Los doce países de América han integrado UNASUR. Pero uno solo de ellos, Brasil, es la mitad de la región en términos de PBI, población y territorio.
Se trata de una asimetría similar a la que se puede registrar entre Rusia y las ex republicas soviéticas. O como si en Europa y sus veintisiete países, los tres más grandes (Alemania, Francia y el Reino Unido) fueran un solo.
Pero más allá de la dimensión, es el único país América del Sur que tiene vocación de actor global.
Analizando América Latina -no sólo la del sur- México es el otro país que por su dimensión podría pretender un rol de este tipo, pero por razones históricas y geográficas no tiene esta vocación.
Brasil se piensa así mismo como una potencia mundial, al estilo de China, Rusia e India, los tres países del mundo con los cuales comparte la sigla BRIC.
Comparándolo con ellos, es claro que la mayor desventaja relativa la tiene en el campo estratégico-militar, ya que las otras tres potencias tienen el arma nuclear y planes ambiciosos de reequipamiento y modernización de sus Fuerzas Armadas y Brasil está rezagado respecto a ellos en este rubro.
Es por esta razón que el rearme brasileño tiene como primer objetivo reforzar la condición del país como actor global.
En la región Brasil, más que como líder, está actuando como un factor de moderación, como se puso en evidencia en la reciente Cumbre de Unasur en Bariloche, donde el logro fue lo que se pudo evitar, ya que la condena al acuerdo Bogotá-Washington para el uso de bases hubiera significado la crisis de UNASUR y su Consejo de Defensa.
Frente a la supuesta escalada en la compra de armamentos en los países de la región andina y en particular las adquisiciones de Venezuela en Rusia -Chávez realizo una gira por Libia, Argelia, Irán, Siria, Rusia y Bielorusia-, la tensión de dicho país y Ecuador con Colombia y el acuerdo para el uso de siete bases militares de este país por parte de EEUU, para Brasil dar una señal de que aumenta su capacidad militar refuerza su rol de país moderador en la región.
Además, por razones de equilibrio regional, Brasil no puede permitir que Venezuela o Colombia superen su capacidad militar, ni tampoco que estalle un conflicto entre ambos.
Pero también las adquisiciones de armas en Francia, anunciadas por el gobierno brasileño, apuntan a adquirir los medios para hacer efectiva la soberanía nacional en su amplio territorio, y en particular en la región de la Amazonía, que es la de menor presencia estatal y que además linda con los países hoy más conflictivitos en América del Sur, donde la actividad de organizaciones ambientalistas es percibida como una limitación a la autonomía del estado brasileño.
Brasil analizó, en el pasado reciente, elegir a Rusia o a Francia como socio estratégico para el área de defensa.
Optó por el segundo, evitando una opción que hubiera creado dificultades en su relación con Washington.
De esta forma confirma su autonomía de los EEUU, pero al mismo tiempo evita una confrontación con dicho país, que no ve con buenos ojos una presencia militar de Rusia en la región.
En conclusión, el rearme brasileño responde en primer lugar al objetivo de ser potencia global, en segundo término a tener la capacidad de ejercer un rol moderador en la región y por último a mantener la capacidad de hacer efectiva la presencia estatal en las regiones menos pobladas del país.
Se trata de una asimetría similar a la que se puede registrar entre Rusia y las ex republicas soviéticas. O como si en Europa y sus veintisiete países, los tres más grandes (Alemania, Francia y el Reino Unido) fueran un solo.
Pero más allá de la dimensión, es el único país América del Sur que tiene vocación de actor global.
Analizando América Latina -no sólo la del sur- México es el otro país que por su dimensión podría pretender un rol de este tipo, pero por razones históricas y geográficas no tiene esta vocación.
Brasil se piensa así mismo como una potencia mundial, al estilo de China, Rusia e India, los tres países del mundo con los cuales comparte la sigla BRIC.
Comparándolo con ellos, es claro que la mayor desventaja relativa la tiene en el campo estratégico-militar, ya que las otras tres potencias tienen el arma nuclear y planes ambiciosos de reequipamiento y modernización de sus Fuerzas Armadas y Brasil está rezagado respecto a ellos en este rubro.
Es por esta razón que el rearme brasileño tiene como primer objetivo reforzar la condición del país como actor global.
En la región Brasil, más que como líder, está actuando como un factor de moderación, como se puso en evidencia en la reciente Cumbre de Unasur en Bariloche, donde el logro fue lo que se pudo evitar, ya que la condena al acuerdo Bogotá-Washington para el uso de bases hubiera significado la crisis de UNASUR y su Consejo de Defensa.
Frente a la supuesta escalada en la compra de armamentos en los países de la región andina y en particular las adquisiciones de Venezuela en Rusia -Chávez realizo una gira por Libia, Argelia, Irán, Siria, Rusia y Bielorusia-, la tensión de dicho país y Ecuador con Colombia y el acuerdo para el uso de siete bases militares de este país por parte de EEUU, para Brasil dar una señal de que aumenta su capacidad militar refuerza su rol de país moderador en la región.
Además, por razones de equilibrio regional, Brasil no puede permitir que Venezuela o Colombia superen su capacidad militar, ni tampoco que estalle un conflicto entre ambos.
Pero también las adquisiciones de armas en Francia, anunciadas por el gobierno brasileño, apuntan a adquirir los medios para hacer efectiva la soberanía nacional en su amplio territorio, y en particular en la región de la Amazonía, que es la de menor presencia estatal y que además linda con los países hoy más conflictivitos en América del Sur, donde la actividad de organizaciones ambientalistas es percibida como una limitación a la autonomía del estado brasileño.
Brasil analizó, en el pasado reciente, elegir a Rusia o a Francia como socio estratégico para el área de defensa.
Optó por el segundo, evitando una opción que hubiera creado dificultades en su relación con Washington.
De esta forma confirma su autonomía de los EEUU, pero al mismo tiempo evita una confrontación con dicho país, que no ve con buenos ojos una presencia militar de Rusia en la región.
En conclusión, el rearme brasileño responde en primer lugar al objetivo de ser potencia global, en segundo término a tener la capacidad de ejercer un rol moderador en la región y por último a mantener la capacidad de hacer efectiva la presencia estatal en las regiones menos pobladas del país.