PARADA MILITAR BICENTENARIO EJERCITO DE CHILE 2010

PARADA MILITAR BICENTENARIO EJERCITO DE CHILE 2010
BICENTENNIAL MILITARY ARMY OF CHILE 2010

REPORTAJES ESPECIALES E INFORMACIÓN ADICIONAL

jueves, 24 de diciembre de 2009

CANCILLERÍA CHILENA RESPONDE A PERÚ POR SUPUESTO CASO DE ESPIONAJE


El martes 22, el embajador de Perú en Chile, Carlos Pareja, recibió desde la Cancillería chilena la respuesta al reclamo presentado por el Presidente Alan García sobre un supuesto caso de espionaje. La nota recibida a las 18 horas señala que el episodio es un tema judicializado en la justicia peruana, que ha procesado  a miembros de Inteligencia de la Fuerza Aerea del Perú y, por lo tanto, Chile prestará su colaboración al proceso que se sigue en el Poder Judicial peruano, según informó esta mañana el diario El Comercio de Perú.
La respuesta del gobierno se produce luego que el 18 de noviembre Perú enviara a la Cancillería una nota de protesta a las acciones de un supuesto espionaje que involucran al suboficial de Inteligencia de la Fuerza Aérea peruana Víctor Ariza Mendoza.
Según la información entregada por el periódico limeño, en la nota, el gobierno se compromete a colaborar con la justicia peruana a través del Ministerio Público, en el marco de la Convención Interamericana sobre Asistencia Mutua en Materia Penal.

CHILE: MODERNIZACION DEL MINISTERIO DE DEFENSA ES APROBADO

Una de las medidas más importantes es la creación del Jefe del Estado Mayor Conjunto, quien en caso de guerra será el encargado de asesorar al ministro de la cartera en la conducción de las FF.AA


Tras superar varios obstáculos, finalmente en la tarde de ayer, la Cámara de Diputados aprobó las modificaciones hechas por los senadores al proyecto de ley de modernización del Ministerio de Defensa.

Con 84 votos a favor, 7 en contra y 1 abstención, la medida terminó su paso por el Parlamento, por lo que fue enviada a la Presidenta Michelle Bachelet para su promulgación.
En concreto, las iniciativas que incluye el proyecto implican un cambio sustancial en la estructura de la cartera, que seguirá encabezada por el ministro de Defensa, a lo que se suma la Subsecretaría de Defensa y una Subsecretaría para las Fuerzas Armadas, además de la creación del Estado Mayor Conjunto de la Defensa Nacional.
Ante la aprobación del proyecto, el titular de la cartera, Francisco Vidal, recalcó que "hoy día el Ministerio de Defensa se ha colocado en el nivel que corresponde", según indicó radio Bío Bío.
A continuación añadió que "la creación del Jefe del Estado Mayor Conjunto nos deja, como organización de la Defensa Nacional, en los mejores niveles posibles". La nueva autoridad tendrá funciones de asesorías a los comandantes en jefe en la conducción estratégica de las fuerzas militares en caso de guerra o crisis internacional.
En cuanto a su nominación, el jefe del Estado Mayor Conjunto será designado por el Presidente de la República y su nombre saldrá de los oficiales generales que tengan el grado de general de división, vicealmirante o general de aviación.
Y en lo que respecta a la jerarquía, dependerá directamente del ministro de Defensa y será su asesor en el manejo de las Fuerzas Armadas.




La compleja aprobación de la nueva autoridad
Desde su origen, el nombramiento del jefe del Estado Mayor Conjunto generó importantes discrepancias entre el Ejecutivo y el Parlamento, sobre todo en cuanto a la fórmula con la que se designaría.
De hecho, en septiembre, un día antes de la votación en el Senado, el ministro Vidal retiró la reforma constitucional que creaba el nuevo cargo.
Así se volvió a lo acordado previamente en la Cámara de Diputados en cuanto a que el jefe del Estado Mayor Conjunto fuera un oficial de tres estrellas o su equivalente. De este modo, la nueva figura tiene un grado menor al de un comandante en jefe al momento de ser elegido, y luego de asumir ocupará el cuarto lugar en el orden de precedencia, por detrás de los tres jefes castrenses.
El proyecto original establecía que el Presidente debía designar en caso de guerra a uno de los comandantes en jefe como conductor estratégico de las fuerzas, lo que fue descartado por los diputados, quienes propusieron que fuera un asesor directo del ministro en ejercicio, como finalmente se implementó.

CHILE: CONCERTACIÓN : ¿GOBIERNO PARA TODOS LOS CHILENOS?

* Angel Soto es Director del Instituto Democracia y Mercado en Santiago, Chile

La desesperación post electoral y el aferrarse al poder por la Concertación es más que evidente. Al instructivo oficialista para polarizar la campaña, la virulencia del mensaje con que debutó la ex vocera de gobierno -y ahora jefa de Campaña freista- Carolina Tohá, se siguen sumando los desembarcados de Palacio: Juan Carvajal, Francisco Aleuy y quizás vengan más. Mientras la presidenta Bachelet recibió en el mismo Palacio a los tres diputados comunistas electos. ¿Acaso no es la presidenta de todos los chilenos? ¿Los recibirá a todos incluida la bancada de la UDI la más grande del Parlamento? Ya se ha escrito demasiado sobre el intervencionismo electoral del gobierno y no es necesario insistir. Sólo debe quedar claro al lector que la campaña del terror iniciada por el oficialismo que trata de imponer la disyuntiva “seguir por el camino exitoso o desviarnos hacia un rumbo incierto”, solo demuestran la suciedad de una campaña que levanta un discurso “todos contra la derecha para frenar a Piñera”. ¿Por qué quiere ser electo Frei? ¿Para derrotar a Piñera? Un objetivo poco noble, desde cualquier punto de vista ya que se debe querer gobernar para todo un país, no sólo para las fuerzas “progresistas” que lo apoyan. Chile ya tuvo demasiado de ese discurso excluyente: Las frases del tipo les negaremos la sal y el agua, no soy presidente de todos los chilenos o dividir el mundo entre humanos y humanoides, como se hizo en la historia reciente chilena, sólo nos llevaron a un desenlace fatal ya conocido y lamentado.
Se dice que el 57 por ciento votó en contra de la Alianza (suma de Frei, ME-O y Arrate), esa es una forma de leer las cifras, ya que podríamos decir que un 64 por ciento votó por un cambio (suma de Piñera y ME-O). Más que sumas de votos, declaraciones patéticas de presidentes de partido o acuerdos cupulares partidistas que intentarán seguir enquistados al poder e ir en contra de la voluntad ciudadana, lo que se necesita es escuchar al electorado.
Un electorado  que no sólo, como bien señaló Carlos Malamud en INFOLATAM, se siente frustrado por las expectativas cifradas, ya que los más pobres ven como se mantiene la desigualdad; la pésima calidad de la educación y la falta de renovación de la cúpula dirigente, sino también fuertemente salpicado por la corrupción, que en casi 20 años (1990-2009) ha acumulado un monto similar a lo que el Estado gasta anualmente en las subvenciones escolares de 2,2 millones de niños. Efectivamente, Tomás Duval –investigador del Instituto Libertad- lo ha demostrado recientemente en su libro Maldita Corrupción. La peor bofetada a los más pobres, donde señala que “se han despilfarrado recursos que podrían haber financiado más de 100 mil subsidios habitacionales, o el equivalente a la inversión total de la infraestructura hospitalaria presupuestada para un año, una obra como la del puente del canal de Chacao”.
En una próxima columna profundizaremos sobre este punto, por ahora sólo queda pedirle al gobierno –que obviamente no escuchará- “no se olvide que debe gobernar para todos hasta el 11 de marzo del 2010”.

CHILE Y EL CONTINENTE INMADURO


El dato más destacado de las pasadas elecciones no es la contundente victoria de Sebastián Piñera en la primera vuelta, como predecían todas las encuestas, sino la clarísima derrota de Marco Enríquez-Ominami (MEO), un candidato de la izquierda bananera, vecina del chavismo bolivariano, rociada en este caso por un glamoroso aroma parisino.
Carlos Alberto Montaner 
Chile va bien. Los chilenos parecen estar a salvo de la idiotez ideológica, tan tercamente instalada en la vida política latinoamericana. El dato más destacado de las pasadas elecciones no es la contundente victoria de Sebastián Piñera en la primera vuelta, como predecían todas las encuestas, sino la clarísima derrota de Marco Enríquez-Ominami (MEO), un candidato de la izquierda bananera, vecina del chavismo bolivariano, rociada en este caso por un glamoroso aroma parisino.
El joven diputado, criado en Francia, apenas alcanzó el 20% de los sufragios. Su jefe de campaña y principal soporte financiero fue Max Marambio, un hombre con un pasado sombrío y violento, vinculado durante décadas al gobierno cubano, fuente primigenia de su notable riqueza personal. Si MEO se hubiera alzado con la presidencia, Chile habría entrado en un nuevo periodo de convulsiones y enfrentamientos, sin otro destino que un aumento de la pobreza, más atraso relativo y una notable destrucción de capital.
A los pocos días de esta primera ronda electoral --la segunda, entre Piñera y Eduardo Frei será en enero--, hubo otra noticia relevante: Chile fue admitido a la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico). Es el trigésimo primer país que integra ese selecto grupo de naciones, en general las mejor gobernadas del planeta. La razón esgrimida para aceptarla en el club es la calidad de sus "políticas públicas''. Y es cierto, en Chile el sector público es razonablemente honrado, transparente y eficaz. No es perfecto y hay grandes deficiencias, como sabemos todos los que leemos habitualmente los informes de "Libertad y Desarrollo`, el gran think-tank nacional, pero la calidad del estado chileno es la más alta de América Latina.
Eso es lo que explica la fidelidad de la inmensa mayoría de la población al modelo de estado en el que vive. Los chilenos no quieren demolerlo, como propone la irresponsable izquierda carnívora, sino perfeccionarlo, porque les ha dado resultado. El 75% de los electores, esos que votaron por Piñera o por Frei, desean vivir en un país en el que impere la ley, abierto al mundo, en el que se respeten los derechos individuales, mientras el aparato productivo, regido por la competencia, permanece en manos privadas, porque tienen malos recuerdos de las viejas etapas estatistas.
Los chilenos no quieren un gobierno de caudillos, sino de instituciones guiadas por la meritocracia, y rechazan las aventuras radicales y los enfrentamientos clasistas, dado que la porosidad social y las oportunidades económicas permiten escalar posiciones mediante el trabajo honrado, dentro de los códigos del sistema. En suma, los chilenos no están enfermos de ``tercermundismo'', esa crónica enfermedad de la mente y el corazón que aniquila las neuronas e impide interpretar la realidad con un mínimo de sentido común. Lejos de odiar al primer mundo, desean formar parte de él.
Naturalmente, hay diferencias entre Piñera y Frei, como las hay entre Obama y McCain, entre Thatcher y Blair, entre Aznar y Felipe González, pero son diferencias de matices. Esencialmente, discuten y discrepan sobre la intensidad de la presión fiscal y la asignación del gasto público, o sobre la tasa de interés, o sobre el volumen de la masa monetaria --temas extremadamente importantes, por cierto--, pero no cuestionan el corazón institucional del sistema, basado en la separación y equilibrio de poderes, ni los fundamentos filosóficos de la democracia liberal, ni el principio básico de que todos los ciudadanos deben colocarse bajo la autoridad de la ley, comenzando por los gobernantes, porque están de acuerdo en que ese modelo, acompañado por la libertad para producir y consumir, ha sido el que ha potenciado el formidable desarrollo de esas treinta y una sociedades incardinadas en la OCDE, a donde justamente hoy pertenece Chile.
Bien por Chile. Los pueblos no están a salvo de las catástrofes políticas hasta que un porcentaje abrumador de los adultos respaldan el modelo económico y jurídico por el que rigen su convivencia, persuadidos de que el estado es capaz de acomodar sus valores e intereses de una manera justa, al tiempo de que los políticos y funcionarios hacen bien sus tareas de gerentes.
¿Hay alguna otra sociedad latinoamericana, además de la chilena, que haya alcanzado ese mismo grado de consenso y cohesión? Probablemente, Costa Rica y Panamá. Acaso, Perú, Colombia y Brasil, con grandes dificultades, se decantan en esa dirección, pero no abundan las democracias maduras en nuestros parajes. Siguen siendo la excepción en medio de un continente tumultuoso e inmaduro.

BRASIL: EL EXTRAÑO CASO DEL DR. LULA Y MISTER CHÁVEZ

*Alberto Montaner, Firmass Press 
Dentro y fuera de Brasil existe una creciente desconfianza sobre las verdaderas intenciones políticas de Lula da Silva. La reciente invitación al país al presidente Mahmud Ahmadineyad es un pésimo síntoma. El ministro de Defensa iraní, Ahmad Vahidi, está reclamado por Argentina. Organizó el atentado terrorista contra la AMIA judía en Buenos Aires en 1994. Mató a 85 personas e hirió a más de 300. Ahmadineyad, además, jamás ha rectificado su amenaza de borrar del mapa a Israel.


¿Por qué ese empeño brasilero en servir a los iraníes en medio de los esfuerzos de Teherán (junto a Venezuela) por coordinar la estrategia diplomática de países hostiles a Occidente, y de construir armas atómicas? “Esa es otra prueba de la duplicidad moral de Lula”, me dijo un diplomático venezolano que no quiso ser identificado. A lo que agregó una observación irrefutable: “En 1990, Lula da Silva y Fidel Castro crearon el Foro de Sao Paulo para revitalizar la corriente comunista latinoamericana, entonces totalmente desmoralizada tras el derribo del muro de Berlín. En esa familia política están desde los narcoterroristas de las FARC y el ELN hasta el Movimiento V República de Hugo Chávez. Las reagruparon para continuar el combate. La única constante ideológica de Lula es su rechazo a Occidente”.
Sin embargo, dentro de las fronteras brasileras, Lula da Silva goza de una notable popularidad porque no se ha apartado del prudente comportamiento económico trazado por Fernando Henrique Cardoso, el anterior mandatario. En Brasil, actúa como un demócrata empeñado en impulsar un modelo de desarrollo fundado en el mercado y el control privado de los medios de producción, mientras respalda la inserción creciente de su país en los mecanismos internacionales del capitalismo global.
¿Quién es, realmente, Lula da Silva? ¿El revolucionario tercermundista empeñado en destruir al primer mundo y sustituirlo por un planeta socialista regido por caudillos pendencieros de la cuerda colectivista, como sueñan Hugo Chávez y otros delirantes caotizadores de esa familia política, o es un socialdemócrata moderado, dedicado al desarrollo de una economía de mercado, semejante a la que impera en las 30 naciones más ricas y felices de la Tierra?
Me temo que es las dos cosas simultáneamente, como soñó (literalmente, lo soñó) Robert Louis Stevenson en 1886, cuando escribió El extraño caso del Dr. Jekyll y Mr. Hide, para explicar la dualidad moral de un científico bondadoso que se transformaba en un ser agresivo y detestable tras tomar un brebaje que lo volvía otra persona. Para Stevenson, la novela era una metáfora que revelaba la lucha entre el bien y el mal que existía en la naturaleza de todas los seres humanos.
Estamos ante el Dr. Lula y Míster Chávez. Cuando el presidente brasilero razona con la cabeza, es el Dr. Lula, un hombre afable y con sentido común que conoce sus límites y los de su país, se comporta con arreglo a la ley y respeta las libertades individuales. Cuando lo que manda es el corazón, órgano que está a la izquierda (como suele decir Marco Aurelio García, el principal asesor de Lula, procedente del Partido Comunista), comparece Míster Chávez, el “compañero revolucionario”, un tipo convencido de que la pobreza del tercer mundo se debe a la rapiña de Estados Unidos y las naciones imperialistas, a la codicia de los capitalistas nacionales y extranjeros, a los injustos términos de intercambio, y al resto de los diagnósticos victimistas de esta plañidera secta ideológica.
Cuando Lula manda con el corazón y se vuelve Míster Chávez, incita a su Partido de los Trabajadores, acaso bajo la influencia de sus consejeros M.A. García y José Dirceu –un ex guerrillero adiestrado en Cuba y ex miembro de los servicios secretos cubanos–, a que colabore con las narcoguerrillas colombianas, como revelaron las computadoras de Raúl Reyes, el comandante de las FARC muerto en el 2008 por los militares colombianos. Cuando es Míster Chávez, le entrega a su amigo Fidel Castro a tres pobres boxeadores que habían pedido asilo en Brasil, o se colude irresponsablemente con Mel Zelaya para refugiar al presidente depuesto en un recinto diplomático brasilero en Tegucigalpa, negando (infantilmente) que había dado su autorización.
En la novela de Stevenson, Dr. Jekill se suicida incapaz de sufrir por más tiempo el dolor de ser, también, Míster Hyde. ¿Cómo terminará Lula da Silva? Supongo que como un respetado estadista, aunque secretamente golpeado por la angustia de no saber cuál de los dos personajes es él realmente.

CUBA Y HONDURAS: DIFERENCIAS Y COINCIDENCIAS

Con cincuenta años de diferencia temporal, y dejando de lado factores coyunturales, las revoluciones de Cuba (1959) y Honduras (2009) guardan algunas coincidencias y numerosas diferencias a saber.
* Agustin Laje Arrigoni es conferencista e investigador. En marzo del año próximo sale a la venta su primer libro.
 
En la actual isla castrista, el entonces candidato a presidente constitucional Fulgencio Batista, a tan sólo tres meses de las elecciones, temeroso porque las encuestas no le aseguraban la victoria, no vaciló en dar un golpe de Estado. Fidel Castro y su guerrilla, con el expreso e indispensable apoyo de los Estados Unidos, terminaría derrocando a Batista el 1º de enero de 1959.

En Honduras, el presidente José Manuel Zelaya, también a pocos meses de los comicios, con el patrocinio del bloque socialista que lidera el dictador de Venezuela Hugo Chávez, pretendió ejecutar un golpe de Estado vulnerando la Constitución Nacional de ese país a los efectos de perpetuarse en el poder.  La Corte Suprema de Justicia en cumplimiento de la letra constitucional y con el apoyo no de los Estados Unidos sino del Congreso (es decir, de los representantes del pueblo), evitó el golpe de Zelaya. Es así que las FFAA, a órdenes de un fiscal, detuvieron al ex presidente cuya función caducó “ipso facto” al haber vulnerado la Constitución Nacional y, de acuerdo a las previsiones institucionales, Roberto Micheletti asumió como presidente provisional.
En Cuba, luego de la revolución castrista se fusilaron y torturaron a millares de personas, se crearon cuantiosos campos de concentración, se persiguió ferozmente a religiosos, homosexuales, periodistas y políticos opositores. En Honduras no se aplicó ningún plan sistemático de exterminio de personas, y los muertos que se han registrado provienen de ambas partes, siendo uno de ellos el mismísimo sobrino de Micheletti.
En Cuba, quien ejercería temporalmente la presidencia, el tirano Fidel Castro, luego de cincuenta años se mantiene en el poder (alternando con su hermano Raúl el emprendimiento familiar totalitario), persiguiendo a todo aquel que osaba reclamar por la democracia y la libertad. En Honduras las elecciones presidenciales se llevaron a cabo el 29 de noviembre de este año, tal como estaban previstas antes de la legal intervención de las instituciones de la República.
A pesar de todo, mientras Cuba es venerado por los grandes medios de comunicación y sus sanciones internacionales son levantadas, Honduras es suspendido por la OEA y se gestan campañas mediáticas de desinformación cuyas únicas finalidades son desprestigiar tanto al gobierno provisional saliente como a las nuevas autoridades surgidas de los recientes escrutinios.
Así pues, países como Brasil, Estados Unidos, Bolivia, Venezuela, Paraguay y organismos internacionales como la citada OEA, han desconocido la voluntad de los hondureños en las elecciones, pero han respaldado la esclavitud que somete al pueblo cubano, el cual no elije a sus autoridades desde hace más de medio siglo.
Las argucias esgrimidas por los mandatarios de sendos países no resisten el menor análisis, puesto que se niegan a reconocer “elecciones convocadas por un gobierno no democrático”. Semejante disparate indicaría en consecuencia la ilegitimidad de la mayoría de las democracias de América Latina, dado que gran parte de ellas fueron el resultado de aperturas democráticas propiciadas por gobiernos de facto. En efecto, deberíamos tachar de ilegítima la gestión, por ejemplo, de Raúl Alfonsín en Argentina (1983) o de Patricio Aylwin en Chile (1989).
Pero más grave aún, es que estos mismos insólitos argumentos supondrían la imposibilidad de una apertura democrática en Cuba, pues las eventuales (e improbables) elecciones, indefectiblemente serían organizadas por un gobierno dictatorial.
Coincidencias circunstanciales y diferencias sustanciales. Cuba y Honduras dejan entrever la senda por la que camina nuestro continente. Un peligroso camino donde la democracia está siendo pisoteada por el socialismo del Siglo XXI y sus aliados, revestidos y camuflados paradójicamente de demócratas.