SOLICITADA
El canciller Luis Almagro anunció este miércoles ante la Asamblea General de la ONU la candidatura de Uruguay a ocupar un puesto como miembro no permanente en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas para el período 2016-2017. El canciller adujo, entre otros argumentos, que Uruguay es el único país de la región candidato hasta el momento y pidió el apoyo del plenario.
Jorge Azar-Gomez. Ex representante de Uruguay ante ONU
El Consejo de Seguridad de la ONU está integrado por 15 países, de los cuales cinco son miembros permanentes con derecho de veto (EEUU., Francia, Reino Unido, Rusia y China), y los otros 10 son puestos temporales que se eligen en función de las candidaturas de los diferentes grupos regionales.
Uruguay sólo ocupó un puesto temporal en el máximo órgano de decisiones del organismo en el período 1965-1966.
Almagro, en el seno de la Asamblea general, afirmó que: "la presentación de esta nueva candidatura uruguaya al órgano en el que la comunidad internacional ha depositado el sistema de seguridad colectiva actualmente vigente en el mundo, constituye el ámbito más exigente para poner a prueba la política exterior de un Estado".
Primer error del canciller, pues Uruguay no ha elaborado una política exterior de Estado, sino que, como lo venimos comprobando lastimosamente desde hace muchos años, se mueve sobre la base de “actos internacionales”. Es decir, ya no tenemos política exterior.
El canciller Almagro afirmó que Uruguay, con una política exterior fundada en el derecho y caracterizada por una concepción universalista", posee "legítimas credenciales para aspirar a ocupar un puesto como miembro no permanente del Consejo de Seguridad".
Nos preguntamos, y le preguntamos al canciller Almagro, ¿qué sentido tiene presentar la candidatura de Uruguay al Consejo de Seguridad de ONU sin negociaciones previas, sabiendo que, para lograr los votos necesarios para su ingreso, tendremos que hacer muchas concesiones a los países que nos apoyen pues es sabido que en ONU y otros organismos internacionales nadie da el voto a cambio de nada?
¿Sabe también el canciller Almagro que Uruguay, en caso de lograr el sillón en el Consejo de Seguridad, y sin tener una política exterior de Estado, elaborada por todos los sectores políticos con representación parlamentaria, deberá asumir, sin orientaciones firmes, posiciones que pueden comprometer su relacionamiento con potencias que tienen derecho a veto dentro de la organización?
Esta situación convierte a nuestra representación en el Consejo de Seguridad en un equipo decorativo, con la única función de presionar el botón de votación, sabiendo que el mismo sólo se verá reflejado en algún artículo de prensa amigo.
El canciller uruguayo se refirió también al proceso de reformas de la ONU que se inició en 2005 con la creación del Consejo de Derechos Humanos (CDH), con sede en Ginebra, y la Comisión de la Consolidación de la Paz. Para alguien que se postula como miembro del Consejo de Seguridad, equivocadamente opinó que debería completarse con la reforma del Consejo de Seguridad, sabiendo que muchos países que podrían acompañar la postulación de Uruguay discrepan con la reforma referida.
Seguramente el Parlamento no tuvo arte ni parte en la postulación de Uruguay como miembro no permanente del Consejo de Seguridad, asunto que debió analizarse detenidamente en colegiado con los distintos partidos políticos.
Es evidente que el Parlamento ignora, también, las instrucciones que llevaron los delegados designados para la Asamblea General de ONU, las cuales se acuerdan en un minúsculo círculo de nuestra cancillería, con personal de poca experiencia, y que generalmente repite, a tontas y a locas, las mismas intrascendencias de la Asamblea del año anterior que igualmente fueron desconocidas por los legisladores.
Es hora de que el Poder Legislativo tome conciencia de sus funciones y responsabilidades, y exija, si consideran los parlamentarios que están en condiciones, se les tenga en cuenta para la toma de decisiones que obviamente comprometen la imagen exterior de Uruguay.
Para finalizar considero que la postulación de Uruguay al Consejo de Seguridad de ONU fue apresurada, inconsulta e inconveniente.
Varias veces, durante el desempeño de mis funciones como representante ante las Naciones Unidas, debí sentarme en las bancas del Consejo de Seguridad de ONU para presentar la posición de Uruguay ante diferentes conflictos internacionales (el más importante cuando debí exponer frente a la invasión de Argentina a las Islas Malvinas). Puedo asegurar que para Uruguay no fue significativo, pese al peso de los argumentos esgrimidos, pues para ciertos conflictos y situaciones el mencionado Consejo de Seguridad se ha convertido en algo así como un "centro de meditación". Sí pude ver, y el mundo lo ve, cómo los países ignoran y desprecian las resoluciones que han emanado de dicho órgano, lo que no justifica que los legisladores pierdan el tiempo dirimiendo a su vez cuál es el sexo de los ángeles.
Hay otras posiciones en Naciones Unidas de más influencia, que sí pueden darnos oportunidades de expresar nuestra postura en base a una labor seria y profesional.