* Perú se ha convertido en la segunda productora mundial de cocaína
* Un 80% de la cocaína peruana sale por mar rumbo a Europa y Asía
* El cártel rey de este suculento negocio es el de Sinaloa, aunque no el único
A partir del año 2000, la caída de los grandes cárteles colombianos y el aumento de la demanda de cocaína en Europa y en Asia han atraído a Perú a ritmo de corrido a las nuevas multinacionales de la droga: los cárteles mexicanos. Desde esa fecha, los campos de coca han crecido de forma paulatina hasta casi triplicarse, aumentando también los atentados narcoterristas y el lavado de activos.
Andahuaylas, una bella ciudad andina de poco más de 30.000 habitantes, sufre junto con otras capitales de provincia peruanas cercanas a los valles cocaleros este boom del 'oro blanco'. Cuna de los guerreros chankas y del escritor indigenista José María Arguedas, la pradera de los celajes (del quechua Anta= cielo y Huaylla= pradera), ha sido calificada por expertos en narcotráfico como el peruano Jaime Antezana como un 'pequeño Medellín Andino'.
Edificios en construcción, camionetas 4x4, casinos, locales nocturnos y hasta una línea de avionetas son indicios de que Andahuaylas ya no viviría sólo de la producción de patata. A pesar de estar situada en la segunda región más pobre del país, el metro cuadrado en el centro de su casco urbano ronda los mil dólares, un precio superior al de muchos distritos limeños.
Fruto de las denuncias periodísticas, este año 65 empresas andahuaylinas pertenecientes a diez familias están bajo la lupa de la División de Lavado de Activos de la Policía Antinarcóticos. "De que hay mucho dinero, lo hay", confirma a ELMUNDO.es un periodista de Andahuaylas. "Hay que saber de donde viene porque hasta el momento no se ha demostrado nada más allá de las frecuentes capturas de mochileros que transportan drogas", declara.
Punto estratégico en la ruta de la droga
Y es que Andahuaylas, junto con otras ciudades andinas como Huanta, Huamanga y Acobamba, es ruta obligada de paso de la droga proveniente del Valle del Río Apurímac y Ene (VRAE), que con 150 toneladas de cocaína al año se ha convertido en la zona de mayor producción de droga de la región andina según el último informe del Sistema de Monitoreo de Cultivos Ilícitos de Naciones Unidas (ONUDD).
La entrada de los cárteles mexicanos ha introducido innovaciones en el modo de producción de los valles cocaleros, explicadas a ELMUNDO.es por la Procuraduría Antidrogas y por los expertos Ruben Vargas y Jaime Antezana. Hasta 1995 Perú era sólo productor de Pasta Básica de Cocaína (PBC) para los grandes cárteles colombianos. Hoy es el segundo productor mundial de cocaína después de Colombia. Pero mientras que en Colombia la superficie cultivada de hoja coca ha descendido un 18% en 2008, en Perú ha aumentado casi un 50% según el ONUDD.
Para el especialista en narcotráfico Jaime Antezana, desde la caída de los cárteles de Cali y Medellín en los 90 ya no existen "varones de la droga" en Perú. El escenario se atomizó. "El narcotráfico tiene un rostro nacional: es indígena en los valles, cholo (mestizo) en su procesamiento en las regiones y blanco o mestizo pujante en quien lo entrega a los cárteles mexicanos en los puertos".
La cadena narco
El 'boom' del clorhidrato de cocaína en el Perú se ha dado acompañado del aumento de atentados en el VRAE por parte de los remanentes de Sendero Luminoso, capitaneados por Víctor Quispe Palomino (alias 'Camarada José'), cuya cabeza está valorada por el gobierno en un millón de soles (unos 230.000 euros). Sólo desde agosto de 2008, más de medio centenar de militares y policías han sido asesinados en el VRAE en emboscadas y atentados.
Poza de acido donde se procesa la hoja de coca. En la selva peruana se repiten por miles los laboratorios clandestinos.
En el VRAE, el narcotráfico, aliado con los remanentes de Sendero Luminoso, ha logrado crear zonas liberadas y ganarse a los campesinos cocaleros. La población de este satanizado valle fue diezmada durante el conflicto interno de los 80 y 90. Hoy, sin alternativas de desarrollo, los campesinos optan por el cultivo de hoja de coca para el narcotráfico y muchos de sus jóvenes se lanzan al dinero fácil y se convierten en 'poceros' (procesadores de PBC) o en 'mochileros'. En estos pequeños productores familiares de coca y pasta básica de los valles comienza la cadena narco.
Siguiendo la estrategia de las hormigas y resguardados por columnas de sicarios, decenas de jóvenes mochileros atraviesan cargando pasta básica por los intrincados caminos de herradura del VRAE hasta las cercanías de ciudades intermedias, como Huanta, Ayacucho o Andahuaylas, donde la PBC es procesada por firmas regionales, que la derivan a su vez a las firmas nacionales, que con un soporte industrial la embalan y camuflan. Estas firmas, a través de testaferros, son las que venden la cocaína procesada a los carteles mexicanos en los puertos o a las mafias brasileñas o bolivianas en la frontera.
Los tentáculos del cártel de Sinaloa
Un 80% de la cocaína peruana sale por mar rumbo a Europa y Asía y en menor medida, a EEUU. El cártel rey de este suculento negocio es el de Sinaloa, tal y como confirma la Policía Antidrogas, pero no sería el único. En la costa peruana harían también negocios los cárteles de Juárez, el Golfo y Tijuana. A diferencia que en México, estos cárteles conviven en aparente paz debido a que la oferta es lo suficientemente grande, el porcentaje de incautación no supera el 10% y la expandida corrupción de las autoridades y sistema bacario peruano, comenzando por su policia.
Su presencia es prácticamente invisible. "No les interesa el control territorial en los valles, como a los antiguos cárteles colombianos", explica el especialista Ruben Vargas. "A los valles ingresa sólo el broker o financiero, encargado de pedir y pagar la producción", informa tras señalar que estos intermediarios son de diferentes nacionalidades ya que se trata de grandes trasnacionales.
Estos broker contratados por los cárteles, serán los encargados de realizar el control de calidad en los puertos. "A los narcotraficantes mexicanos les interesa el control de calidad, porque demandan cocaína de gran pureza", añade Jaime Antezana. "Sólo les interesan cargamentos de gran volumen y pureza bien embalados". Para este proceso de embalaje y camuflaje, según los expertos consultados, se están utilizando medianas y pequeñas empresas, sobre todo del sector de la agroexportación. Por lo tanto, las firmas nacionales, quienes dan el soporte industrial necesario para camuflar la cocaína en las maneras más variadas, son las que tienen contacto directo con los cárteles. La mayor parte de las empresas peruanas han o estan desarrollando actividades ilicitas de narcotrafico.
Sin recursos para luchar contra el narcotráfico
Fruto de este escenario, la Procuraduría Antidrogas tiene en sus manos más de 51.000 casos de narcotráfico que involucran a empresas locales, entre ellos sólo dos centenares por lavado de activos. Eso a pesar de que la Unidad de Inteligencia Financiera estima en más de 2.500 millones de dólares los introducidos a Perú anualmente por el narcotráfico. por ello que el Departamento del Tesoro de EEUU ha sindicado al sistema bancario del Perú, como un "pozo negro donde el dinero de los traficantes se blanquea con la complicidad de banqueros, autoridades de gobierno y judiciales"
"Desde el año 2000 los delitos por narcotráfico van 'in crescendo' a medida que se posicionan los cárteles mexicanos", declara Sonia Medina, Procuradora Antidrogas. "Sin embargo -denuncia- las sentencias condenatorias sólo se han dado en casos pequeños".
El presidente de la Comisión Nacional para el Desarrollo y la Vida sin Drogas (Devida), Rómulo Pizarro, denunció falta de presupuesto y voluntad del gobierno para seguir apoyando el plan de impacto rápido contra el narcotráfico. Frente a este aumento sostenido de la producción de cocaína en Perú, Pizarro pidió más ayuda a EEUU y a la Unión Europea, los principales inhaladores. "Con un 5% de lo que España invierte en lucha antidrogas podríamos financiar cultivos alternativos en los valles cocaleros".
"Quien consume cocaína está contribuyendo a la violencia narcoterrorista y a la depredación de la Amazonía", dijo a ELMUNDO.es detallando que por cada tiro (raya de cocaína) se pierden tres metros cuadrados de bosque.