*Por Daniel Alaluf (Safe Democracy)
El descubrimiento de una nueva central nuclear iraní -que aceleraría notablemente el enriquecimiento de uranio necesario para conseguir una bomba nuclear- acorta los plazos para tomar medidas más concretas contra el régimen teocrático iraní, que ya no puede ocultar el fin bélico de su programa atómico. Lejos de la intención de hacer “futurismo” o “astrología política”, el autor del siguiente análisis, plantea escenarios posibles -en los terrenos militar y económico- ante una hipotética confrontación directa entre el Estado de Israel y la República Islámica de Irán.
Bajo la cómplice mirada del mundo, Irán ha conseguido otro importante logro a fin de convertirse en una amenazante potencia nuclear: la acumulación de una cantidad suficiente de uranio de bajo enriquecimiento (LEU), 25 kg, que le permite el futuro enriquecimiento del mismo a fin de producir uranio altamente enriquecido (HEU). Esta cantidad es considerada suficiente para producir un dispositivo explosivo nuclear. Este objetivo, que fue conseguido antes de lo pronosticado por los analistas occidentales, se debe a la alta eficiencia del programa nuclear iraní y al gran número de centrifugas que realizan la operación de enriquecimiento.
La oposición a la existencia de Israel ha sido un punto central en la política exterior iraní desde el nacimiento de la Republica Islámica en 1979 (a pesar de la existencia de alguna cooperación táctica entre los países en los años ´80 durante la guerra Irak-Irán).
Israel sigue de cerca la carrera armamentista iraní con gran preocupación. Los constantes llamados del presidente persa, Mahmoud Ahmadinejad, para destruir al Estado de Israel, la negación del Holocausto, la designación de Ahmad Vahidi como Ministro de Defensa, quién se encuentra inculpado de llevar a cabo -entre otros- el brutal atentado contra la sede de la comunidad judía de Buenos Aires (AMIA) en julio de 1994, y por último la revelación de la nueva planta de enriquecimiento de uranio refuerzan la desconfianza.
Si Irán continúa con su estrategia actual mediante la cual estira las negociaciones con los Estados Unidos mientras prosigue con la producción de uranio las opciones del Estado Judío se ven cada vez más reducidas.
¿Puede Israel aceptar la existencia de un Irán nuclear? El consenso en el mapa político-ideológico israelí es completo. Ningún partido político israelí acepta esta amenaza. Si bien Israel le dará tiempo a los Estados Unidos para intentar resolver la cuestión por medios puramente diplomáticos, como lo desea el presidente estadounidense, la pregunta es: ¿cuánto tiempo puede dar Israel? Y la segunda gran pregunta es: ¿Qué pasaría si Israel ataca las instalaciones atómicas iraníes tal como lo hiciera en 1981 en Irak?
Posibles escenarios militares y económicos
Para llevar a cabo una operación militar de este tipo Israel deberá considerar varios factores, principalmente el momento indicado para llevar a cabo dicha empresa y la envergadura de la misma. Un simple análisis primario nos lleva a prever cuales podrían ser las respuestas del régimen fundamentalista iraní.
Irán tiene, aparentemente, la capacidad de responder en dos ámbitos paralelos: el económico y el militar.
En el ámbito económico, la principal arma del régimen iraní es el alto control sobre la producción mundial de crudo que posee. La primer respuesta podría ser disminuir o incluso detener por decisión propia la exportación de petróleo. Esta medida, similar a la tomada en 1807 por Thomas Jefferson cuando impusiera un auto embargo a las exportaciones estadounidenses a fin de proteger los envíos de su país ante las constantes intervenciones francesas y británicas (política que dañara más a la economía estadounidense que a las europeas), destruiría por completo la ya precaria economía iraní. Por lo que se puede deducir que Irán optaría por detener sus ventas a aquellos países aliados a Israel (EEUU y algunos países europeos) mientras que seguiría vendiendo oro negro a Rusia y China. El impacto de esta medida sería inmediato en la economía mundial.
La segunda medida económica podría ser el cierre del Estrecho de Ormuz. Este angosto pasaje, de 100 Km. de ancho, que conecta el Golfo de Ares localizado al sudeste y al Golfo Pérsico al sudoeste, teniendo en su costa norte a Irán y en su costa sur a los Emiratos Árabes y al enclave omaní de Musandam. Se estima que aproximadamente el 40 % de la producción petrolífera mundial pasa por este pequeño estrecho. Si bien Irán podría efectuar el cierre del mismo tras un ataque israelí, esta medida lo enfrentaría inmediatamente con los EE.UU. y Europa arriesgándose a ser posteriormente atacado por una coalición occidental liderada por el país americano. Demás está decir que ningún tipo de enfrentamiento directo con los EEUU es conveniente para el régimen de los Ayatollas.
La primera opción militar con la que cuenta Irán, es atacar a Israel con misiles. Si bien esta opción es viable, más aún si consideramos los últimos ensayos balísticos realizados por la república islámica (el misil Shiaab 3), no es factible que sea llevada a cabo. Aún si Irán utilizara sus misiles y su fuerza aérea, el daño que puede provocarle al Estado de Israel no justifica el riesgo de dicha acción. La respuesta sería letal. Un ataque iraní daría a Israel la posibilidad y justificación para usar todo su arsenal -que podría incluir armamento no convencional- contra este país que declara constantemente su voluntad de eliminarlo.
La segunda opción militar con la que cuenta el régimen iraní sería incrementar el apoyo al terrorismo mundial. Está opción, mediante la cual se llevarían a cabo ataques contra objetivos americanos y/o israelíes siempre es viable para este país. Pero, teniendo en cuenta que las fuentes de inteligencia estadounidenses en los EEUU y Europa son hoy en día altamente efectivas y dado que la respuesta estadounidense a un ataque contra sus intereses en su territorio puede ser de gran magnitud, esto reduce la opción a realizar este tipo de ataques sólo dentro de Medio Oriente. Si bien Irán mantiene un conflicto retórico con los Estados Unidos a nivel operativo prefiere atacar objetivos más débiles.
El punto anterior abre la posibilidad para que se realicen ataques terroristas contra Israel por vía de los grupos terroristas Hamas y Hizbollá. La lógica indica que esta sería la opción más favorable para el régimen iraní. Series de atentados en Israel y ataques con misiles desde el sur del Líbano y la Franja de Gaza sería uno de los métodos más efectivos que puede aplicar Irán por medio de sus aliados, mientras que una contundente respuesta israelí en estas dos regiones traería consigo, como es habitual, primero el visto bueno de la comunidad internacional e inmediatamente la condena de estos mismos actores. De esta forma Irán conseguiría obtener una confusión mediática por medio de la cual intentaría posicionarse en el rol de víctima mientras que el Estado judío pasaría a ser el victimario que “ataca a pobres civiles inocentes”.
Irán podrá también brindar apoyo al Talibán en Afganistán y a la mayoría Shiíta en Irak, a fin de actuar de una forma aún más dañina y organizada contra las fuerzas estadounidenses en estos dos países, pero esta opción se presenta un tanto más compleja para el país persa.
Las medidas internacionales
La nueva planta de enriquecimiento de uranio demuestra que Irán continúa engañando a Occidente y fortalece la postura israelí, el descubrimiento de esta planta servirá para acelerar las sanciones internacionales contra el régimen iraní. La amenaza de un ataque israelí preocupa tanto a los estadounidenses como a los europeos. Esta preocupación puede ser también un excelente motivo para que la comunidad internacional despierte y actúe más efectivamente frente a la amenaza iraní.
La política actual del presidente Obama se encuentra lejos de una acción militar contra Irán. Las diferentes sanciones que una coalición Occidental, liderada por los Estados Unidos, pueden generar un efecto devastador sobre la precaria economía del país. Este tipo de política estadounidense pone en graves problemas al presidente iraní Mahmoud Ahmadinejad, dado que necesita un enemigo externo a fin de distraer la atención del pueblo de los fracasos económicos y políticos de su régimen y evitar las crecientes divisiones internas existentes en el país (tal como pudo ser observado tras las últimas elecciones)
En ausencia de este enemigo, y con los Estados Unidos habiendo descartado la opción militar, la opción más lógica para el presidente iraní es intentar identificar al Estado de Israel como una amenaza constante y proclamarse en su contra cada día más. Por el lado israelí, su premier Biniamin Netanyahu perteneciente al ala derechista de la política israelí, se ve en la obligación de responder amenazante a las acusaciones del presidente iraní, generando un fluido conflicto retórico entre ambos países.
¿Es viable un ataque?
Teniendo en cuenta las posibles consecuencias de un ataque contra Irán, la viabilidad del mismo es altamente dudosa.
Napoleón solía decir que para comprender la política y las acciones de un país hay que observar antes que nada donde se encuentra éste ubicado en el mapa. El inmediato cierre del Estrecho de Ormuz generaría un aumento en los precios del crudo, esto podría desencadenar una crisis económica mundial. A fin de evitar esto, los Estados Unidos deberían conquistar partes del país, y en este momento en medio de las batallas en Afganistán e Irak, esto no sería posible.
Mientras que la mayoría de las elites árabes verían con ojos muy positivos un ataque israelí sobre Irán, la opinión pública en estos países claramente lo condenaría. Si bien Irak es el único Estado árabe con mayoría Shiíta, existen importantes comunidades shiítas en los Emiratos Árabes y en Arabia Saudita. Un ataque israelí sería altamente preocupante para los líderes de estos países.
Teniendo en cuenta los factores antes mencionados, la Administración de Obama se encuentra en una situación crítica frente a esta nueva ronda de negociaciones con el régimen iraní. Mientras que sectores de la derecha estadounidense e israelí apoyan un hipotético ataque, los motivos para no llevarlo a cabo son más que suficientes. Pero, todos los escenarios antes mencionados se convierten en aún más peligrosos con un Irán nuclear y esto nos lleva a preguntarnos nuevamente: ¿cuánto tiempo podrá esperar Israel?