La presidente argentina Cristina Fernández, viajo el sábado 18 a Santiago de Chile para participar de los actos de celebración del Bicentenario de su Independencia. Ella llego a Santiago cuando debe resolver sobre la extradición autorizada por la Suprema Corte de Justicia del ex guerrillero chileno Galvarino Apablaza Guerra, ex jefe del Frente Patriótico Manuel Rodríguez (FPMR) que en 1991 asesinó al senador Jaime Guzmán. Pero, ¿quién es Apablaza?
*JUAN BAUTISTA YOFRE - Especial de Urgente24.com
Fuentes: “La historia inédita de los años verde olivo” de Javier Ortega (“Encuentro”, Chile); “La vida en rojo”, Jorge Castañeda y publicaciones de la época.
Fué un día de un calor sofocante de junio de 1974 cuando Volodia Teitelbaum, titular del Partido Comunista de Chile (PCCh), descendió en el aeropuerto de La Habana. Era la máxima autoridad partidaria porque Luís Corvalán se encontraba preso del gobierno de Augusto Pinochet en la isla Dawson (luego fue canjeado en Zurich por el disidente soviético, Vladímir Bukovski dentro de los términos de la “Guerra Fría”). Teitelboim vivía en Moscú y lo esperaban en el aeropuerto José Martí los dirigentes chilenos del PC, Rodrigo Rojas, Orel Vician y Julieta Campusano, todos encargados de recibir a sus compatriotas que se refugiaban en “la perla del Caribe”.
La principal actividad del alto dirigente comunista fue su cita en el Palacio de la Revolución, al que solo concurrió con Rodrigo Rojas. Allí era esperado por Fidel Castro Ruz, en ese entonces a punto de cumplir 48 años, su hermano Raúl, Ministro de Defensa; Manuel Piñeiro Lozada, “Comandante Barbarroja”, el jefe del Departamento América y responsable de la exportación de la revolución cubana a América Latina y Carlos Rafael Rodríguez, vice primer ministro y máximo exponente del viejo partido comunista cubano.
Los chilenos entraron a la reunión y lo primero que escucharon del líder cubano fue un reproche: “El gran error del gobierno de (Salvador) Allende fue no contar con una fuerza militar que lo defendiera”. Sabía lo que decía porque hasta el final los comunistas se habían inclinado por “la vía legal” dentro del gobierno de la Unidad Popular, a diferencia de los socialistas, el partido de Allende, encabezados por el senador Carlos Altamirano, en ese junio del ’74 refugiado en Alemania Oriental. A renglón seguido, Castro dijo que no veía una salida a través de la “vía armada” para enfrentar a la Junta Militar, por lo tanto ahora ofrecía que las academias militares de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Cuba formaran a los jóvenes militantes comunistas como futuros oficiales de “un nuevo ejército democrático de Chile”. Teitelboim y Rojas aceptaron la sorpresiva oferta y antes de abandonar la sala de reunión escucharon de Castro la siguiente frase: “Este acuerdo lo voy a guardar yo en mi caja fuerte, porque es el acta de nacimiento del nuevo ejército democrático de Chile”.De esta manera los jóvenes chilenos dejaban de graduarse como guerrilleros en “Punto Cero” (por donde pasaron miles de latinoamericanos que sembraron de terrorismo América Latina) para pasar a ser oficiales graduados en la Escuela Militar “Camilo Cienfuegos”. Esa camada de jóvenes chilenos constituiría el “Frente Patriótico Manuel Rodríguez” (FPMR), brazo armado del Partido Comunista de Chile. Por otra parte, para el comandante Castro era su revancha con la historia: él había disentido con Allende en cuanto a que no se podía hacer una revolución “socialista” a través de las urnas.
Entre los tantos chilenos que se presentaron a las escuelas militares de élite y vistieron uniformes verde oliva se destacó Juan Gutiérrez Fishmann, “El Chele”, que tenía la ventaja de ser el yerno de Raúl Castro y que se halla prófugo de la justicia chilena por su actuación en el secuestro de Cristián Edwards y el asesinato de Jaime Guzmán. Otro era “Salvador”, Sergio Galvarino Apablaza, quien llegaría a ser el jefe de la organización terrorista.
La primera experiencia de guerra de algunos de los noveles oficiales chilenos fue en 1978, cuando Castro los mandó a reforzar la ofensiva contra “Tachito” Somoza en Nicaragua, junto con otros latinoamericanos en donde no faltaron argentinos del PRT-ERP y Montoneros. También pasaron por tierras africanas y El Salvador.
Dos años más tarde, septiembre de 1980, Luís Corvalán que ya residía en la Unión Soviética anunció por Radio Moscú la ofensiva militar contra Pinochet, y entre julio y septiembre de 1983 cuatro “comandantes” del FPMR, formados como oficiales en las academias de Cuba entraron en Chile, luego de ser despedidos solemnemente por el propio Fidel Castro. Guiados por éstos oficiales oleadas de futuros combatientes fueron entrando a Chile hasta llegar a un número cercano a 400. Había dos tipos de niveles: los oficiales y los “mandos medios” instruidos en “Punto Cero” y otros centros PETI (Preparación Especial de Tropas Irregulares). Para los estudiosos de la cuestión, recién en 1985 el FPMR estaría en un 100 por 100 para operar militarmente en todo Chile, pero las primeras acciones se realizaron en 1983 cuando asesinaron al carabinero José Miguel Jonquera, cuando custodiaba un camión de caudales y el asesinato del intendente de Santiago, Carol Urzúa, operativo que habría comandado el “comandante Ramiro”, Mauricio Hernández Norambuena. En sus primeros cuatro años de vida, el Frente realizaría alrededor de siete mil atentados. También en esos años se destacaría el “comandante” Raúl Pellegrin, “José Miguel”. Todo esto sucedía mientras en octubre de 1985 la dirigencia política de derecha, centro e izquierda política firmaron el “Acuerdo Nacional para la Transición a la Plena Democracia” con el aval de la Iglesia Católica y sin la participación del Partido Comunista.
El 24 de mayo de 1986, de la mano de la Inteligencia castrista y por el jefe de la División de Tropas Especiales del Ministerio del Interior, comandadas por el general cubano Alejandro Ronda Marrero (y el chileno Guillermo Teillier, “Sebastián Larraín” jefe de la Comisión Militar del PCCh) se logró introducir en Chile 80 toneladas de armamentos por la caleta Carrizal Bajo en las costas de la Tercera Región, pero la Central Nacional de Inteligencia (CNI), el 6 de agosto de 1986, incautó gran parte del material de guerra: 3.115 fusiles, 300 lanzacohetes, unas dos mil granadas y decenas de ametralladoras pesadas más explosivos. A pesar de la importante pérdida algunas reservas se salvaron y otras ingresaron desde la Argentina por el Sur de Chile. Para el PCCh y el FPMR, 1986 había sido declarado como el “Año Decisivo” para derrocar a Augusto Pinochet a través de la “Sublevación Nacional”.
El 7 de septiembre del mismo año se realizó la fallida “Operación Siglo XX”, comandada por José Joaquín Valenzuela Levi, el "comandante Ernesto" (entrenado en Cuba y Bulgaria) y Cecilia Magni, la "comandante Tamara", contra el propio Augusto Pinochet cuando se dirigía desde su residencia en El Melocotón hacia Santiago. Murieron 5 escoltas y Pinochet fue herido en sus manos.
Como resultado del fracaso de “Siglo XX” y otros errores militares se produjo un quiebre dentro del FPMR del que fue meticulosamente informado Fidel Castro en julio de 1987. En esa ocasión el jefe cubano dijo que “no vamos a dejar solos a esos muchachos” cuando el comunismo chileno decidió desmovilizar su brazo armado. Al poco tiempo nación el FPMR Autónomo (o Frente Autónomo) que siguió realizando operaciones militares, como los atentados al coronel Carreño (septiembre de 1987) y al fiscal Torres (mayo de 1988). Es el año en que declara la “Guerra Patriótica Nacional”. En el lanzamiento de la nueva campaña (octubre de 1988), el líder del grupo, Raúl Pellegrín Friedmann, perdió la vida tras la toma del poblado de “Los Queñes”. Su muerte, sumada a la de Cecilia Magni que le acompañaba, significó un duro golpe para los militantes que integraban el Frente Autónomo. Su reemplazo al mando del FPMR fue asumido por Sergio Galvarino Apablaza, el "comandante Salvador", quien fue secundado en la comandancia por Juan Gutiérrez Fischmann y Mauricio Hernández Norambuena. Con la llegada de la democracia a Chile en marzo de 1990, el FPMR redujo la intensidad de sus acciones. Luego del asesinato del constitucionalista y senador Jaime Guzmán Errázuriz (1 de abril de 1991) y del secuestro de Cristián Edwards -hijo del empresario Agustín Edwards, propietario del diario “El Mercurio” (9 de septiembre de 1991), cesó sus operaciones militares hasta 1996. En todas las instancias de la investigación se comprobó que Cuba estuvo siempre detrás de todas las “operaciones militares”.
De acuerdo con la versión más conocida, los autores materiales del asesinato del Senador Nacional Jaime Guzmán, fundador de la Unión Democrática Independiente (UDI), fueron los militantes del Frente Patriotico Manuel Rodriguez (FPMR), Ricardo Palma Salamanca, “El Negro” y Raúl Escobar Poblete, mientras que los autores intelectuales eran Galvarino Apablaza, Mauricio Hernández Norambuena y “ El Chele” Juan Gutiérrez Fischmann. La operación se preparó en Cuba, según fuentes de Inteligencia, desde fines de los años 1980.
El 30 de diciembre de 1991, en una espectacular operación que incluyó el uso de un helicóptero, el FPMR logró que se escaparan Ricardo Palma Salamanca, Pablo Muñoz Hoffmann, Mauricio Hernández Norambuena, “comandante Ramiro” y Patricio Ortiz Montenegro, frentistas que se encontraban recluidos en la Cárcel de Alta Seguridad de Santiago acusados de diversas acciones militares. En esa ocasión, el comando de rescate liderado por Raúl Escobar Poblete utilizó fusiles M-16 ingresados en 1986 por Carrizal Bajo.
En 1997, el hombre del Departamento América en la embajada de Cuba en Chile era José Luís Ojalvo. Tenía un frondoso currículo: en 1966 había trabajado con el “Che” Guevara cuando éste recaló en Checoslovaquia preparando la invasión a Bolivia (pero cuyo destino final era la Argentina) y estuvo destinado en varios países. A mediados de 1997, la inteligencia chilena interceptó unas veinte comunicaciones realizadas desde Cuba hacia su oficina por tres de los cuatro frentistas que se habían fugado de la Cárcel de Alta Seguridad. Dos de ellos (Hernández Norambuena y Ricardo Palma Salamanca) habían sido condenados a prisión perpetua por el asesinato de Guzmán. El juez que investigó la evasión mandó exhortos a La Habana pero nunca fueron respondidos, como tampoco se dijo nada de “El Chele” yerno de Raúl Castro. Cuando el embajador de Cuba en Santiago se enteró de la “filtración” telefónica, Ojalvo fue trasladado a Cuba y poco más tarde “murió”.