El Ejército ha adquirido 72 camiones portatropas que sirven para lo mismo que los portatropas comprados por el Ministerio del Interior a la empresa Hatehof. Pero mientras que estos fueron adquiridos a 171 mil dólares cada uno, los que ha comprado el Ejército costaron 56,600 y 95,500 dólares. ¿Alguien duda, todavía, de que hubo sobreprecio?
En febrero, IDL-Reporteros de Perú, publicó una investigación que descubrió que los 31 camiones portatropas que el Ministerio del Interior le está comprando a la empresa israelí Hatehof, a 171 mil dólares cada uno, son esencialmente los mismos que dicho ministerio se negó a recibir, en julio de 2007, con el argumento de que los 107 mil dólares que en aquel momento se pedía por cada uno de ellos era un precio sobrevaluado. Cuando IDL-Reporteros destapó la estafa, el actual ministro del Interior, Octavio Salazar, y su viceministro de Gestión Institucional, Samuel Torres, defendieron la compra y el altísimo sobreprecio con diversos argumentos. Uno de los principales fue que el vehículo vendido por Hatehof es de “uso militar” mientras que los del 2007 eran de “uso policial”, por lo cual resultaban más baratos. Pues bien. Nada más militar que el Ejército. Y ha sido el Ejército el que ha comprado, en octubre del año pasado, un lote de 72 portatropas. Se trata de 38 camiones con sistema de tracción 4 x 4 y otros 34 con tracción 6 x 6, de marca Beiben Truck, con tecnología alemana, adquiridos a la empresa china Norinco.
Los portatropas que ha comprado el Ministerio del Interior, modelo “Wolf 2” (en realidad, un modelo Abir M-462 con cambios menores y fabricados por la empresa AIL, como lo ha demostrado IDL-Reporteros), tienen tracción 4 x 4 y se venden a 171 mil dólares cada uno. Salazar y Torres proclaman que es un precio justo y adecuado tomando en cuenta las bondades que ofrece el vehículo.
Los camiones con tracción de 6 x 6 que ha adquirido el Ejército costaron 95,500 dólares. Es decir, un 55% menos. Casi la mitad.
¿Esto es porque tienen menor capacidad y potencia que los de Hatehof?
COMPARACIONES
Veamos. Los 6 x 6 del Ejército pueden transportar alrededor de 30 efectivos (y, según sostienen en el cuartel de Barbones, hasta 40). Tienen un motor de 280 HP de potencia, un tanque de combustible con una autonomía de 1,900 kilómetros, un torque de 118 kilogramos y una capacidad de superar pendientes del 70%. La garantía es de cuatro años o 50,000 kilómetros.
Los portatropas comprados a Hatehof por el Ministerio del Interior pueden trasladar 13 efectivos. Tienen un motor de 180 HP, un tanque de combustible con autonomía de 850 kilómetros, un torque de 35 kilogramos y una capacidad de superar pendientes del 60%. La garantía que ofrecen es de dos años o 50,000 kilómetros.
Es verdad que los vehículos del Ministerio del Interior vienen con blindaje parcial, de tolva y en las puertas de la cabina; y con repuestos. Pero en su momento, IDL-Reporteros ya demostró que el costo del blindaje –de acuerdo a la cotización de Armor Security, la mayor empresa de blindaje en el país– no debería de superar los 13,600 dólares y que el costo de los repuestos no debería de ser mayor a los 8,600 dólares. En total, 22,200 dólares de costo adicional, como máximo.
Si a los portatropas que ha comprado el Ejército se les agregara blindaje y repuestos su precio no debería de superar los 117,700 dólares la unidad. Es decir, seguirían siendo 53,300 dólares más baratos que los que ha vendido Hatehof, pese a tener mayor potencia, autonomía y capacidad para transportar efectivos.
Pero la diferencia de precio se vuelve obscena si la comparación se hace con los portatropas 4 x 4 del Ejército. La potencia, el torque, la autonomía y la capacidad de los Wolf 2/Abir y de los Beiben Truck 4 x 4 son casi equivalentes (180 HP vs 160 HP; 35 Kg vs 50 Kg; 850 Km vs 800 Km; 13 efectivos vs 12 efectivos). Los chinos, por lo demás, tienen cuatro años de garantía. Y costaron 56,600 dólares. Es decir, la tercera parte de los de Hatehof.
Algunos podrán alegar que un vehículo chino (aunque se trate en este caso de uno con tecnología alemana y especificaciones militares) no compite de igual a igual con uno israelí. Pero ¿eso justifica una diferencia de 300% en el precio?
PRECIOS HISTÓRICOS
Comparemos también, entonces, la marca consigo misma. Durante el decenio fujimorista, el Ministerio del Interior efectuó tres compras de portatropas, todos modelo Abir M-462, fabricados por AIL, y todos vendidos por la misma compañía: Sutex S.A. En 1995, le compró 70 portatropas a 55,950 dólares cada uno. En 1997, otros 20 a 59,850 dólares la unidad. Y en 1998, otros 70 también a 59,850 dólares. Sutex, por si alguien no lo recuerda, es la empresa con la que el traficante de armas Zvi Sudit y sus socios James Stone, Ilan Weil y Rony Lerner hicieron millonarios negocios con Montesinos, por lo cual es casi seguro que los precios consignados incluyeran la ‘comisión’ respectiva al ‘Doc’.
En 2007, la empresa ISDS vendió 50 portatropas Abir a 107,000 dólares cada uno, compra que se anuló luego por supuesta sobrevaluación. Pero es importante aclarar que en el proceso de compra de 2006-2007, el Ministerio del Interior estableció bases según las cuales el precio mínimo con el que se podía concursar era 107 mil dólares. Cualquier oferta inferior significaba descalificación. Las autoridades del ministerio jamás explicaron el porqué de esta regla.
Luego de la salida de Pilar Mazzetti y el ingreso al ministerio de Luis Alva Castro, la compra de los Abir fue cancelada aduciendo sobreprecio.
Tenemos, entonces, que un portatropas Abir costaba en el Perú 59,850 dólares en 1998 y que nueve años después se quiso vender a 107,000 dólares pero se consideró excesivamente caro. ¿Cómo es que en 2009 este mismo Abir, con solo unos pocos cambios cosméticos, puede haber sido vendido al Ministerio del Interior a 171,000 dólares? ¿No es evidente que existe un enorme sobreprecio en esta adquisición y que la única explicación posible es que alguien, o más de uno, cobró una inmensa coima?
El general Obregón durante la inspección de los vehículos. (Cortesía: Prensa Libre)
EL DEMOLEDOR INFORME OBREGON
El documento había sido ocultado como si fuera un secreto de seguridad nacional. Era, en efecto, un secreto, pero de deshonestidad gubernamental.
El informe que hizo el jefe de Logística de la PNP, general Mario Obregón, luego de su semiclandestina1 visita a la planta de Hatehof en Nazaret, Israel, el 25 de febrero pasado, fue mantenido en reserva por el ministerio del Interior debido a lo que es: un documento bochornosamente incriminatorio para el Ministerio y el Gobierno en general.
IDL-Reporteros hizo gestiones reiteradas desde comienzos de marzo para obtener copia de dicho informe y entrevistar al general PNP Obregón. Las respuestas, todas negativas, fluctuaron entre el pavor burocrático y la mecida.
Por fin, IDL-Reporteros ha logrado obtener una copia completa del informe de Obregón, que hoy pone a disposición de sus lectores. Cuando uno lo lee, se da cuenta por qué lo ocultaron: El documento no solo es revelador sino, sobre todo, constituye una auto acusación. Obregón viajó a Israel, entre el 25 de febrero y el 3 de marzo pasados, con autorización del director general de la PNP, general Miguel Hidalgo2. Lo acompañaron el mayor PNP Rafael Gonzales, jefe de la Unidad de Transportes de la Diroes; el especialista superior PNP Óscar Sánchez, mecánico del equipo de control de calidad de la Dirlog; y el ET2 Dante Camarena. El viaje fue pagado por Hatehof.
El propósito declarado del viaje era verificar el cumplimiento por parte de Hatehof de las condiciones contractuales en la muy controvertida compra de 31 portatropas y 13 vehículos blindados multipropósito3.
Hay que tener presente que Obregón viajó poco después de que IDL-Reporteros revelara en sus dos primeras entregas (“Estafa Camionera”, el 14 de febrero; y “La Prueba”, el 19 de febrero), el fraude cometido en la adquisición grotescamente sobrevalorada de los portatropas y el hecho que se trataba, con ligero maquillaje, de los mismos portatropas Abir M-462 que el ex ministro Luis Alva Castro se había negado a recibir el 2007, a 107 mil dólares cada uno, aduciendo un sobreprecio. De manera que Obregón era consciente de la responsabilidad que pesaba sobre él al efectuar la verificación de los vehículos; y a la vez sabía que el ministro Octavio Salazar y el viceministro Samuel Torres hacían todo lo posible por defender la adquisición.
Por eso, el informe es un ejercicio precario de equilibrio, que debe ser leído como el documento de alguien que sabe que no puede ocultar los hechos pero que tampoco quiere perjudicar su carrera.
La inspección
En la primera parte del documento, el director de Logística de la Policía relata que llegó a la planta de Hatehof, junto con su equipo, el domingo 28 de febrero a las once de la mañana, para corroborar si los portatropas Wolf 2 cumplían o no con las especificaciones técnicas que exigía el contrato. A pesar del evidente fraude, los policías se limitaron a tomar nota de los descargos de los representantes de la empresa, quienes indicaron que “las observaciones a los chasís se absolverían al día siguiente, ya que se había coordinado con la empresa AIL, proveedora de los chasís, con los que Hatehof produce sus vehículos para que estos reemplacen los chasís observados y que aquellos habrían sido enviados por error del proveedor”.
En febrero pasado, como se recuerda, IDL-Reporteros reprodujo una conversación telefónica entre Leonard Solomon, gerente de importaciones y exportaciones de AIL; y Leo Gleser, presidente de ISDS. En ella, el primero admite que su empresa ha vendido a Hatehof –para ser exportados al Perú– 31 de los vehículos Abir M-462 originalmente encargados por ISDS. (Ver: La prueba). Inspección de los Wolf 2 en la planta de Hatehof, en Nazaret. (Cortesía: Prensa Libre)
Al día siguiente de la primera inspección de Obregón, el ingeniero de AIL, Gideon Hadari, llegó a la planta y argumentó “que por error de la empresa AIL se habían enviado esos chasís, los mismos que habían sido retirados y en su reemplazo se había traído otros chasís también nuevos y sin numeración”.
Horas más tarde, según refiere Obregón, el empleado de AIL grabó los nuevos códigos VIN (Vehicle Identification Number) sobre los chasís de AIL. Es decir, el ensamblador en 2007 de los Abir M-462, 31 de los cuales habían sido vendidos a Hatehof para que pasaran a llamarse Wolf 2, pegaba una nueva etiqueta de VIN a los chasís, para que en Lima pasen la segunda “inspección” sin problema alguno. Algo así como “el punto de oro” en el mundo de los fierros.
Los portatropas también presentaron otro “problema” revelador. Todos llevaban caja de cambios automática THM-400 y no mecánica, como lo exigían las especificaciones técnicas del “Wolf 2”. La caja automática de cambios que tenían es la que llevan los Abir M-462.
Cuando Obregón anotó el flagrante hecho, los representantes de la empresa trataron de convencerlo de que la caja automática de los Abir era una gran cosa.
Obregón también reportó que los neumáticos y aros no cumplían con los requerimientos de la PNP, “siendo lo solicitado, según respuesta a consultas: Aro 18″ mínimo”. Los de Hatehof, contradiciendo su propia propuesta técnica, le dijeron que “los vehículos verían afectada su performance si es que se aumenta el diámetro de las ruedas a Aro 18″”.
Por todo ello, a Obregón, consciente al fin y al cabo que no solo el ministerio del Interior sino también el Ministerio Público iba a leer sus conclusiones, no tuvo alternativa salvo la de establecer que el Wolf2: “No cumple con las especificaciones técnicas del requerimiento de la PNP, en los ítems antes indicados. Por lo señalado los vehículos WOLF 2 no están en condiciones de ser embarcados, según lo establece la clausula 12, numeral 12.7 y la clausula 14 del Contrato de Compra”.
Pero eso no fue todo. A Obregón le restaba revisar los Wolf 1, y ahí encontró más sorpresas.
Los Wolf 1, otro intento de fraude
La conclusión sobre la verificación del camión multipropósito blindado que hizo el general Obregón resultó la misma que en el caso de los Wolf 2: “El vehículo no cumple con las especificaciones técnicas del requerimiento de la PNP, en los ítems en los que se indica. Por lo señalado los vehículos WOLF 1 no están en condiciones de ser embarcados, según lo establece la cláusula 12, numeral 12.7 y la cláusula 14 del Contrato de Compra”.
“Los chasís sobre los cuales se fabrica el vehículo, llevan la numeración VIN correspondiente al 2008 (DO8LL21080025BD), por lo cual no cumple con los requerimientos de la PNP”.
Obregón, además, detalla una lista de otros incumplimientos de Hatehof:
- No cumple con tener la palanca al piso de la transmisión, ya que está instalada en la columna de la dirección.
- No cuenta con dos bases para fusil ametralladora, una en cada lado lateral del techo.
- No cumple con tener seis troneras laterales con sus respectivas ventanas visoras, ya que el vehículo solo tiene cuatro troneras laterales y una posterior.
- No cumple con el ángulo de entrada 44 grados como mínimo; ni tampoco con el ángulo de salida de 35 grados mínimo; tampoco cumple con el espacio a tierra de 500 mm mínimo.
En febrero pasado, después de la publicación de “La Prueba”, y en días previos al viaje de Obregón, el viceministro Samuel Torres dijo al diario El Comercio que “en el supuesto negado de que (los portatropas) no fuesen fabricados con las características que hemos especificado, nosotros no los vamos a recibir, no daremos la conformidad y no se hará efectivo el pago por los bienes, que son hechos a pedido”. Sin embargo, luego que IDL-Reporteros revelara parte del contenido del informe de Obregón (en “Encubrimientos y deslindes”), Torres salió a los medios de comunicación para anunciar que pese a ello, no se anularía la compra. “Hasta ahora no hay ninguna configuración de fraude. Nosotros hemos hecho las consultas a asesores externos para ver si se puede hablar de un tema de fraude, nada más alejado de la realidad porque hay indicios claros de que la empresa le dio facilidades a nuestra comisión para que se paseen por toda la empresa, estuvieron a disposición de modificarlo y eso es lo que ha ocurrido”, aseguró Torres en una entrevista en Prensa Libre.
Lo que no dijo el viceministro es que Hatehof estaba obligada por el contrato a dar “las facilidades” a la delegación policial para que inspeccione los vehículos en la planta de la firma.
Y, además, ¿qué tienen que ver “las facilidades” con el travestismo vehicular que Obregón no tuvo más remedio que detectar en Nazaret? Eso es algo que quedaría claro para cualquier persona mínimamente inteligente, que estuviera interesada en la realidad y no en el encubrimiento.
A estas alturas, ya no hay duda sobre el fraude cometido en la compra de vehículos a Hatehof. Lo que queda por investigar, e investigar a fondo es quiénes, entre los que intervinieron en ella, tienen un interés creado en defender esa obvia estafa.
Aunque Samuel Torres es quien sale a tratar de justificar la operación cada vez que se revela algo nuevo sobre ella, el responsable del sector es alguien que trata de mantenerse de perfil a toda costa: el ministro Octavio Salazar.
¿Es él el principal responsable? Veamos: Salazar no tiene ninguna fuerza política propia. Pero si incluso después que el ex ministro del Interior y ahora presidente del Congreso, Luis Alva Castro, declara públicamente (ver: Alva Castro: “Por lo menos hay una sospecha”) que esa compra debe investigarse porque “ya estaba bastante sobrevaluada y ahora resulta que está mucho más. Por lo menos hay una sospecha”, Salazar se mantiene incólume, hay que preguntarse: ¿Quién tiene el poder suficiente como para proteger al ministro? ¿Qué personaje de Palacio se interesa muy en particular por todo lo rentable e interesante que sucede en el ministerio del Interior, especialmente pero no solo en los ascensos?
1) La resolución que autoriza el viaje no fue publicada entonces ni en las semanas subsecuentes en El Peruano.
2) Memorándum Nº 194-2010-DIRGEN-PNP/EMP/OCNI del 23/2/2010.
3) La compra fue hecha, como se sabe, mediante el “Contrato de Compraventa de Bienes en el Extranjero Nº 01-2009-DIRECFIN-PNP del 17 de diciembre de 2009