La mayoría de esos oficios van a Europa Oriental y Estados Unidos, donde se fabrica una buena parte de los fusiles que circulan por el mundo. Otros van a países que no son los fabricantes sino que figuran en los registros como los compradores oficiales del armamento. "Tenemos respuesta a 177 requerimientos, pero hay otros enviados a países que, de antemano, sabemos que no nos van a contestar", dice uno de los funcionarios encargados de ese rastreo. Este año, 30 de esas 'circulares naranjas', como las denomina Interpol, no han sido respondidas por países como Corea del Norte y Venezuela. El acumulado de las respuestas que nunca llegaron se cuenta por centenares en 10 años. Eso fue lo que pasó con la solicitud de información sobre las armas antitanque suecas que fueron adquiridas por Venezuela en una negociación Gobierno a Gobierno en 1988 y que en octubre del año pasado aparecieron en una caleta de 'Jhon 40'. Y ha pasado con las notificaciones enviadas a Caracas por el hallazgo de fusiles Fal (de origen belga y que son el arma base de varios ejércitos de la región) contramarcados con las series y emblemas de las Fuerzas Armadas del vecino país. De hecho, Indumil se prepara para fundir cerca de 300 de esos rifles, la mayoría de los cuales fueron encontrados en enero del año pasado en un campamento guerrillero en Vichada.
No es un problema nuevo. Según informes del Congreso colombiano, algunos de los incidentes de mediados de la década de los 90 entre la guerrilla y la Guardia Nacional de Venezuela habrían tenido origen en líos de armas.
200 LANZACOHETES
Las armas antitanque suecas que esta semana calentaron las relaciones entre Colombia y Venezuela no son, ni mucho menos, las únicas de ese tipo que el DAS, la Policía y el Ejército han incautado.
Los registros del Giat (Grupo Interinstitucional de Análisis Antiterrorista), reportan al menos 200 de esos aparatos, conocidos popularmente como rockets y que se usan para perforar blindajes.
De uno de ellos, un M-72 A 2 de fabricación americana, se tuvo noticia el 15 de octubre del 2003 en Bogotá, cuando milicianos de las Farc atentaron contra Jorge Visbal Martelo, entonces presidente de la Federación de Ganaderos (Fedegán), quien salió ileso.
Ese lanzacohetes hacía parte de un lote fabricado en marzo de 1977 por la empresa Lone Star Army Plant, de Texas (E.U.), y que fue vendido al Ejército ecuatoriano. En su momento, el Gobierno del presidente Lucio Gutiérrez explicó que el arma había sido robada de uno de sus arsenales, pero nunca se supo cómo terminó en manos de las Farc.
Aunque el tema ha estado en la agenda de la guerrilla desde hace al menos una década, hasta ahora no se han encontrado rastros de los misiles tierra-aire.
Un grupo de inteligencia del Ejército le siguió la pista a la negociación de un lote de cinco misiles SAM 7 (rusos) que al parecer se estropearon en la selva y que venían de Nicaragua. En todo caso, hay alerta frente a la eventual adquisición de modernos misiles tierra-aire similares a los que Venezuela le acaba de comprar a Rusia.
Las rutas tradicionales de entrada de esos arsenales al país, a pesar de los controles, siguen funcionando. Un informe del Centro de Recursos para el Análisis de Conflictos (Cerac) publicado en el Small Arms Survey dice que la Costa de Urabá sigue siendo el principal punto de entrada de fusiles y ametralladoras ligeras para las Farc provenientes del Medio Oriente y Europa del Este.
Las pistolas y la munición entran casi siempre por la frontera oriental, por rutas desde Venezuela y Brasil. Un punto de origen: la Triple Frontera (Paraguay, Brasil y Argentina), adonde llegan avionetas que salen de Colombia con droga y de donde regresan con armas cortas y munición.
Ese trueque de armas por coca explica por qué los frentes más narcotizados de las Farc son los que usualmente hacen los negocios con los traficantes. 'Acacio' fue el que arregló la llegada de los fusiles AK-47 que fueron desviados a través de Vladimiro Montesinos. 'Jhon 40' era considerado el segundo narco más importante en esa guerrilla después de 'Acacio'.
Y ahora hombres como 'El Becerro' en la frontera con Panamá y 'Édgar Tovar', jefe del frente 48 en la frontera con Ecuador, son claves en esa tarea. En Ecuador, el hombre que mueve esos hilos para las Farc sigue siendo 'Oliver Sorlarte'. Él era conocido de los hermanos Ostaiza, señalados narcos que enredaron judicialmente al polémico José Ignacio Chauvín, ex funcionario del Ministerio de Seguridad de ese país.
FABRICAN SUS PROPIAS ARMAS MAS LETALES
En los últimos años, las minas antipersonal se han convertido en el arma más efectiva de la guerrilla contra la Fuerza Pública. Mientras el número de soldados y policías muertos en combates viene cayendo en los últimos seis años, el de los muertos y heridos por campos minados crece. El año pasado hubo 102 muertos y 404 heridos.
La estrategia es sencilla: fabricar esos artefactos es barato para la guerrilla, y con ellos causa daño sin exponerse.
Eso no significa que las Farc hayan dejado de moverse en el mercado de armas. Allí las ven como un cliente llamativo (como los 'paras') porque suelen pagar con cargamentos de coca a precios en Colombia. Es decir, el traficante se gana el sobrecosto de un kilo en el país de destino.