*Colaboración enviada por José Miguel Pizarro Ovalle : Analista de Defensa, Ex oficial del Arma de Artillería del Ejército de Chile y ex Infante de Marina de los EE.UU. Diplomado en Estudios Políticos y Estratégicos de la ANEPE. Analista de Defensa de CNN en Español, Gerente Director para América Latina de la empresa General Dynamics Armament Systems y asesor Senior de la consultora de riesgos GardaWorld en Washington DC.
“La advertencia frente a una amenaza de nivel estratégico no existe hasta que esta ha sido presentada adecuadamente al conductor político de la nación. Y este debe saber que ha sido advertido” Cynthia M. Grabo. “Anticipating Surprise. Analysis for Strategic Warning.” Pág. 14.
DESARROLLO:
La búsqueda y la explotación de nuevos yacimientos de Gas y Petróleo será el tema central que definirá la política internacional de los primeros 30 años del siglo 21. Sin embargo -- y a pesar de las múltiples señales de alarma proporcionadas por las minorías científicas que nos inundan diariamente con evidencia empírica indesmentible de la dramática escasez de energía -- las masas populares siguen desconectadas de la preocupante realidad que las rodea. Aun así un hecho es claro y evidente: La era del petróleo barato se acabo para siempre. El reinado del “Nuevo Petróleo” – ese en el cual un barril a solo $100 dólares será considerado atractivo -- ha venido a quedarse.
La demanda por Gas y petróleo se ha disparado a niveles sencillamente insostenibles que incluso, si solo leemos los informes de los optimistas, nos alertan de la total extinción de los actuales yacimientos gasíferos y petroleros en menos de 25 años más. Los pesimistas hablan de 10. Pero si solo nos basamos en la simple lógica de la oferta y la demanda – o en las acciones concretas de movimientos específicos de tropas, masivas compras de armas y alianzas estratégicas de las potencias mundiales – estas nos hablan entonces de solo 5 años más. Al igual que un buen ajedrecista, Estados Unidos, Rusia y China (entre otros grandes consumidores de petróleo) ya han comenzado a pre-posicionar sus fichas en el tablero de la red energética del planeta.
En América Latina – y dejando de lado las argucias semánticas que tratan de encubrir el hecho que no existe planificación alguna para enfrentar el desastre – la evidencia científica es dolorosamente simple, directa y tangible. La demanda mundial por petróleo se encuentra en una escalada ascendente de niveles inéditos que solo apunta a seguir incrementándose exponencialmente de forma semestral. A medida que la población de China, Asia, India y del resto del planeta se multiplica (a una velocidad jamás antes vista) dicha población demandará para sí los beneficios de un nivel de vida similar al de Europa y América del Norte. Desafortunadamente esas aspiraciones contrastan con la real capacidad de producción de petróleo mundial. La actual capacidad ya alcanzó hace rato su máxima expresión (81 millones de barriles diarios) y es hoy -- de hecho -- incapaz de satisfacer la demanda energética mundial en el área residencial, comercial, industrial y de transporte la que al 15 de Marzo del 2010 ya superaba los 86 millones de barriles diarios… y subiendo.
Pero cuidado. Aquí el lector cometería un error si creyera estas palabras a ojos cerrados. La inteligencia energética, el análisis prospectivo y la alerta estratégica poseen todos un factor en común. La de entregar señales, avisos y alarmas con la suficiente y adecuada antelación que le permitan al gobierno de turno planificar y reaccionar adecuadamente frente a una probable hipótesis. Hoy el posible escenario que nos preocupa es espantosamente simple: ¿Qué posibilidades existen de que al 1 de Enero del 2012 el barril de petróleo se “estanque” en el segmento de los $110 a $120 dólares… y durante más de un año? O lo que es peor…. ¿Qué pasa si NUNCA más vuelve a bajar? En ese escenario: ¿Cuántos meses de vida le quedan a cada país sudamericano antes de que el caos social y el desorden lleven a la destrucción parcial del estado?
Lo que irrita y sorprende es que la gente ya ni siquiera recuerda la historia más reciente. Estimulemos la memoria: Al día 30 de noviembre del 2001 el precio del barril de petróleo se mantenía a solo $18 dólares. Este precio reflejaba el parámetro histórico de las ultimas 3 décadas y se mantenía dentro de su valor tradicional sostenido desde principios del siglo XX. Pero tan solo ocho años más tarde el mismo barril de petróleo (proveniente de los mismos lugares de siempre) se mantiene en una escalada ascendente y sostenida que ya supera los $87 dólares. Todo esto en medio de una descontrolada demanda energética mundial con crisis de precios que – hace tan solo unos meses atrás -- han llevado el barril a superar máximos históricos superiores a los $140 dólares.
Simultáneamente, todo esto ocurre cuando casi la totalidad de los pozos considerados como “activos” en el mundo alcanzaron (hace ya bastante tiempo) su madurez operativa y comienzan gradualmente a secarse obligando a las petroleras a “raspar el fondo del barril.” El resultado es obvio; las últimas gotas de petróleo fácil (ese que se obtiene a menos de 100 metros de profundidad en países que cuentan con toda una infraestructura vial para su rápido transporte) comenzaran a venderse muy pronto a $120 dólares por barril. Esa será otra señal de que el “nuevo petróleo” – ese que se obtendrá de yacimientos ubicados en áreas extraordinariamente complejas geológica, física y políticamente hablando -- solo estará disponible para aquellos “clientes exclusivos” que si podrán pagar un escaso y apetecido barril a un precio base superior a los $145 dólares. Marquen y guarden muy a mano mis palabras…
Cuando la demanda excede por mucho la capacidad de producción el resultado es siempre el mismo… los humanos históricamente hemos desatado una feroz competencia por aquellos recursos que consideramos escasos y vitales para nuestra sobrevivencia. Lo que irrita es que -- exactamente igual que hace 100 años atrás -- esta será de nuevo una guerra gatillada por la competencia económica entre el Tercer Mundo y las naciones industrializadas, respaldadas estas últimas (nuevamente) por ejércitos extranjeros equipados con tecnologías infinitamente más avanzadas que las nuestras y con fuerzas de combate integradas exclusivamente por tropas y operadores 100% profesionales.
Los primeros pasos que se deben dar para tratar de evitar o disminuir los efectos del conflicto son sumamente simples. Los países latinoamericanos deberían comprometerse a trabajar coordinadamente para enfrentar la crisis. Pero las preguntas lógicas y atingentes a este tema ni siquiera existen. Por ejemplo; ¿Cómo aseguramos el abastecimiento energético de Europa y de Estados Unidos mientras al mismo tiempo garantizamos la constante y pacifica llegada de Gas y petróleo a nuestras costas? ¿Qué rol conciliador deben jugar los países productores en América latina? ¿Cuál es la alianza estratégica regional más adecuada para garantizar el escaso flujo energético que se nos viene encima sin tener que llegar a la lucha armada? ¿Qué planes de contingencia existen para alimentar a nuestras poblaciones si la crisis energética llevará el precio del barril – por ejemplo -- a los $240 dólares durante 12 meses seguidos?
Chile: Análisis “Crudo”.
En términos bien simples -- y solo para satisfacer las estimaciones más optimistas – se espera que la producción mundial de petróleo se incremente durante los próximos 20 años en un 1,3% anual de forma constante y sostenida. Esto se debe a que para el año 2030 se pronostica que la demanda mundial por petróleo se incrementará en un casi insensato 50%. Para ello el mundo deberá encontrar “nuevos yacimientos de petróleo” que permitan incrementar la actual producción de 86 millones de barriles diarios a más de 118 millones de barriles al día. Y eso no es ninguna pequeñez.
Con las reservas mundiales de petróleo en franca disminución y con una demanda por energía en descontrolado incremento -- con yacimientos probados cada día más escasos y de mayor costo en su explotación -- un barril de petróleo a más de $120 dólares podría ser fuente de preocupación, conflicto, dolor y muerte. Motivos sobran.
Chile por ejemplo, es uno de los pocos países del mundo (y el único en América del Sur) que prácticamente no produce una sola gota de petróleo. De los 341,000 barriles que consume diariamente el 98,8% de ellos llegan a Chile en gigantescos buques tanques que provienen de países tan lejanos como Angola, Turquía, Nigeria, etc. Todos ellos ubicados exactamente al otro lado del planeta. El tema empeora aun más cuando comprobamos que las reservas de crudo almacenadas entre la 1ra y la 12va región (en su afán por jamás guardar stock y solo vender) solo podrían llegar a contener en un día perfecto no más de 3 millones de barriles. Reservas que bien administradas en una situación de racionamiento y emergencia -- jamás darían para más de 10 días de suministro nacional.
Esta situación de carencia y pobre planificación presenta una serie de vulnerabilidades estratégicas de carácter grave y alarmante. En medio de una situación regional e internacional sumamente enrarecida y altamente volátil estos temas no solo no están siendo discutidos por la alta dirección de la republica, sino también – y lo que es peor – no le han sido informados a la población nacional.
Puntualmente, cualquier acción militar en contra de Irán será respondida por esa nación con el minado inmediato e instantáneo del Estrecho de Ormuz. El lanzamiento de entre 500 y 3,000 minas anti-buque a las aguas del Golfo Pérsico cerrará efectivamente – y por al menos 6 meses -- la navegación marítima comercial hacia una zona que produce más del 46% del petróleo que utiliza el planeta tierra. Así las cosas no es difícil adivinar que en Chile 10 días de reservas de crudo no son suficientes para enfrentar una crisis que a todas luces no solo va a durar meses, sino también, elevará los precios del barril de petróleo a valores que muy, pero muy pocos países podrán igualar.
Al igual que hacia finales del año 1941 en los Estados Unidos, hoy en día, todos los antecedentes de inteligencia y los datos científicos de fuentes abiertas nos permiten predecir -- con un alto porcentaje de probabilidad – que estamos “Ad Portas” de una crisis energética que será gatillada por acciones militares en el Medio Oriente. La necesidad por reformar urgentemente nuestras envejecidas instituciones de Inteligencia Estratégica se mezclan – desafortunadamente – con un afán de verdadera rebeldía e ignorancia por parte de un estamento político que es – y la verdad sea dicha -- incapaz de comprender las gigantescas señales que les advierten de la amenaza.
Cada tiempo tiene sus problemas. La grandeza sin duda consiste en identificarlos para con eficiencia y dinamismo, enfrentarlos de la mejor forma posible. Y Chile… ya fue advertido.