Aparte de Cuba, el presidente de Venezuela ha establecido amplias relaciones con Irán, Rusia y el grupo narco-terrorista de las FARC de Colombia.
El venezolano Hugo Chávez ha viajado por el mundo extensamente durante los 11 años de su presidencia. Aparte de sus muy frecuentes visitas a líderes aliados regionales de Argentina, Bolivia, Ecuador y Nicaragua, ha intercambiado numerosas visitas con sus homólogos de Irán y Rusia, así como la realización frecuente y a menudo clandestina reuniones con altos funcionarios de las FARC, el huérfano ideológico y autoproclamado comunista/izquierdista del narcotráfico colombiano. Estas relaciones, junto con las de Cuba, son las razones por las que es imprescindible que los Estados Unidos y sus países aliados del hemisferio occidental y Europa se enfrenten a la amenaza real que el régimen de Chávez representa. Tratar al déspota venezolano como una amenaza en declive que no es peligrosa es un riesgo grave e innecesario para la paz y la estabilidad regionales.
Ninguno de sus aliados más cercanos –incluyendo la menos amenazante presencia china- renunciará fácilmente a sus amplios compromisos. Por el contrario, hay amplios indicios de que los dirigentes de Cuba, Irán y Rusia son plenamente conscientes de la situación casi catastrófica de Venezuela y están por lo tanto dispuestos a ver a Chávez removido de su cargo. Sin embargo, no están dispuestos a verse impedidos de disfrutar de los beneficios de su participación en Venezuela.
Irán se muda para quedarse
El Ministerio de Energía y Minas de Venezuela operaba desde hace mucho tiempo un sofisticado laboratorio integrado por personal con experiencia técnica local. Hace varios años, algunos asesores de Irán comenzaron a trabajar en el laboratorio; hoy en día, para disgusto de los ex empleados venezolanos, todo el personal es iraní. El laboratorio analiza muestras de uranio y presenta informes al personal del programa nuclear iraní. El laboratorio de Caracas es una parte pequeña pero importante de lo que se ha convertido en una tarea de gran envergadura por parte de Irán en Venezuela: la exploración, minería y refinación del uranio venezolano para su programa nuclear.
El 24 de abril en Canaima, Estado Bolívar, al sur de Venezuela, el vicepresidente ejecutivo del país, Elías Jaua, permanecía sentado en su aeronave oficial, un Beechcraft turbohélice King Air, con sus motores en marcha, frente al pequeño terminal aéreo de la pista de la remota Canaima, a la espera del último de los ocho ministros que habían viajado con él el día anterior para el sur de Venezuela.
El Parque Nacional Canaima es un espectacular atractivo turístico, incluyendo entre otras maravillas el Salto Ángel, la cascada más alta del mundo; sin embargo, la visita de los miembros clave del régimen de Chávez era un asunto de negocios. Su misión era tan importante que cuatro helicópteros rusos artillados y un transporte militar C-130 estaban a la mano, junto a más de una docena de altos oficiales militares destacados temporalmente en Canaima.
Además de la comitiva del Sr. Jaua, el general Héctor Francisco Ruiz, su esposa y tres altos oficiales del ejército fueron alojados en Waku Lodge, junto con una docena más en una instalación cercana. Una gran sala del hotel se había acondicionado como un puesto de mando tropical. Los residentes locales dijeron que había unos 100 soldados más que habían llegado a Canaima justo antes de proceder a asegurar las minas de oro y diamantes en el Alto Caura, unos 100 kilómetros al oeste aproximadamente.
El Vicepresidente Jaua había aceptado formalmente el control de la mina en nombre del gobierno, en una demostración de su preocupación por la forma en que las “mafias capitalistas” nacionales y extranjeras estaban destruyendo la naturaleza y despojando ilegalmente al país de sus riquezas. El ministro de Defensa Mata Figueroa anunció algo más tarde la detención de varios ciudadanos, a quienes señaló como responsables de la destrucción de unos diez kilómetros cuadrados de selva virgen.
De acuerdo con varios informantes, se tomó control de las minas y se expulsó a unos cuatro mil residentes, a fin de que técnicos brasileños e iraníes puedan realizar operaciones de extracción de uranio en la zona. Alto Caura será la segunda mina en proporcionar uranio a Irán para su programa nuclear -la primera mina también se encuentra en el estado Bolívar, cerca de la frontera con Guyana. Según los lugareños, los técnicos mineros iraníes se reúnen periódicamente en Canaima con sus esposas residentes en Caracas para relajarse durante los fines de semana.
La zona minera está situada cerca del río Caura, que corre en dirección norte hasta el gran río Orinoco, para continuar hacia Ciudad Bolívar, donde se encuentra una fábrica de tractores venezolano-iraní. La fábrica produce realmente muy pocos o casi ningún tractor, pero sirve como un conveniente almacén regional de armamentos y como fábrica de explosivos. Es posible que la fábrica sea ampliada para refinar mineral de uranio. Desde Ciudad Bolívar, el Orinoco fluye hacia el este hasta el Océano Atlántico.
[La “fábrica de tractores" es uno de cuatro pregonados proyectos industriales conjuntos, incluyendo una “fábrica de bicicletas'' que irónicamente tiene la intención de construir bicicletas de marca "Atomic", pero que en realidad refina uranio; una "fábrica de cemento" que almacena y empaca cocaína en bolsas marcadas como "cemento" que se exportan a África occidental, para su transbordo a Europa.]
Barcos fluviales y barcazas navegan por el río Caura y el Orinoco, llevando una variedad de exportaciones legales e ilegales hasta embarcaciones que esperan en alta mar. Uno de los probables transportistas, la línea de transporte de mercancías IRISL, una empresa conjunta venezolano-iraní, tiene un accidentado pasado: en diciembre de 2008, las autoridades del puerto turco de Mersin incautaron 22 contenedores con destino a Venezuela etiquetados como “piezas de tractor”, los cuales contenían en realidad materiales para la fabricación de explosivos.
Aunque la minería y el refinado de uranio es una empresa de gran envergadura, Irán tiene varios otros intereses, incluyendo plantas procesadoras de alimentos [lácteos, atún y harina de maíz], exploración petrolera, servicios financieros [incluyendo principalmente el blanqueo de dinero], entrenamiento militar especializado y la recolección de inteligencia electrónica.
Se conoce de fuentes confiables que Hezbolá, el terrorismo supletorio iraní basado en el Líbano, se ha enfocado en la “conversión” de tribus indígenas de Venezuela y Bolivia al radicalismo musulmán chií, incluida la formación de inocentes miembros de esas tribus en tácticas de atentados suicidas. En Venezuela, la actividad se centra principalmente en el pueblo Wayuu, en la región de la Guajira, cerca de la frontera con Colombia.
Desde su importante base en Venezuela, Irán ha establecido importantes actividades en media docena de países de América Latina, en particular una serie de programas con Brasil y poco controlados negocios bancarios en Panamá.
De Rusia con armas
Ha habido mucha publicidad acerca de las extensas ventas de armas rusas al régimen de Chávez. Todo comenzó con la compra de 100 mil fusiles automáticos Kalashnikov AK-47 y la licencia para producir el fusil y sus municiones en Venezuela. Además de los militares venezolanos, las armas se han distribuido a las milicias locales de Chávez, así como a los narco-terroristas colombianos de las FARC.
Numerosos acuerdos militares han sido concluidos, marcados por condiciones extraordinariamente generosas, incluyendo un préstamo a Venezuela de mil millones de dólares, el país más rico per cápita de América Latina, para la compra de más armas. Por si eso no fuese suficiente, la visita de una flota de guerra y del primer ministro ruso Vladimir Putin -la primera para participar en ejercicios navales conjuntos y el segundo para firmar numerosos acuerdos negociados previamente- subraya el interés de Rusia en mantener estrechas relaciones con el régimen de Chávez.
La adquisición de los Kalashnikov se ha traducido en una amplia distribución del fusil de asalto automático más popular y eficaz del mundo, el cual se ha entregado a miles de ciudadanos venezolanos, así como a narco terroristas colombianos de las FARC. Recientemente, en junio pasado, los trabajadores de Sinovensa, la empresa de crudo pesado del proyecto conjunto de PDVSA y la China National Petroleum Corporation, recibieron entrenamiento para el uso del AK-47.
Para las FARC con confort
Los AK 47 suministrados a las FARC son sólo una muestra del apoyo de Venezuela a la guerrilla izquierdista que ha afligido a la sociedad colombiana durante 50 años. La inteligencia colombiana ha identificado 27 campamentos de entrenamiento, de descanso y médicos de las FARC dentro del territorio venezolano, proporcionando refugio seguro para cientos de guerrilleros y puntos de espera protegidos para la exportación de cocaína. [Según informes recientes, algunos miembros de la fuerza de elite iraní Quds han estado entrenando personal de las FARC en tácticas de guerra irregular.]
Desde diversas pistas de aterrizaje en el estado Apure se han exportado durante varios años miles de toneladas de cocaína a puntos de tránsito en Centroamérica, Dominicana y México. Gran parte del producto exportado por vía aérea comienza su viaje en campamentos de las FARC, desde donde se envían también sus productos en barcazas por el río Orinoco, para su posterior envío a África y Europa. De manera creciente, los envíos de cocaína se hacen desde puertos aéreos y marítimos establecidos, ya que los militares tomaron el control de todas las instalaciones de este tipo en enero, un paso que también permite a las FARC la importación sin restricciones de suministros ilegales.
Las ventas de cocaína, cuyos beneficios se comparten con funcionarios venezolanos de alto rango, financian las actividades de las FARC, incluyendo la compra de armas y el soborno de funcionarios claves en Colombia. En consecuencia, son una seria amenaza para Colombia y su gobierno, el más cercano aliado de los EE.UU. en América Latina.
Las relaciones con Cuba, Irán y Rusia, además de los muy estrechos vínculos regionales con los regímenes corruptos y de izquierda radical de Argentina, Bolivia, Ecuador y Nicaragua, crean un eje revolucionario que amenaza a todos los demás gobiernos del hemisferio occidental. Sin embargo, parece estar de moda hoy en Washington asumir que los días de Hugo Chávez están contados y que él y sus compañeros, tanto en su propia casa como en el extranjero, no son una grave amenaza para los Estados Unidos y otros países amantes de la libertad.
Se puede suponer con seguridad que los hermanos Castro, los mulás de Irán y el ruso Vladimir Putin son plenamente conscientes de que Hugo Chávez es al menos una personalidad inestable y está conduciendo a Venezuela hacia un cataclismo. También se puede suponer que a todos ellos –incluyendo al más sutil liderazgo chino- no les será fácil renunciar a sus grandes inversiones en Venezuela.
• Cuba no va a renunciar de buen grado al salvavidas económico que el trueque por petróleo barato le ofrece y su participación en el rentable negocio de la cocaína.
• Las inversiones de Irán en uranio son esenciales para sus planes de desarrollo nuclear. Caracas se ha convertido en un centro para sus negocios financieros ilegales y del tráfico de cocaína se derivan elevadas ganancias.
• El punto de apoyo de Rusia en Venezuela es mucho más que una forma de molestar a los Estados Unidos: se ha convertido en la base regional de sus actividades comerciales, industriales y militares desde San Salvador hasta Buenos Aires.
De acuerdo con Hinterlaces, una respetada empresa encuestadora política, Hugo Chávez sigue perdiendo apoyo popular. Su más reciente encuesta nacional halló que el 64 por ciento de los encuestados tiene poca o ninguna confianza en el Sr. Chávez, y el 68 por ciento culpa al Presidente o a la gente alrededor de él por no resolver los muy graves problemas del país. En cuanto al flagrante escándalo de más de 100 mil toneladas [200 millones de libras] de alimentos descompuestos en almacenes del gobierno, el 72 por ciento cree que el Sr. Chávez no está haciendo lo suficiente para investigar y sancionar a los responsables.
Por desgracia, aunque es comprensible, a medida que se acercan las elecciones legislativas de septiembre, existe un apoyo limitado a la oposición. Mientras que el 50 por ciento dice que votará a favor de la oposición o de los candidatos independientes, frente al 27 por ciento que planea votar por los candidatos pro-Chávez, los partidos de oposición tienen sólo un 19 por ciento de apoyo. En síntesis, si bien más del 80 por ciento en la encuesta de Hinterlaces dice que tiene la intención de votar, la oposición luce poco atractiva por sus irresponsables vacilaciones.
Es posible que los problemas económicos que Venezuela enfrenta pongan fin pronto a los 11 años de desgobierno de Chávez. Sin embargo, sus milicias, su sistema celular una vez operativo, además de sus vínculos con regímenes poderosos y sus alianzas con otros gobiernos de América Latina constituyen importantes impedimentos para ello. Por otra parte, un nuevo plan para establecer comunas autónomas –unas 200 de ellas estarían ya en formación- está diseñado para reemplazar de hecho a las actuales entidades políticas. Es más: el señor Chávez puede ser sustituido por otro déspota más equilibrado, una opción que aparentemente el hombre de Castro en Caracas, Ramiro Valdés, ha estado explorando.
Con todo lo repugnantes que son, la corrupción y la violación de los derechos humanos dentro de los límites de, por ejemplo, Zimbabwe, podrían ser ignoradas bajo el argumento de que se trata de un asunto interno que el pueblo de esa nación debe resolver. Sin embargo, la subversión agresiva a lo ancho y largo de toda una región es algo muy diferente.
La situación de Venezuela requiere de un esfuerzo concertado para unir a la mayoría de los gobiernos del hemisferio que están en contra de Hugo Chávez y sus seguidores. Venezuela y sus aliados deberían ser expulsados de las asociaciones regionales cuando sea posible y dejar de ser invitada a futuras reuniones y cumbres regionales e internacionales. Una continua presión económica debería ser aplicada por todos los gobiernos, así como el establecimiento de un embargo sobre la transferencia de tecnología a Venezuela y otros regímenes forajidos. En resumen, cada pequeño paso posible, sin llegar a la acción militar directa, debe ser considerado y aplicado.
Subestimar la amenaza -o de hecho, prestarle poca o ninguna atención- y no tomar prácticamente medida alguna para evitarla, es ignorar los múltiples incendios que arden fuera de control en los países vecinos de los Estados Unidos. La carrera descabellada de Hugo Chávez y sus aliados debe se truncada.