Las encuestas muestran que hoy el kirchnerismo tiene muy pocas chances de ganar en el 2011. Perdido por perdido, de aquí a las elecciones presidenciales podemos esperar barbaridades económicas. Y, por tanto, el campo minado puede explotar antes del traspaso de mando o bien ya instalado el próximo gobierno.
Prácticamente no hay reunión en la que no surja el interrogante de si los Kirchner pueden llegar a ganar las elecciones del 2011. Muchas gentes no kirchnerista creen que el matrimonio corre con el caballo del comisario y tiene muchas posibilidades de quedarse con el gobierno por otros cuatro años más. Inclusive algún analista de los confiables no da por muertos políticamente al matrimonio y dejan algún manto de duda sobre el resultado de las elecciones del año que viene. Esta percepción está basada en el aumento que tuvo la mejora en la confianza en el gobierno a partir de enero de este año. Claro que esa recuperación de imagen parte del punto más bajo que tuvo el gobierno en diciembre pasado pero todavía está muy lejos de poder llegar a los niveles de aprobación que tuvo en su momento de esplendor.
De acuerdo al Índice de Confianza en el Gobierno que publica la Universidad Torcuato Di Tella, en junio el gobierno logró un índice de confianza de 1,61 contra el 1,04 que tenía en diciembre. No obstante, entre el 2004 y mediados del 2007, cuando comenzó el declive de confianza en el gobierno, el promedio estuvo en 2,48, lo que indicaría que todavía le queda un largo recorrido para llegar a niveles que puedan sustentar posibilidades de éxito en la primera vuelta.
De todas maneras, ¿qué sabemos hasta ahora sobre el apoyo electoral que puede tener el gobierno? Sabemos que el año pasado, a pesar de las candidaturas testimoniales, el adelantamiento de las elecciones y los enormes recursos fiscales que se destinaron al conurbano bonaerense, el oficialismo perdió por 2,67 puntos porcentuales frente a Unión Pro en la estratégica provincia de Buenos Aires. Pero…¿perdió por ese margen o fue mayor? No los sabemos porque nunca se terminó el recuento definitivo. Revisando la página web del Ministerio del Interior se observa que en los distritos más grandes del país se escrutaron algo más del 99% de las mesas. En la provincia de Buenos Aires se escrutaron el 96,68% de las mesas, suspendiéndose el escrutinio definitivo por la gripe A y nunca se lo terminó. Con esto quiero decir que, con el antecedente del INDEC, no vaya a ser cosa que la diferencia haya sido mayor y por eso nunca se terminó el escrutinio definitivo. El gobierno ha hecho los suficientes méritos como para que uno desconfíe de los datos que proporciona. ¿Y si finalmente perdió por 4 o 5 puntos de diferencia y no terminaron el escrutinio para no contradecir a Néstor que dijo que habían perdido por un puntito?
¿Qué más sabemos? Que de acuerdo a una reciente encuesta de Datamática llevada a cabo entre el 19 y el 23 de mayo de este año, sobre 4700 casos en todo el país, la imagen negativa del gobierno en los 5 distritos más grandes del país, los que concentran algo más del 70% del padrón electoral, la imagen negativa del gobierno es la siguiente: Córdoba 63%, Santa Fe 61%, Buenos Aires 60%, Mendoza 57% y Capital Federal 50%. Incluso en Santa Cruz tiene una imagen negativa del 55%. La imagen positiva del gobierno es: Córdoba 17%, Santa Fe 15%, Buenos Aires 25%, Mendoza 24% y Capital Federal 25%. Dos consideraciones sobre estos datos. Tener una imagen positiva del 25% como máximo no implica que la gente los vaya a votar en ese porcentaje. Por el contario, tener una imagen negativa tan alta implica un techo muy bajo para poder crecer.
Otra encuesta de una prestigiosa encuestadora, realizada entre febrero y marzo de este año, cuando subía la imagen del gobierno, muestra, sobre 1200 casos, que el 66% de los encuestados desaprueba la gestión del gobierno y el 33% la aprueba.
Cuando se le pregunta a la gente sobre la imagen de los principales referentes políticos, CFK tiene una negativa del 69% y Néstor Kirchner del 67%. Parecen ser demasiados datos en contra del gobierno que lucen como una mochila muy pesada de sobrellevar para perfilarse hoy como posibles vencedores electorales el año próximo.
Claro que esa es la foto hoy y muchas cosas pueden pasar en el medio, con lo cual se hace difícil formular un pronóstico definitivo.
Ahora bien, seguramente en Olivos tendrá todos estos datos y muchos más sobre sus reales chances de poder retener el poder. Como es poco probable que el matrimonio baje los brazos ahora porque si lo hiciera perderían el escaso apoyo de algunos dirigentes políticos que lo acompañan, en el Congreso sufrirían más reveses de los que vienen sufriendo en las últimas semanas y, lo que es más grave, es posible que, milagrosamente, se acelerarían muchos casos de denuncias de corrupción, al matrimonio no le queda otra alternativa que apostar a todo o nada. ¿Y por dónde pasa esa apuesta? Básicamente por la economía. Intentar mantener un alto nivel de actividad con mucho consumo interno es la carta que les queda por jugar para intentar el gran desafío del próximo año.
Como la inversión brilla por su ausencia, hay dos factores que tienen que ayudarlos. Por un lado las exportaciones y por el otro el consumo. Por el lado de las exportaciones, además de rezar para tener buenas cosechas del yuyito, es vital que Brasil no devalúe el real que frene las exportaciones a ese destino y que el euro no siga cayendo contra el dólar. Las exportaciones dependerán más de las condiciones mencionadas que de las acciones del propio gobierno porque el tipo de cambio real ya está fuertemente deteriorado y seguirá deteriorándose porque, ante expectativas inflacionarias del 30%, iniciar un proceso de devaluación del peso frenaría el consumo interno y podría producir fuertes tensiones en el mercado cambiario. ¿Por qué sobre el consumo? Porque mucha gente ve que como el dólar está quieto prefiere comprar bienes de consumo durables ayudando a la reactivación vía consumo. Desahorra para consumir. Por otro lado, si el dólar comenzara a subir en forma sostenida, la dolarización de los portfolios se acentuaría con retiro de depósitos de los bancos y presiones cambiarias, incertidumbre y freno en el nivel de actividad.
Pero esta jugada implica que, ante un tipo de cambio real deteriorado y un estímulo al consumo interno, las importaciones suban más que las exportaciones, como efectivamente está ocurriendo. Esto implica que el saldo de balance comercial se reducirá y puede ser insuficiente para financiar el actual grado de fuga de capitales. ¿Qué hace el gobierno entonces? Mientras estimula el consumo interno trata de frenar las importaciones para evitar que siga cayendo el saldo de balance comercial que es el que le financia la fuga de capitales. Los televisores, celulares y demás electrodomésticos que se venden actualmente dicen ser hechos en Argentina, aunque es fácil advertir que lo único que tienen de made in Argentina es la etiqueta que le ponen en reemplazo de la que dice made in China.
Como sea, sin inversiones no hay capacidad de aumentar la oferta interna ante la mayor demanda. Si al mismo tiempo se frenan las exportaciones y el Central sigue haciendo un festival de emisión monetaria, el gran desafío del gobierno consiste en que por estimular la actividad económica interna no se les dispare la inflación, al tiempo que puede sufrir represalias comerciales de la UE, como ya está ocurriendo con China. Es decir, las exportaciones argentinas se verían afectadas por el freno de las importaciones, con lo cual este factor dinamizador de la economía se frenaría y solo tendría más peso el consumo con una oferta interna limitada y muchos más pesos en circulación.
Otro dato a tener en cuenta es que parte del consumo interno está estimulado por los planes sociales que aplica el gobierno. Ante la inflación real, en algún momento tendrán que aumentarlos para que no se caiga el consumo y eso significa más gasto público, y como los recursos genuinos no alcanzan para financiar más aumentos del gasto, la emisión monetaria vuelve a hacerse presente con su impacto inflacionario.
El ejemplo más evidente de los problemas fiscales y de salarios reales que hoy existen en Argentina es el enfrentamiento entre el gobierno y Moyano por el aumento del mínimo no imponible de ganancias. Moyano sabe que el incremento que estableció el gobierno no compensa el aumento nominal de los salarios y, por lo tanto, la gente gana más nominalmente pero puede comprar menos realmente y, encima, tiene que pagar el impuesto a las ganancias.
¿Por qué el gobierno fue tan tacaño con Moyano a la hora de aumentar el mínimo no imponible para ganancias? Porque la caja le flaquea y sabe que necesita de la inflación para poder cobrar más impuestos sobre niveles de precios cada vez más altos. Mantener una inflación alta es clave para el gobierno porque sobre esos mayores niveles de precios es que puede mostrar más recaudación en IVA, ganancias y otros impuestos.
En definitiva, por más que quieran vendernos que el oficialismo tiene chances de ganar en primera vuelta con el 40% de los votos más 10 puntos de diferencia sobre el segundo, hoy ese escenario no aparece como posible, y en todos los escenarios de segunda vuelta Kirchner pierde. Perdido por perdido, de aquí hasta las elecciones hay que esperar cualquier medida por parte del gobierno. La más insólita y arbitraria es posible. Pero el eje de su accionar económico estará en tratar de mantener el mayor grado de actividad económica, sacrificando algo una mayor tasa de inflación. El punto es si logrará hacer sintonía fina con la tasa de inflación en un contexto de altas expectativas inflacionarias. Y, aún consiguiendo ese objetivo, ¿le alcanzará para ganar en primera vuelta y evitar la segura derrota en la segunda vuelta?
La aventura parece bastante difícil y, si bien el resultado electoral todavía está abierto, hoy luce como una misión imposible el objetivo de 40% más 10 de diferencia sobre el segundo. De lo único que estamos seguros es que, con tal de conservar el poder, de aquí hasta las elecciones serán tantas las barbaridades económicas que van a cometerse, que el próximo gobierno se encontrará con un verdadero campo minado, incluyendo a los Kirchner en caso que logren el milagro de retener el poder más allá del 2011 y, tampoco sabemos si, mientras van sembrando las minas, no cometen la torpeza de pisar una de ellas explotando todo antes de lo previsto. Pero para ellos eso no es un problema. Llegado el momento, si se da el milagro de ganar en el 2011, se verá.