«El cariño y la lealtad no tienen punto de quiebre», solía repetir el empresario chileno Max Marambio sobre su relación con Fidel Castro y el régimen comunista. Pero la ruptura se produjo el pasado diciembre, cuando la Fiscalía Nacional -que depende del general Raúl Castro- inició una investigación por corrupción contra las dos compañías que Marambio tenía en la isla.
Libio Perez
El empresario, conocido como «Guatón» (barrigudo), no viaja a La Habana desde noviembre y de momento no podrá regresar. Mucho menos después de que el gerente de su empresa Río Zaza, el ingeniero chileno Roberto Baudrand, muriera de un supuesto "ataque cardíaco" el martes pasado mientras tenía una orden de arraigo de las autoridades comunistas. Otros dos altos ejecutivos de sus compañías permanecen encarcelados y son investigados por sobornos y movimiento ilegal de capitales.
Marambio cerró sus dos empresas en Cuba y perdió más de 20 millones de dólares que el régimen le retenía desde el año pasado. Así dio por terminadas sus operaciones en la isla, a la que llegó por primera vez en 1966. Tenía apenas 17 años cuando acompañó a su padre, el entonces diputado socialista Joel Marambio, en un viaje a Cuba en el que conoció a Castro.
En su libro autobiográfico «Las armas del ayer», prologado por el Premio Nobel Gabriel García Márquez, Marambio relata que Castro le preguntó qué quería estudiar, a lo que el joven respondió: «Arquitectura». Castro, haciéndose el desentendido, retrucó: «Excelente, porque acá necesitamos agrónomos». El chileno se quedó en La Habana e inició estudios de agronomía.
A partir de ese momento, la vida de Marambio es como una novela de espionaje. Como la mayoría de los jóvenes extranjeros que estudiaban en Cuba en la década de los 60, Marambio recibió instrucción militar en los campos de entrenamiento de Pinar del Río. Pero dejó sus estudios inconclusos para regresar a Chile cuando comenzaba la campaña que llevaría a Salvador Allende al gobierno en 1970.
Ya en Chile y con el nombre de guerra de «Ariel Fontana», se integró a las filas del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR), que organizó el dispositivo de seguridad del debutante presidente socialista. La formación del Grupo de Amigos Personales (GAP), como fue bautizada la escolta presidencial, recayó en Marambio por instrucciones de Miguel Enríquez, jefe del MIR. Enríquez murió en en 1974 -un año después del derrocamiento de Allende- en combate con las fuerzas del general Pinochet.
El 11 de septiembre de 1973, cuando cayó Allende, Marambio se refugió en la embajada cubana en Santiago y combatió contra los militares que intentaron capturarlo. Tras diez meses de encierro pudo viajar a La Habana. En Cuba ingresó en las Tropas Especiales del Ministerio del Interior, donde alcanzó el grado de coronel después de participar en operaciones encubiertas en América Central y África. Algunas de ellas fueron en apoyo a las guerrillas, pero la mayoría correspondían a operaciones financieras para burlar el embargo.
Max Marambio realizó «misiones» junto a los gemelos y oficiales de las Tropas Especiales Antonio y Patricio de la Guardia, quienes en 1989 fueron enjuiciados por corrupción y recibieron la pena de muerte, el primero, y 30 años de prisión, el segundo. El episodio significó el fin de las operaciones encubiertas para un grupo de oficiales de Interior y Marambio pasó a dirigir una empresa que triangulaba productos.
Más tarde formaría su propio holding, International Network Group, con más de 36 empresas y filiales en Cuba, España, México, Ecuador y Chile. Su fortuna ya ascendía a varias decenas de millones de dólares, era propietario de coches de lujo, un yate y un helicóptero que usa para sus traslados en Santiago. Todo un comunista adscrito a la revolución socialista y anti burgués.
Casado con una de los dueños de la mayor aerolínea de Chile -la misma de la que era socio el presidente Sebastián Piñera-, fue el jefe de la campaña de Marco Enríquez-Ominami, hijo de Miguel Enríquez, el mismo que le entregó la misión de cuidar a Allende. Hasta diciembre pasado, todo empresario que quisiera hacer negocios con Cuba recurría a Marambio, pero eso se acabó. Su cariño y la lealtad con los Castro y la revolución llegaron al punto de ruptura.