En una entrevista exclusiva con WE, el ex presidente del Banco Central advierte sobre la falta de inversión en el país y su efecto inflacionario. Analiza también el proyecto de distribución de ganancias de Recalde y dispara: “La suerte de los Kirchner está indisolublemente atada a la alianza que mantienen con el titular de la CGT, Hugo Moyano”.
La pantalla del televisor LCD está clavada en CNN. La guerra de monedas es el disparador de ese informe que aparece por detrás de Martín Redrado, a ocho meses de su áspera salida de Reconquista 266. Al ex presidente del Banco Central, sin embargo, se lo nota cómodo en un escenario en el que el mundo financiero es protagonista tanto a nivel global como local. Y, tal vez porque ya no tiene el traje de la función pública sino el de consultor internacional y local, no ahorra definiciones. En una entrevista con WE describe a Cristina Kirchner como "la presidenta que perdió una gran oportunidad", al ministro Boudou como "un político más que un economista" y al secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno, como un "voluntarista mesiánico". Redrado analiza también la creciente conflictividad sindical, el futuro de la guerra de monedas y el devenir del dólar en un año electoral. Dispara que "este es el Gobierno del ajuste" y responde también cuando se le pregunta por qué fue parte.
¿Cuánto peligro corre la economía argentina en 2011?
La economía argentina tiene hoy un flujo externo que le permite dar un espacio para que las distorsiones sigan acumulándose, pero yo veo que a diferencia de otras transiciones, la que viene en 2011-2012, no tiene que ocurrir en medio de una crisis. Está todo dado como para que la Argentina pueda resolver sin una crisis las distorsiones o las que podrían aparecer como callejones sin salida o bombas de tiempo, que se van dejando en materia económica. Obviamente lo que aparece en los últimos tiempos, mirando los números de comercio exterior, es el crecimiento de las importaciones, a un ritmo del 42-43 por ciento interanual, y el crecimiento de exportaciones que viene solamente de la mano de productos primarios y de precios, además de una cosecha muy mala como fue la de 2009.
¿Qué es lo que implica ese porcentaje de crecimiento en las importaciones?
En la Argentina no hay inversión y se prefiere importar antes que producir una nueva línea de montaje. Además, hay un incipiente problema cambiario, donde hoy tenemos una política económica pro inflacionaria que no se espiraliza porque el caballo tiene dos riendas, una es el tipo de cambio, y la otra es la alianza con Moyano, que te permite tener reclamos de salarios que no vayan por encima de un 30%. Por lo tanto, los problemas de distorsión en la Argentina, donde se utiliza el ancla cambiaria y la alianza sindical como para generar una economía que no pase de los 30 puntos de inflación, va generando importantes distorsiones. Por ejemplo, en el sector energético. Lo estamos viendo ahora también en una economía que va comiéndose los stocks, o para decirlo más sencillo, se va comiendo las alcancías. Lo bueno es que las tenés, pero te las vas comiendo. La primera alcancía era el campo, llevando los impuestos hasta el máximo posible, hasta que se llegó a un extremo. La otra alcancía fueron las AFJP, la otra el Banco Central, que sin duda te está mostrando que también tiene un límite porque a pesar de que se dice “hay más reservas”, todo el mundo sabe que eso es una mirada tuerta.
¿Está emitiendo más? ¿Hoy el BCRA tiene un rol más de emisor?
Sí, por supuesto. Todas las variables están creciendo el 30%, cuando antes en 2009 lo hacían al 15%, en términos de cantidad de dinero. También yo siempre hago la diferencia de que, esto iría como recomendación de política económica para toda América Latina, porque el gran tema en la región es cómo administra la bonanza, y estoy convencido de que acá lo que estamos generando es una política procíclica, en términos de no ahorrar en las épocas de vacas gordas para poder estar mejor en las épocas de vacas flacas.
¿La inflación es la mayor de las distorsiones?
Hay una cantidad de distorsiones, quizás la primera y más gráfica es la que está ocurriendo en materia de inflación y tipo de cambio. Las segundas son las distorsiones sectoriales, que generan que el gran problema en la Argentina sea una economía que camina renga, que está muy basada en el consumo, y muy baja en inversión. Y el efecto es directo. Hace poco un empresario me decía: “A mí me pueden decir cuánto tengo que pagar de salarios, me pueden decir a qué precios tengo que vender, pero nadie me puede obligar a invertir”. Vos podés controlar, toquetear todo, el resultado es que tenés poca o muy baja inversión, y bueno creo también que algunas distorsiones de precios, como por ejemplo en el caso de la energía, son muy serias. Cómo se desactiva esta bomba de tiempo de subsidios es clave.
¿Cómo lo haría usted?
Fundamentalmente cambiando el perfil de subsidios, pasaría del subsidio de la oferta hacia el subsidio a la demanda, y en particular ahí creo que se no se ha hecho un buen trabajo en el Gobierno, y es la base de datos que tiene Anses de identificación de las 10 millones de personas que hoy están por debajo de la línea de pobreza. A esas personas es donde tiene que llegar, que paguen el tren, la luz, el subte, el colectivo, la leche, que sigan pagando lo mismo, y hacer un programa gradual que tiene que ver con cómo, en un programa de 5 años, vas bajando de 10 millones de pobres a 5 millones. Entonces de esa manera, en la medida en que van saliendo de la pobreza gradualmente se puede plantear un camino crítico de normalización de precios que es fundamental.
¿Por qué los Kirchner en siete años de gestión y con crecimiento sostenido de la economía no pudieron bajar la pobreza significativamente?
Creo que fue un esquema que no estuvo basado en la expansión de la capacidad instalada, de la producción, sino que estuvo basado en el consumo. Es importante pero como todo en la vida, debe tener un equilibrio. Tampoco coincido con aquellos que piensan que sólo se puede vivir exportando, y por lo tanto no importa el mercado interno. Pero el trazado de las políticas económicas ha sido netamente cortoplacista. Una vez discutí con un funcionario, le dije que lo que le falta a este gobierno es largo plazo, y me decía “un buen día a día hace a un buen largo plazo”, y yo le decía no, porque decisiones de largo plazo no se toman mirando el día a día. Cuando uno mira en términos de políticas de expansión, de capacidad instalada, de políticas que se estén pensando a 5 a 10 años, obviamente nadie está pensando en esos plazos.
Ahí entra la economía de subsidios…
Es cierto que una economía que basada en subsidios genera un modelo político, cuya base de sustentación le permite también tener un nivel de salud política. Creo que lo que genera esto es la discrecionalidad. Es el Gobierno el que da los subsidios, el que da los aumentos a los jubilados, o los subsidios para la niñez, así surge una base electoral de fidelización.
¿Por eso el rechazo al 82%?
El 82% se rechaza por quitarle la discrecionalidad al gasto. Algo que el Gobierno siempre quiere y que yo he señalado también con mi salida del Central. Este es un gobierno que no quiere límites. No quiere límites en lo económico, en lo político. No quiere límites también en que la sociedad sepa cómo y cuando se está gastando. Es mucho más fácil manejar la tecnología del teléfono. Decirle a la Anses “prestale a tal o cual” es más sencillo que transparentar y generar reglas de juego. Así se genera una economía de favores con gobernadores, empresarios. Si generás un esquema transversal donde la distribución es amplia y equitativa no debés favores. Discrecionalidad versus transparencia es la cuestión.
Pareciera ser que en el caso del 82%, sin embargo, es el Gobierno el que cuida la caja…
La oposición ha fracasado en plantear qué se gasta y cómo. No hubo cálculos actuariales pero sí superficialidad. Me parece que la discusión fue planteada en términos de blanco o negro sabiendo que el Gobierno no negocia sino que impone. La oposición se subió a esto. La falta de solvencia intertemporal es uno de los problemas de la Argentina, con la foto sí es pagable pero cuando uno mira cálculos actuales hay que verlo con cuidado.
Esta semana el FMI recomendó enfriar la economía…
No se trata de enfriar. Me parece que el Gobierno con plantea “nosotros somos expansión y la oposición y el Fondo, todo lo distinto: es ajuste”. Estoy en desacuerdo. Debe haber políticas que incrementen la competitividad que permitan aumentar el flujo de inversiones. Este gobierno es el del ajuste porque por primera vez cuando uno mira cantidad de ventas de alimentos en agosto versus julio aparece una caída medida en cantidades. El salario de la gente no alcanza para comprar los alimentos básicos. Se ve en los números y también en los súper. El ajuste se hace por políticas inflacionarias. La gente no se dio cuenta por ahora.
Pero usted también formó parte de este Gobierno…
- Siempre consideré que el rol del presidente del Banco Central era cuidar tres variables: las reservas como garantía de los ahorros de los argentinos, el tipo de cambio y creo y creí, contrariamente a lo que piensan algunos, que no había que apreciar el tipo de cambio. La volatilidad cambiaria va en contra del crecimiento del PIB. Durante nuestra gestión hubo infinidad de rumores: corralito, corralón y nunca ocurrió nada de eso. Me ocupé de decir inconsistencias como el Indec y los informes de inflación del Central que en muchos casos no trascendían. Mi participación la vi como una contribución profesional al momento histórico, haciendo lo que creía que era mejor para el país y por supuesto para el Gobierno. En términos de inflación, perdimos una oportunidad histórica porque 2009 marcaba una tasa real del 14% y en lugar de trabajar sobre acceder a mercados de crédito el foco fue otro. El mundo después del 2008-2009 se ha transformado en un lugar donde los economistas somos keynesianos, pero hay keynesianos consistentes y keynesianos inconsistentes. En general los inconsistentes son los que dicen gaste, gaste, gaste y de alguna manera lo financian.
¿Dónde juega el ministro Amado Boudou?
- En ningún lado porque es más un político que un economista. Y los keynesianos consistentes decimos tengamos gastos de acuerdo al nivel de crédito que genera la economía. Creo que a nivel económico se perdió la oportunidad de haber estabilizado la inflación en un 14% en lugar de haberla duplicado.
¿Qué balance hace de la gestión de Marcó del Pont?
- No me gusta hacer comentarios ad hominem o ad feminem, pero la verdad es que acá la persona importa poco. Puede ser, Mercedes, Pedro, Juan, lo cierto es que hay una decisión política de tomar al Banco Central como caja de financiamiento. Y hacerlo con efecto monetario. Se está creando más moneda de lo que la economía argentina soporta, a una economía que ya tiene tendencia inflacionaria. Hoy claramente se ha buscado un modelo del Banco Central financiador del gasto, sin ningún tipo de restricciones y pro inflacionario.
¿Qué pasará con el Club de París? ¿Se puede evitar al FMI?
- Siempre hay que buscar soluciones imaginativas, sobre todo en un mundo donde estamos en la redefinición de la arquitectura financiera internacional. Pero si uno va a pedir que te reestructuren una deuda, debe tener alguien que le diga que los números son confiables. Y alguien obviamente que no sea uno. Si la Argentina quiere no pagar al contado o no pagar en un período de un año y medio, como lo han hecho algunos países, y quiere un período de 6-7 años de financiación, necesita alguien que le ponga un sello de calidad a los números que tiene. Si no nos gusta el Fondo, tenemos que buscar a alguien en el mundo internacional que tenga un paraguas de credibilidad.
¿La guerra entre el Gobierno y los grandes medios puede tener impacto económico?
- Muestra un patrón de comportamiento de no aceptar el disenso y de generar una sociedad de fragmentación, de “no quiero límites”. Ni en el BCRA, ni en la Corte, ni en los medios. Genera una tendencia a una sociedad más confrontativa que es difícil de revertir. Cortoplacitis y falta de confianza es el principal problema de la economía argentina