Con la creación del Comando Operacional Conjunto, desde el seno del Ministerio de Defensa de Argentina, se busca adecuar el instrumento militar a los tiempos que corren. Una ardua tarea que requiere romper con esquemas enquistados durante años en las Fuerzas Armadas.
*L.N. / DEFdigital.com.ar
La acción militar conjunta de las Fuerzas Armadas es la asignatura pendiente que desde el Ministerio de Defensa recibió mayor empuje a partir de los Kirchner al poder. “Es la única manera de aplicar el máximo poder de combate en una situación de conflicto. Si tenemos tres organismos que planifican y operan sobre el mismo teatro pero no comparten la información que tienen, se divide el esfuerzo y no se multiplica”, explican fuentes confiables del Departamento de Transformación del Instrumento Militar a Largo Plazo, del Gabinete de Estrategia Militar del Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas (EMCO). Y en ese sentido, el informe Rattenbach, luego de la guerra de las Malvinas, es totalmente ilustrativo. “No podemos seguir dándonos el lujo de asignar mal los recursos y habilitar tres instancias que se piensen a sí mismas de manera autorreferencial”, agregan.
Así, surgió el Comando Operacional Conjunto (COC), un organismo que debe conducir a los hombres de uniforme tanto en la paz como en un eventual conflicto. El rumbo está fijado. Con la sanción del Decreto 1691, de 2006, respaldado por la Ley de Defensa Nacional 23554, quedó aprobada la directiva de organización y funcionamiento de las Fuerzas Armadas. En síntesis, se fijan los lineamientos orientados políticamente a cambiar las hipótesis de conflicto por la de planificación de las capacidades militares, y están identificados los escenarios en los que se va actuar, los actores que participan y sus capacidades militares. O sea, se diseña el instrumento militar sin pensar en pelearse con nadie. A esa norma se sumó el Decreto 1729, de diciembre de 2007, que impone y ordena los pasos a seguir, desde que el gobierno dicta una directiva política para la defensa nacional hasta la aprobación de un plan de capacitación militar integrada.
Un rol decisivo
En el plano operativo, los expertos apuntan a que el EMCO sea capaz de imponerse a las Fuerzas para lograr una mirada superadora en lo específico. “En ese sentido es absolutamente decisivo. La capacidad que tenga de avanzar en profundidad va a marcar la suerte de lo que debe ser el futuro del sistema. Hay mucho por hacer en el plano de las identidades de cada uno de los militares que, muchas veces, están referidas a sus propias Fuerzas y parecería que no pueden ‘separarse’ de sus intereses. Entonces, es la tarea del EMCO integrarlos en una sola dirección”. Y ponen un ejemplo. “Cuando resolvimos crear un curso conjunto de aviador militar de naturaleza similar a todos, porque formar un piloto de helicópteros es igual para todas las fuerzas, pudo haber una cuestión específica que mereciese un incentivo adicional, pero no es posible montar tres estructuras con su personal y reglas para hacer lo mismo. Hay algunos militares con muchos años en las fuerzas que todavía cuestionan algunas de estas cosas porque sienten que pierden espacio desde su propia institución. Y no es así”. El cambio de mentalidad, por supuesto, genera una mirada muy grande hacia dentro.
En ese camino, surge la pregunta: ¿cómo se piensa ese desarrollo militar y con qué instrumentos cuenta? La realidad golpea duro. Tenemos lo que quedó de los planeamientos de los años 70, de la experiencia de Malvinas y algo más que se recuperó con el tiempo. Por eso surgió la idea de replantear y pensar el instrumento militar que se necesita en las actuales condiciones. El objetivo es contar con todo lo que sistémicamente hace falta para funcionar y codificarlo desde una óptica conjunta, aun en aquello que parezca específico para cada fuerza en particular, y con la capacidad de ampliarse y desarrollarse. Lo cierto es que ya no hay espacio para los intereses individuales de cada fuerza.
En los conceptos, el proceso del planeamiento por capacidades tiende a funcionar, pero en la práctica se hace mucho más difícil. ¿Cuál es la mejor manera de amalgamar esos esfuerzos? Los que saben no dudan: ¡con ejercicios! Todo formando parte de un proyecto de capacidades militares que requieren determinados medios y, sobre todo, para determinar no solo lo que se necesita sino lo que sirve, lo que hay que repotenciar y no comprar por comprar. O sea, saber para qué se va a usar cada cosa. Hay una decisión política de contar con una cierta independencia tecnológica militar y, de paso, colaborar con el desarrollo nacional. Con ese norte, el planeamiento de Defensa debería tender a un plan estratégico nacional. Todavía no lo tenemos. Sí hay un control político muy fuerte, pero es necesario terminar de formar a una clase de funcionarios que entiendan y sepan manejar los temas de política defensiva y que esta no sea solo reservada para los militares.
Con este panorama, las voces también alertan con dramatismo. “Estamos caminando y podemos lograr un cierto diseño de fuerza conjunta, pero el gran problema son los números. Estamos demasiado mal. Este planeamiento implica que o ponemos demasiada plata o hacemos una reconversión total de las fuerzas. Esto serviría para obtener un poco de capacidad, que hoy no existe. La plata no la quieren poner y nadie quiere modificar nada, ni siquiera dentro de las propias Fuerzas”.
El paradigma es pensar a futuro. Pero, ¿cómo? Con un diseño militar de los años 70 se pueden tener muchos recursos económicos para mejorarlo y recuperar su capacidad de diseño para épocas pasadas. ¿No habrá llegado el momento de invertir bien y comprar elementos nuevos que sean más baratos, y que se mantengan por 20 años más, en lugar de gastar en equipamientos viejos y cuyo mantenimiento es muy caro?
Pese al crudo panorama, hay señales que permiten ser optimistas. Entre ellas, el accionar de los expertos radaristas y pilotos para el control de la zona de defensa, en Resistencia, Chaco, en alerta y listos para salir a interceptar incursores no identificados, con reglas claras y sabiendo que no se trata solo de un ejercicio. En el Ejército, el trabajo de técnicos y personal capacitado para la reconversión del Huey II; el funcionamiento a pleno del taller para la recorrida del motor Lycoming de los helicópteros; las Fuerzas Operacionales Especiales con el Regimiento de Asalto Aéreo; las dos compañías de comando que siguen siendo lugares de excelencia; la recuperación de los astilleros Storni y la Fábrica Militar de Aviones; la tarea de Citedef y el Instituto Universitario Aeronáutico.