Unos 500 extremistas, de los grupos llamados Memoria y Justicia, Fogoneros (portavoces de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia en Uruguay) y otros rememoraron en una zona cercana al centro de Montevideo la sangrienta asonada acaecida el 24 de agosto de 1994 para evitar que fueran extraditados, previa resolución judicial, tres terroristas vascos pertenecientes a ETA ,acusados de atentados y asesinatos, así como una de sus parejas y portavoz local, que sería posteriormente condenada por hechos similares.
Los hechos sucedieron en un contexto en el cual varios etarras, entre ellos los requeridos, tomando a Uruguay como santuario y base comercial, habían donado a medios periodísticos de célebres ex terroristas ultra izquierdistas ya legalizados Tupamaros, así como a los aún mucho más extremistas e intransigentes 26 de Marzo -con raros lazos locales y una radio extrañamente recién concedida por el Gobierno conservador de esa época- abultadas cantidades de dinero, más allá de mutuos apoyos habituales internacionales, al tiempo en que se invocaba a la numerosa colectividad vasca en Uruguay
Cuando, tras sucesivas apelaciones, los terroristas declararon una huelga de hambre para dilatar su traslado y ser trasladados a un hospital, desde el cual resistirse a cumplir la norma, los medios de comunicación extremistas incitaron a la población, con falsos informes de Amnistía Internacional sobre España, entre otros temas, a rodear el hospital Filtro (vecino a la Casa de Gobierno) tratando de impedir la extradicción de los delincuentes, al tiempo que en vehículos de los manifestantes se guardaban armas cortas y cócteles Molotov.
Tras la llegada de un Boeing 707 del Ejército del Aire español para transportar a los detenidos, confirmándose todas las gestiones oficiales de inmediato, se radicalizaron las protestas y, una interferencia en las frecuencias radiales oficiales de esa capital hablaba de muerte a policías, después de lo cual se producían enfrentamientos que dejaron un muerto y varios heridos por un error de Estado Mayor policial, que cerró todo el perímetro sin dejar vías de escape, como sería usual, cuando, incitados por veteranos extremistas, habían acudido al entorno de la clínica decenas de estudiantes menores de edad entre los manifestantes.
Dos de los reos fueron juzgados y condenados inmediatamente a su llegada a España, otro retornó a Uruguay, de donde fue expulsado por acciones políticas, siendo finalmente condenado en España por asesinato. En Uruguay, una de las radios provocadoras, la tupamara, fue clausurada rápidamente por las autoridades de la época e, insólitamente, la más radical y violenta de ambas, del grupo 26 de Marzo, que incitó a la asonada en todos sus extremos , apenas fue amonestada. Esto, según denuncias varias, a cambio de favores internos y externos para el Gobierno centro derechista de la época.
Años después, el ex líder tupamaro Jorge Zabalza confesaría en un libro que el episodio sobre los etarras fue un ejercicio de fogueo revolucionario para los jóvenes. Según los manifestantes de este año, famosos por diversas acciones de violencia, como pedradas contra escaparates, destrucción de vehículos, homenajes a las FARC, el Gobierno de entonces debe sentarse en el banquillo de los acusados por reprimir la revuelta, mientras ondeaban banderas vascas y de ETA y algunos de sus simpatizantes insistían en foros de Internet sobre la inocencia de los etarras
Cuando, tras sucesivas apelaciones, los terroristas declararon una huelga de hambre para dilatar su traslado y ser trasladados a un hospital, desde el cual resistirse a cumplir la norma, los medios de comunicación extremistas incitaron a la población, con falsos informes de Amnistía Internacional sobre España, entre otros temas, a rodear el hospital Filtro (vecino a la Casa de Gobierno) tratando de impedir la extradicción de los delincuentes, al tiempo que en vehículos de los manifestantes se guardaban armas cortas y cócteles Molotov.
Tras la llegada de un Boeing 707 del Ejército del Aire español para transportar a los detenidos, confirmándose todas las gestiones oficiales de inmediato, se radicalizaron las protestas y, una interferencia en las frecuencias radiales oficiales de esa capital hablaba de muerte a policías, después de lo cual se producían enfrentamientos que dejaron un muerto y varios heridos por un error de Estado Mayor policial, que cerró todo el perímetro sin dejar vías de escape, como sería usual, cuando, incitados por veteranos extremistas, habían acudido al entorno de la clínica decenas de estudiantes menores de edad entre los manifestantes.
Dos de los reos fueron juzgados y condenados inmediatamente a su llegada a España, otro retornó a Uruguay, de donde fue expulsado por acciones políticas, siendo finalmente condenado en España por asesinato. En Uruguay, una de las radios provocadoras, la tupamara, fue clausurada rápidamente por las autoridades de la época e, insólitamente, la más radical y violenta de ambas, del grupo 26 de Marzo, que incitó a la asonada en todos sus extremos , apenas fue amonestada. Esto, según denuncias varias, a cambio de favores internos y externos para el Gobierno centro derechista de la época.
Años después, el ex líder tupamaro Jorge Zabalza confesaría en un libro que el episodio sobre los etarras fue un ejercicio de fogueo revolucionario para los jóvenes. Según los manifestantes de este año, famosos por diversas acciones de violencia, como pedradas contra escaparates, destrucción de vehículos, homenajes a las FARC, el Gobierno de entonces debe sentarse en el banquillo de los acusados por reprimir la revuelta, mientras ondeaban banderas vascas y de ETA y algunos de sus simpatizantes insistían en foros de Internet sobre la inocencia de los etarras