Hace unas semanas, el almirante Mike Mullen, jefe del Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas estadounidenses, visitó Tonga, un remoto archipiélago de 100.000 habitantes, entre Hawai y Nueva Zelanda, que conforma la 189ª nación más pequeña del planeta.
Andrew Burt InsideDefense.comLos medios despacharon la visita como una escala técnica en su viaje de regreso desde Australia. Sin embargo, el objetivo de la parada iba más allá del mero reabastecimiento. La discreta llegada de Mullen a Tonga dice mucho de los cálculos que definirán el futuro del ejército más grande del mundo y, por extensión, el equilibrio militar del planeta.
Y es que EE UU necesita nuevas bases en Asia. Justamente en lugares como Tonga. Y rápido. El rearme de China supone un desafío militar que Washington no había enfrentado en décadas. Un reciente informe del Congreso norteamericano indica que los misiles chinos ya pueden alcanzar cinco de las seis principales bases aéreas estadounidenses en Japón y Corea del Sur. Pekín tendrá pronto la capacidad de hundir portaaviones de EE UU, derribar sus aviones de combate y destruir sus satélites. Según el experto Jeff Hagen, la única opción frente a la creciente amenaza china son las “operaciones desde ubicaciones más alejadas”. El problema es que EE UU no tiene en Asia tantas “ubicaciones alejadas” que queden fuera del alcance de China. Si Washington quiere mantener su poder militar en Asia va a necesitar nuevas bases. De ahí las visitas que altos funcionarios y oficiales norteamericanos están haciendo a países de la región. Países como Tonga.
La escalada militar china preocupa tanto a sus vecinos como a EE UU. Por eso, desde India a Indonesia, Japón o Corea del Sur, el rearme se ha disparado a un ritmo alarmante. En este contexto, el refuerzo de la presencia militar estadounidense con nuevas bases proporcionaría seguridad frente al creciente poder de China.
Las consecuencias de la visita de Mullen a Tonga, sin embargo, van más allá de Asia. Las estrecheces presupuestarias van a provocar inéditos recortes en el Ejército estadounidense. Una comisión nombrada por Obama recomendaba recientemente reducir en un tercio las fuerzas en el exterior. Y un mayor despliegue en el Pacífico será a costa de reducir la presencia militar en otros lugares. Esto significará que Europa, ya sujeta a restricciones en sus gastos de Defensa, tendrá que hacer aún más con menos. La estrategia que el Pentágono adopte en Asia va a tener efectos en el resto del mundo.