugar en Beirut una reunión de aliados de Irán, con Siria, Libano, Hezbolá y Hamás. Los discursos fueron intensamente belicosos. Los especialistas consideran que Israel atacará, por instinto de supervivencia, con o sin Estados Unidos. Los diarios de las naciones musulmanas consideran que se tratará de un persistente ataque aéreo estadounidense con bombas inteligentes y trepanadoras contra las plantas del plan nuclear iraní. Dada la proliferación de éstas y las medidas de seguridad adoptadas este bombardeo de alta precisión habría de durar un número de entre una y dos semanas de alta intensidad. Estados Unidos considera que el régimen de los ayatolás ha derivado hacia un régimen militar, en el que el poder lo ostenta la Guardia Revolucionaria, los pasdaran, fundada por Jomeini al principio de la república islámica. Incluye a la milicia religiosa, que reprime en las calles a los opositores, y fuerzas propias de tierra, mar y aire. Ahmadineyad fue oficial de la Guardia Revolucionaria. Los tambores de guerra vuelven a sonar en Oriente y sus ecos llegan a un mundo convulso.
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