*Cristian Leyton Salas
El anuncio de compra de una flotilla de aviones F-16 a Holanda, luego desmentida por el gobierno holandés, y más tarde reafirmada por el chileno puso, nuevamente en el tapete, el cuestionamiento sobre si estamos enfrascados en una carrera armamentista en América del Sur, y en particular, si se está inaugurando una entre Chile y Perú.
No sólo Chile ha inaugurado un programa integral de modernización de sus capacidades bélicas, sino que Brasil, Colombia y Venezuela también, en menor escala Ecuador y ahora, posiblemente, Perú. En Argentina, presiones se hacen sentir hace bastante tiempo sobre Nilda Garré, su Ministra de Defensa, a fin que ésta inyecte recursos en sus FF.AA. Hasta ahora nada. Este puede ser el caso.
Desde Perú se ha señalado que Chile estaría rompiendo el equilibrio estratégico en Sudamérica, pero sobretodo entre ambos. Creo que en este debate se ha está obviando un ingrediente fundamental que es identificar los estímulos que llevan a un país a embarcarse en un proceso de repotenciación de sus capacidades bélicas, en este caso Chile, en contra de quien la clase política peruana punta todos sus dardos.
Ya hemos señalado en artículos anteriores parte relevante de estos “ingredientes”, sin embargo existe uno que tiene un carácter altamente simbólico, que está inserto en el ADN nacional a través de la historia pasada. Estamos hablando de las percepciones que alimentan, artificialmente o no, posturas de seguridad públicas, como son doctrinas de defensa, políticas de defensa y procesos de adquisición de sistemas de armas.
No sólo Chile ha inaugurado un programa integral de modernización de sus capacidades bélicas, sino que Brasil, Colombia y Venezuela también, en menor escala Ecuador y ahora, posiblemente, Perú. En Argentina, presiones se hacen sentir hace bastante tiempo sobre Nilda Garré, su Ministra de Defensa, a fin que ésta inyecte recursos en sus FF.AA. Hasta ahora nada. Este puede ser el caso.
Desde Perú se ha señalado que Chile estaría rompiendo el equilibrio estratégico en Sudamérica, pero sobretodo entre ambos. Creo que en este debate se ha está obviando un ingrediente fundamental que es identificar los estímulos que llevan a un país a embarcarse en un proceso de repotenciación de sus capacidades bélicas, en este caso Chile, en contra de quien la clase política peruana punta todos sus dardos.
Ya hemos señalado en artículos anteriores parte relevante de estos “ingredientes”, sin embargo existe uno que tiene un carácter altamente simbólico, que está inserto en el ADN nacional a través de la historia pasada. Estamos hablando de las percepciones que alimentan, artificialmente o no, posturas de seguridad públicas, como son doctrinas de defensa, políticas de defensa y procesos de adquisición de sistemas de armas.
¿Porqué razón Chile ha potenciado su capacidad disuasiva durante estos últimos veinte años?
El programa de modernización bélico chileno, inaugurado a fines de los 80, cristalizado en los 90 y plenamente absorbido durante este siglo que recién comienza, surge, en lo más profundo de sus motivaciones políticas, en dos hechos claves: la crisis del 78 con Argentina y antes, aquella con el Perú de Velasco Alvarado a finales del 70. Una percepción de inferioridad en cuanto a capacidades, una postura defensiva y una percepción de aislamiento real bajo la forma de un Estado-Fortaleza, imprimieron la idea de un “nunca más”. Nunca más estar a la merced de voluntades políticas de los Estados vecinales, nunca más debilidad militar. Desde ahora, la disuasión no puede ser “defensiva” sino que debe ser una de naturaleza ofensiva: El precio de una aventura bélica en contra de Chile debe ser altísimo. No solo se debe estar preparado para “neutralizar”, sino que “proyectar la fuerza”. Una apuesta por una disuasión doctrinalmente ofensiva, pero políticamente defensiva.
Lo anterior queda aún mas claro cuando Chile nos señala que no tiene pretensiones territoriales. Percepciones de "revanchismo" asociadas a pretensiones territoriales pueden y claramente incentivan la inauguración de programas que buscan repotenciar las capacidades militares. Chile entendió bien esto último.
Desde el Perú se acusa a Chile de embarcarse en adquisiciones masivas de material bélico, pero ellos obvian un punto central: Chile está en una posición defensiva en el plano de sus fronteras, no así sus tres vecinos estatales. Chile no ha ido a La Haya, lo llevaron. Bolivia pretende sistemáticamente obtener una salida al Océano Pacifico que implicaría perdida de soberanía, Perú, por su parte, pretende rectificar los límites fronterizos y con nuestro nuevo socio estratégico argentino aun no está zanjado Campos de Hielo Sur.
Desde el Perú se señala que existe un desequilibrio militar, una “asimetría”, a favor de Chile. Esta asimetría puede ser real, en términos militares, puede que efectivamente se estén rompiendo los “equilibrios militares” en las relaciones chileno-peruanas, pero, tengámoslo claro, que está nueva relación puede ser explicada por la postura del Perú: desconocer tratados de limites vigentes, mantener una postura política y económica de competencia con Chile en forma permanente y alimentar una rivalidad desde la clase política a través de sus medios escritos, denota una postura revanchista. No puede ser sino lógico que Chile desee reforzar sus capacidades disuasivas, por cuanto el país, efectivamente, moderniza cualitativamente sus arsenales para fines disuasivos y no desde una óptica cuantitativa: no es Chile quien pretende desconocer límites fronterizos ni tiene intereses de absorber territorios vecinales. Todo lo contrario.
Los desequilibrios no implican una estricta paridad. Las asimetrías militares, a lo largo de la historia humana, han permitido que la paz sea preservada. Este puede ser el caso. La postura "disuasiva" implica que existe un actor que pretende cambiar las reglas del juego. Existe un actor con animo revanchista, de rompimiento del statu quo territorial, en este caso, el "otro" actor no hace sino que apelar a mostrar la fuerza para nunca tener que servirse de ella. Ahora solamente nos queda identificar quién es quién.
Cristian Leyton Salas es Doctor © en Estudios Americanos. Investigador Titular en el área de los Estudios Políticos, de Seguridad y Defensa del Observatorio Regional de Paz y Seguridad (ORPAS), de la Universidad Bernardo O´Higgins y académico del Departamento de Ciencia Política de la Universidad Central.Se desempeñó como Analista Internacional del Departamento de Estudios y Análisis en el área vecinal y regional del Centro de Estudios e Investigaciones Militares (CESIM) del Ejército de Chile.Es Bachellor en Ciencias Políticas y Master of Arts en Relaciones Internacionales, de la Université du Québec à Montreal (Canadá) y graduado del Center for Hemisferic Defense Studies (CHDS), Washington D.C.. Autor libro sobre la percepción de amenaza vecinal del Perú y su relación de rivalidad con Chile y su entorno regional: Amigos y Vecinos en la Costa del Pacifico. Luces y Sombras de una Relación., Colección Investigaciones, No. 17, Año 2007. Academia Nacional de Estudios Políticos y Estratégicos. Ministerio de Defensa de Chil
El programa de modernización bélico chileno, inaugurado a fines de los 80, cristalizado en los 90 y plenamente absorbido durante este siglo que recién comienza, surge, en lo más profundo de sus motivaciones políticas, en dos hechos claves: la crisis del 78 con Argentina y antes, aquella con el Perú de Velasco Alvarado a finales del 70. Una percepción de inferioridad en cuanto a capacidades, una postura defensiva y una percepción de aislamiento real bajo la forma de un Estado-Fortaleza, imprimieron la idea de un “nunca más”. Nunca más estar a la merced de voluntades políticas de los Estados vecinales, nunca más debilidad militar. Desde ahora, la disuasión no puede ser “defensiva” sino que debe ser una de naturaleza ofensiva: El precio de una aventura bélica en contra de Chile debe ser altísimo. No solo se debe estar preparado para “neutralizar”, sino que “proyectar la fuerza”. Una apuesta por una disuasión doctrinalmente ofensiva, pero políticamente defensiva.
Lo anterior queda aún mas claro cuando Chile nos señala que no tiene pretensiones territoriales. Percepciones de "revanchismo" asociadas a pretensiones territoriales pueden y claramente incentivan la inauguración de programas que buscan repotenciar las capacidades militares. Chile entendió bien esto último.
Desde el Perú se acusa a Chile de embarcarse en adquisiciones masivas de material bélico, pero ellos obvian un punto central: Chile está en una posición defensiva en el plano de sus fronteras, no así sus tres vecinos estatales. Chile no ha ido a La Haya, lo llevaron. Bolivia pretende sistemáticamente obtener una salida al Océano Pacifico que implicaría perdida de soberanía, Perú, por su parte, pretende rectificar los límites fronterizos y con nuestro nuevo socio estratégico argentino aun no está zanjado Campos de Hielo Sur.
Desde el Perú se señala que existe un desequilibrio militar, una “asimetría”, a favor de Chile. Esta asimetría puede ser real, en términos militares, puede que efectivamente se estén rompiendo los “equilibrios militares” en las relaciones chileno-peruanas, pero, tengámoslo claro, que está nueva relación puede ser explicada por la postura del Perú: desconocer tratados de limites vigentes, mantener una postura política y económica de competencia con Chile en forma permanente y alimentar una rivalidad desde la clase política a través de sus medios escritos, denota una postura revanchista. No puede ser sino lógico que Chile desee reforzar sus capacidades disuasivas, por cuanto el país, efectivamente, moderniza cualitativamente sus arsenales para fines disuasivos y no desde una óptica cuantitativa: no es Chile quien pretende desconocer límites fronterizos ni tiene intereses de absorber territorios vecinales. Todo lo contrario.
Los desequilibrios no implican una estricta paridad. Las asimetrías militares, a lo largo de la historia humana, han permitido que la paz sea preservada. Este puede ser el caso. La postura "disuasiva" implica que existe un actor que pretende cambiar las reglas del juego. Existe un actor con animo revanchista, de rompimiento del statu quo territorial, en este caso, el "otro" actor no hace sino que apelar a mostrar la fuerza para nunca tener que servirse de ella. Ahora solamente nos queda identificar quién es quién.
Cristian Leyton Salas es Doctor © en Estudios Americanos. Investigador Titular en el área de los Estudios Políticos, de Seguridad y Defensa del Observatorio Regional de Paz y Seguridad (ORPAS), de la Universidad Bernardo O´Higgins y académico del Departamento de Ciencia Política de la Universidad Central.Se desempeñó como Analista Internacional del Departamento de Estudios y Análisis en el área vecinal y regional del Centro de Estudios e Investigaciones Militares (CESIM) del Ejército de Chile.Es Bachellor en Ciencias Políticas y Master of Arts en Relaciones Internacionales, de la Université du Québec à Montreal (Canadá) y graduado del Center for Hemisferic Defense Studies (CHDS), Washington D.C.. Autor libro sobre la percepción de amenaza vecinal del Perú y su relación de rivalidad con Chile y su entorno regional: Amigos y Vecinos en la Costa del Pacifico. Luces y Sombras de una Relación., Colección Investigaciones, No. 17, Año 2007. Academia Nacional de Estudios Políticos y Estratégicos. Ministerio de Defensa de Chil