La vulnerabilidad política de la región no es una sorpresa para nadie. Desde nuestra fundación como entidad plurinacional separada de la Península española, Sudamérica ha conocido fases de penetración política de fuerzas extraregionales.
Tal fue el caso de lo que denomino una “importación de rivalidades” de los poderes coloniales españoles y portugueses. De allí, las luchas por supremacías de Brasil y de Buenos Aires (luego Argentina), hecho que conllevo a toda la región a acelerar el proceso de balcanización. Luego, será el caso de la conversión de toda América latina en un campo de batalla ideológico y politico por parte de la URSS y de los EE.UU. Cuba, Nicaragua, en algún momento Perú, Salvador entre otros, versus el resto de regímenes militares de tendencias derechistas o nacionalistas. América del Sur dividida por fuerzas extraregionales que veían en dicho espacio un lugar de resolución indirecta de sus disputas ideológicas globales.
Hoy, luego que la Guerra fría global terminó, vemos que otros tipos de “guerras frías” están gestándose. De menor intensidad, con un uso sistemático de medios e instrumentos de inteligencia, pero que implican rivalidades de entidades que se encuentran fuera de sus espacios o zonas de influencias geopolíticas, o al menos se pensaba esto.
Hugo Chávez, en su lógica por no permitir un encierro geoestratégico o una “asfixia política” por parte de los EE.UU., y sus aliados, ha incrementado su política de generar acuerdos, alianzas y partenariados con entidades que podrían materializar ese mundo multipolar al cual el espira. En dicho proceso, Chávez, ha dejado la puerta abierta a entidades estatales que desafían el orden mundial occidental, pero que sobre todo, buscan, como su régimen, escapar del aislamiento. Para ello, generan alianzas a fin de crear solidaridades utilitarias. Tal es el caso de la República islámica de Irán.
Hoy el mandatario venezolano al generar una asociación especial con el régimen de Teherán, no solo deja ingresar a los ayatolás sino que también acelera y refuerza la presencia de actores estatales no visibles, como son los aparatos de inteligencia de países con los cuales Irán mantiene relaciones de rivalidad, como es Israel.
Luego de los ataques a las sedes israelitas en Argentina, la naturaleza de la presencia iraní en la región está adquiriendo nuevos bríos. Se aprecia que Teherán se ha dotado de una verdadera política latinoamericana, con la implantación de una “cabeza de puente” firmemente establecida en Caracas. A lo anterior se suman la implantación en otros países del ALBA, Ecuador, El Salvador y Bolivia.
Diversos estímulos pueden alimentar la presencia de Irán en la región, como es generar focos de tensión diplomáticas para los EE.UU,. en la zona, atraer potenciales aliados en la ONU hacia su causa nuclear, por ejemplo; , romper la lógica del containement que pesa sobre su régimen, mostrar capacidades de expansión del régimen hacia espacios extraregionales o establecer núcleos de planificación y operativos de células del Hezbollá en la región.
De una cosa si estamos seguros, la diplomacia israelí en Centro y Sudamérica está mediática y políticamente activa.
No olvidemos que el Presidente iraní Mahmud Ahmadineyad ya negó el Holocausto, apoya la organización libanesa Hezbollá y señaló que el Estado israelí no tiene derecho a existir. Asociemos a ello, el diferendo que existe con el desarrollo de un potencial militar nuclear por parte del régimen de Teherán, prohibitivo para el Estado hebreo.
La importación de una rivalidad del Medio Oriente a Sudamérica, viene emparejada con atisbos de una importación de una guerra fría entre Irán e Israel. Conflicto “frío” que se desarrolla en un espacio que ya fue objeto de actos terroristas sobre intereses judíos, como fueron el caso de la AMIA y de la embajada israelí en Argentina. Un conflicto invisible a nuestros ojos, pero que se lucha en forma descarnada.
Hugo Chavéz abrió la puerta, hoy también abre la ventana. La prueba de fuego estará dada por la resolución definitiva de la problemática nuclear iraní, a saber si ésta se resolverá por la vía diplomática entre la ONU e Irán o si Israel decidirá lamentablemente que ya no puede esperar más y que debe manu militari impedir la nuclearización del país de los ayatolás. En este caso, la "alianza" entre Irán y los países latinoamericanos se pondrá a prueba. Mientras tanto, la "guerra fría" silenciosa en sudamérica entre Irán e israel continua.