El presidente iraní asegura que el país es capaz de enriquecer uranio por encima del 80%.- Las fuerzas de seguridad reprimen las manifestaciones de la oposición
El régimen iraní ha logrado movilizar hoy a cientos de miles de sus seguidores con motivo del 31º aniversario de la revolución islámica. Eufórico, el presidente, Mahmud Ahmadineyad, se lo agradeció con el anuncio de que ya habían producido la primera tanda de uranio enriquecido al 20% y que incluso tienen la capacidad de hacerlo por encima del 80%, el umbral para la fabricación de armas atómicas. Pero el enorme despliegue de seguridad para evitar las protestas de los opositores y las numerosas detenciones, incluidos tres familiares de los dirigentes reformistas, revelan el nerviosismo de las autoridades enfrentadas a una grave crisis de legitimidad.
"Irán es ya un Estado nuclear", ha proclamado Ahmadineyad ante las decenas de miles de adeptos que se dieron cita en la plaza de Azadí (Libertad) de Teherán. Es la misma conquista que ya exhibió en abril de 2007 cuando anunció en Natanz el inicio del enriquecimiento de uranio a escala industrial. Desde su llegada al poder dos años antes, el presidente ha identificado tecnología atómica con progreso y convertido los avances en aquélla en la medida de su éxito. De ahí que se mostrara exultante al anunciar que Irán "ha producido el primer cargamento de combustible enriquecido al 20%". Teherán necesita 120 kilos de uranio con un 20% de pureza para su reactor de investigación, pero el hecho de que carezca de la tecnología para encapsularlo en barras suscita un gran escepticismo tanto sobre su verdadera capacidad tecnológica como sobre los motivos de su empeño. El presidente también ha dicho que Irán tiene la capacidad para enriquecer uranio al nivel necesario para fabricar una bomba atómica. "Ahora mismo en Natanz tenemos la capacidad de enriquecer por encima del 20% e incluso del 80%, pero no vamos a hacerlo porque no lo necesitamos", ha subrayado. Su afirmación de que "si quisiéramos tener el arma nuclear, no tendríamos miedo en decirlo", sonó más desafiante que tranquilizadora.
Curiosamente, el informativo de las dos de la tarde no destacó las proezas atómicas del presidente, sino su mensaje de que "Irán resiste con determinación, desactivando las conspiraciones internas y extranjeras". Ni una palabra sobre la división que ha provocado su reelección . En esa línea, la televisión estatal repitió una y otra vez durante todo el día las imágenes de las marchas que se desarrollaron en las principales ciudades del país y en las que la tónica común eran los gritos de "¡Muerte a Estados Unidos!" y "¡Muerte a Israel!".
Sin embargo, a pocos metros de muchas de esas marchas, también se dieron cita numerosos opositores a los que un enorme despliegue de paramilitares y policías de civil impidió agruparse y expresar sus deseos de cambio. "He acudido con mi marido, pero me he dado cuenta de que era muy peligroso y no teníamos nada que hacer", ha relatado una vecina de la calle Qobadiyan impresionada por la presencia de los milicianos encapuchados para evitar ser reconocidos, y que en la plaza de Vali Asr superaban a los manifestantes.
Varias webs reformistas se hicieron eco de decenas de detenidos no sólo en Teherán sino también en otras grandes ciudades como Mashad o Shiraz. Una de ellas, La Voz Verde de Irán, afirmó que las fuerzas de seguridad habían utilizado gases y disparos de armas de fuego contra los opositores. Imposible verificar estas informaciones, ya que las autoridades prohibieron trabajar a los periodistas fuera de la plataforma habilitada para que tomaran imágenes del acto oficial. En cualquier caso, las medidas adoptadas parecen confirmar que el Gobierno sigue temiendo el apoyo popular al movimiento reformista .
Centenares de milicianos basiyís armados con porras, cadenas y gases lacrimógenos habían tomado posiciones en las principales avenidas del centro de Teherán desde primeras horas de la mañana para prevenir el acceso de posibles manifestantes a la concentración oficial. También impidieron la participación de los tres políticos reformistas que contestaron la reelección de Ahmadineyad y que ahora portan el estandarte de la oposición, Mehdi Karrubí , Mir-Hosein Musaví y Mohamed Jatamí.
Un grupo de basiyís atacó sin contemplaciones la comitiva de Karrubí en la plaza de Sadeghieh, donde había convocado a sus seguidores para dirigirse juntos hasta Azadí. El ex presidente del Parlamento salió ileso, pero varios de sus guardaespaldas resultaron heridos y uno de sus hijos, Ali Karrubí, fue detenido, según su página web, Sahamnews. Además, civiles armados con porras y policías antidisturbios impidieron que Musaví pudiera alcanzar la manifestación y golpearon a su esposa, Zahra Rahnavard, en la cabeza y en la espalda, denunció su sitio Internet, Kaleme.
Las fuerzas de seguridad también detuvieron durante cerca de una hora a Zahra Eshraghí , nieta del ayatolá Jomeini, y a su marido, Reza Jatamí, hermano del ex presidente Jatamí, cuyo coche fue igualmente atacado cuando se dirigía a la concentración, según la web Jaras.