En medio de presiones internas a Evo Morales por el tema, La Paz planteará un pago retroactivo y fijar la propiedad de las aguas.
Existe un componente perturbador pero constante en todas las conversaciones sostenidas a nivel diplomático con el país altiplanico. No existe seguridad alguna de lo que se ha sellado en acuerdos y largas negociaciones a nivel de gobierno, pueda ser mantenido y respetado en el futuro por las autoridades Bolivianas.
El 30 de junio pasado en La Paz, los vicecancilleres de Chile y Bolivia cerraron un acuerdo sobre uso y pagos por las aguas del Silala, antigua disputa histórica. Sin embargo, dos meses después, lo que era visto en Santiago como el principal fruto de la agenda bilateral quedó prácticamente desahuciado.
El jueves, el canciller de Bolivia, David Choquehuanca, anunció que pedirá a Chile modificaciones al acuerdo alterando unilateralmente lo anteriormente convenido. Tras una cita en la localidad de Quetena Chico con organizaciones sociales de Potosí, firmó un compromiso de que realizaría gestiones ante Santiago en esa línea.
Una vez más las cíclicas oleadas de nacionalismo boliviano acompañado por escaramuzas politicas internas dejan al descubierto su insana costumbre diplomática, y a nivel de gobierno, manifestar la escasa y precaria seriedad de los gobiernos, ya sea defactos o democráticos, que se suceden en Bolivia. Tan numerosos en el historial de gobierno boliviano pero anormal en cualquier país medianamente estable, que en Bolivia, pueden llegar a convertirse en un verdadero desfile de golpes de estado, presidentes express o como en este caso. Agravado por seudo americanistas indígenas cocaleros de ambivalencia extrema. Como es el caso del señor Evo Morales.
En el texto suscrito ese día ante los grupos cívicos locales, Choquehuanca accedió a reponer en la negociación bilateral los dos puntos que han sido históricamente rechazados por Chile: primero, que el Silala es de "propiedad" de Bolivia, y segundo, que Santiago -o las empresas chilenas- debe pagar una seudo deuda "histórica" por el uso que se hizo del caudal durante los últimos cien años. Muy en la línea con las reivindicaciones indigenistas en boga en Sudamerica, exigir compensaciones territoriales o monetarias a los Estados, individuos o sucesiones hereditarias de particulares, que se ubiquen actualmente en zonas geográficas en donde se localizaban los pueblos indígenas americanos, antes de la Conquista Española. "Hemos recogido ya estas preocupaciones y vamos a precisar, complementar, y plantearemos en la comisión binacional incorporar estas modificaciones", dijo el vicecanciller boliviano. Precisamente, la exclusión de esos dos aspectos había posibilitado el acuerdo cerrado en junio por los vicecancilleres. Se trataba de un pacto con una duración de cuatro años, que entregaba "inicialmente" a Bolivia el control del 50% del caudal del Silala. Indicaba, además, que las empresas chilenas que usaran parte de ese porcentaje boliviano deberían "compensar" con un monto que sería fijado posteriormente por dicho país.
En ese contexto, el pacto no establecía quién tenía la propiedad del Silala ni zanjaba si se trata de un río internacional o de un manantial propio, como dice Bolivia a contra pelo de la fría cartografía hidrica., que muestra al Rio Silala naciendo en los Los Andes, cruzando Bolivia para posteriormente llegar en su caudal muy disminuido a territorio de Chile.
El acuerdo obligaba a ambos Estados a realizar estudios durante los próximos cuatro años para luego fijar definitivamente el porcentaje del caudal que sería controlado por La Paz.
En las últimas semanas, Choquehuanca había defendido con fuerza que este primer acuerdo no implicaba renunciar a la aspiración de poseer el 100% de las aguas, y que permitiría por primera vez recibir un pago desde Chile. Sin embargo, la oposición boliviana -incluyendo a algunos ex cancilleres- criticó que el gobierno de Morales renunciara a las que llamaron posturas históricas, como reclamar la condición de manantial propio para el Silala y la petición de un pago "retroactivo".
El cambio en la postura boliviana se produjo sólo días después de otro giro importante: el martes, Evo Morales dijo que esperaba una "propuesta" chilena para una salida al mar. Esta fue la primera vez que el gobernante emplazaba públicamente a La Moneda por este tema. Ambos giros, dicen en La Paz, son leídos como señales internas, ante presiones a Morales en medio de la campaña por su reelección.
Existe un componente, tanto en la política peruana, como en la boliviana, que salta al tapete en cada proceso e leccionario en los respectivos países. El Factor Chile. El cual aúna los mas exacerbados odios centenarios que enmarcan las relaciones de estos dos países con su vecino del sur.
Para el caso de Bolivia, se entorpecen las tratativas que permanentemente intenta el sureño país de Chile, al interactuar un componente cultural, sociológico y étnico en el accionar boliviano. El factor indígena. Para la cultura Quechua y Aimara, raíz de Bolivia, las formalidades de derecho internacional poco tienen que ver con su propia concepción ancestral y cultural de la palabra formalizada, presente también en las actividades comerciales y del día a día de la sociedad boliviana, a excepción de las provincias del sur de Bolivia, como Santa Cruz. La zona más rica y educada culturalmente de la nación altiplanica. En los países andinos no siempre dos mas dos suman cuatro.
LA EXCUSA PARA LA INEFICACIA
Bolivia ha pretendido llevar a Chile ante tribunales internacionales, por su supuesta dificultad para alcanzar el desarrollo económico por en enclaustramiento marítimo hacia el Océano Pacifico y a raíz de los territorios perdidos por parte de Bolivia en la Guerra del Pacifico que declaro a Chile, conjuntamente con Perú. Guerra que ambos países perdieron ante Chile. Sin embargo pareciera ser mas una excusa para los incompetentes y sucesivos gobiernos bolivianos el tema de la mediterraneidad cercenada. Bolivia dispone de acceso al mar Pacifico y también al Atlántico, en condiciones favorables tanto tributarias, aduaneras, económicas y de infraestructura.
La solucion que ha tenido a la mano Bolivia tiene nombre: Boliviamar.
Durante una visita diplomática al Perú, el presidente Jaime Paz Zamora y su homólogo peruano, Alberto Fujimori, llegaron a un acuerdo con esta nación para la cesión de 5 kilómetros de costa y una extensión territorial de 163,5 hectáreas (1,635 km2) llamada Boliviamar por un periodo de 99 años renovables desde 1992. En el acuerdo Bolivia utilizaría una zona franca del puerto peruano de Ilo para su administración soberana y de funcionamiento.
Boliviamar es una playa plana sin roquerios que forma parte del proyecto de desarrollo turístico firmado entre Perú y Bolivia el 24 de enero de 1992, se encuentra exactamente a 17 kilómetros de la ciudad de Ilo, y a un costado de la vía costanera que une los departamentos de Tacna y Moquegua. Refrendado en el "Protocolo Complementario al Convenio entre los Gobiernos del Perú y de Bolivia sobre la participación de empresas bolivianas en la Zona Franca Industrial de Ilo" que crea la Zona Especial Economica de Bolivia en Ilo (ZEEBI), la que amplía en su máximo alcance las facilidades que el Gobierno del Perú otorgó a favor de Bolivia en los Convenios de 1992. Bolivia también utiliza los puertos de Maratani y Mollendo del Perú. Sin embargo Bolivía dejo en completo abandono su Zona Exclusiva cedida en Perú, sin desembolsar los cuantiosos prestamos otorgados por países europeos y el FMI concedidos para estos fines.
Bolivia igualmente posee acceso al Océano Atlántico vía las instalaciones portuarias en la "Zona Franca de Bolivia" en Rosario, Argentina desde 1964, pero en total estado de abandono a causa del desinterés de las autoridades bolivianas.
Por lo que la cuestión marítima boliviana ademas de ser un plato ya descompuesto para justificar su subdesarrollo, se suma a la precaria cultura de derecho internacional de Bolivia para honrar los convenios y tratados internacionales. Dado muestras de la difícil tarea de la diplomacia chilena, y los esfuerzos que deben hacer los sucesivos gobiernos de ese país para relacionarse con tan particular vecino.
El 30 de junio pasado en La Paz, los vicecancilleres de Chile y Bolivia cerraron un acuerdo sobre uso y pagos por las aguas del Silala, antigua disputa histórica. Sin embargo, dos meses después, lo que era visto en Santiago como el principal fruto de la agenda bilateral quedó prácticamente desahuciado.
El jueves, el canciller de Bolivia, David Choquehuanca, anunció que pedirá a Chile modificaciones al acuerdo alterando unilateralmente lo anteriormente convenido. Tras una cita en la localidad de Quetena Chico con organizaciones sociales de Potosí, firmó un compromiso de que realizaría gestiones ante Santiago en esa línea.
Una vez más las cíclicas oleadas de nacionalismo boliviano acompañado por escaramuzas politicas internas dejan al descubierto su insana costumbre diplomática, y a nivel de gobierno, manifestar la escasa y precaria seriedad de los gobiernos, ya sea defactos o democráticos, que se suceden en Bolivia. Tan numerosos en el historial de gobierno boliviano pero anormal en cualquier país medianamente estable, que en Bolivia, pueden llegar a convertirse en un verdadero desfile de golpes de estado, presidentes express o como en este caso. Agravado por seudo americanistas indígenas cocaleros de ambivalencia extrema. Como es el caso del señor Evo Morales.
En el texto suscrito ese día ante los grupos cívicos locales, Choquehuanca accedió a reponer en la negociación bilateral los dos puntos que han sido históricamente rechazados por Chile: primero, que el Silala es de "propiedad" de Bolivia, y segundo, que Santiago -o las empresas chilenas- debe pagar una seudo deuda "histórica" por el uso que se hizo del caudal durante los últimos cien años. Muy en la línea con las reivindicaciones
En ese contexto, el pacto no establecía quién tenía la propiedad del Silala ni zanjaba si se trata de un río internacional o de un manantial propio, como dice Bolivia a contra pelo de la fría cartografía hidrica., que muestra al Rio Silala naciendo en los Los Andes, cruzando Bolivia para posteriormente llegar en su caudal muy disminuido a territorio de Chile.
El acuerdo obligaba a ambos Estados a realizar estudios durante los próximos cuatro años para luego fijar definitivamente el porcentaje del caudal que sería controlado por La Paz.
En las últimas semanas, Choquehuanca había defendido con fuerza que este primer acuerdo no implicaba renunciar a la aspiración de poseer el 100% de las aguas, y que permitiría por primera vez recibir un pago desde Chile. Sin embargo, la oposición boliviana -incluyendo a algunos ex cancilleres- criticó que el gobierno de Morales renunciara a las que llamaron posturas históricas, como reclamar la condición de manantial propio para el Silala y la petición de un pago "retroactivo".
El cambio en la postura boliviana se produjo sólo días después de otro giro importante: el martes, Evo Morales dijo que esperaba una "propuesta" chilena para una salida al mar. Esta fue la primera vez que el gobernante emplazaba públicamente a La Moneda por este tema. Ambos giros, dicen en La Paz, son leídos como señales internas, ante presiones a Morales en medio de la campaña por su reelección.
Existe un componente, tanto en la política peruana, como en la boliviana, que salta al tapete en cada proceso e leccionario en los respectivos países. El Factor Chile. El cual aúna los mas exacerbados odios centenarios que enmarcan las relaciones de estos dos países con su vecino del sur.
Para el caso de Bolivia, se entorpecen las tratativas que permanentemente intenta el sureño país de Chile, al interactuar un componente cultural, sociológico y étnico en el accionar boliviano. El factor indígena. Para la cultura Quechua y Aimara, raíz de Bolivia, las formalidades de derecho internacional poco tienen que ver con su propia concepción ancestral y cultural de la palabra formalizada, presente también en las actividades comerciales y del día a día de la sociedad boliviana, a excepción de las provincias del sur de Bolivia, como Santa Cruz. La zona más rica y educada culturalmente de la nación altiplanica. En los países andinos no siempre dos mas dos suman cuatro.
LA EXCUSA PARA LA INEFICACIA
Bolivia ha pretendido llevar a Chile ante tribunales internacionales, por su supuesta dificultad para alcanzar el desarrollo económico por en enclaustramiento marítimo hacia el Océano Pacifico y a raíz de los territorios perdidos por parte de Bolivia en la Guerra del Pacifico que declaro a Chile, conjuntamente con Perú. Guerra que ambos países perdieron ante Chile. Sin embargo pareciera ser mas una excusa para los incompetentes y sucesivos gobiernos bolivianos el tema de la mediterraneidad cercenada. Bolivia dispone de acceso al mar Pacifico y también al Atlántico, en condiciones favorables tanto tributarias, aduaneras, económicas y de infraestructura.
La solucion que ha tenido a la mano Bolivia tiene nombre: Boliviamar.
Durante una visita diplomática al Perú, el presidente Jaime Paz Zamora y su homólogo peruano, Alberto Fujimori, llegaron a un acuerdo con esta nación para la cesión de 5 kilómetros de costa y una extensión territorial de 163,5 hectáreas (1,635 km2) llamada Boliviamar por un periodo de 99 años renovables desde 1992. En el acuerdo Bolivia utilizaría una zona franca del puerto peruano de Ilo para su administración soberana y de funcionamiento.
Boliviamar es una playa plana sin roquerios que forma parte del proyecto de desarrollo turístico firmado entre Perú y Bolivia el 24 de enero de 1992, se encuentra exactamente a 17 kilómetros de la ciudad de Ilo, y a un costado de la vía costanera que une los departamentos de Tacna y Moquegua. Refrendado en el "Protocolo Complementario al Convenio entre los Gobiernos del Perú y de Bolivia sobre la participación de empresas bolivianas en la Zona Franca Industrial de Ilo" que crea la Zona Especial Economica de Bolivia en Ilo (ZEEBI), la que amplía en su máximo alcance las facilidades que el Gobierno del Perú otorgó a favor de Bolivia en los Convenios de 1992. Bolivia también utiliza los puertos de Maratani y Mollendo del Perú. Sin embargo Bolivía dejo en completo abandono su Zona Exclusiva cedida en Perú, sin desembolsar los cuantiosos prestamos otorgados por países europeos y el FMI concedidos para estos fines.
Bolivia igualmente posee acceso al Océano Atlántico vía las instalaciones portuarias en la "Zona Franca de Bolivia" en Rosario, Argentina desde 1964, pero en total estado de abandono a causa del desinterés de las autoridades bolivianas.
Por lo que la cuestión marítima boliviana ademas de ser un plato ya descompuesto para justificar su subdesarrollo, se suma a la precaria cultura de derecho internacional de Bolivia para honrar los convenios y tratados internacionales. Dado muestras de la difícil tarea de la diplomacia chilena, y los esfuerzos que deben hacer los sucesivos gobiernos de ese país para relacionarse con tan particular vecino.