Hacer caso omiso de la amenaza que un dedicado grupo de regímenes autocráticos representa para el hemisferio occidental es temerario.
John R. Thomson es un veterano periodista y ex diplomático, que se centra en la política y la geopolítica de los mercados emergentes. Visitante frecuente de Venezuela, permaneció recientemente en el país durante dos semanas.
Hugo Chávez ha trabajado diligentemente para establecer contactos amistosos entre Venezuela y numerosos países regidos igualmente de manera autocrática y dispuestos a ello. Desde el inicio de su presidencia en 1999 ha trabajado para desarrollar relaciones especialmente estrechas con Cuba y Fidel Castro con quien tiene una relación extraordinariamente cercana. Luego vino Irán y una fuerte relación con el presidente Mahmud Ahmadineyad. [Fue el señor Ahmadinejad quien sugirió al presidente venezolano que su país, rico en petróleo, tenía el potencial de convertirse en un actor importante en el escenario mundial.]
Durante sus 11 años como Presidente, el Sr. Chávez ha gastado más del 10 por ciento de su tiempo visitando otros países. En 2003, fue el último líder extranjero en visitar a Saddam Hussein en Bagdad, inmediatamente antes de la invasión y liberación de Irak. Una visita prevista a Corea del Norte en 2006 fue cancelada debido a la condena mundial a Pyongyang por las pruebas de misiles intercontinentales; pero el dictador de Venezuela, en todo menos en el nombre, insiste en que tiene previsto visitar el país más aislado del mundo y a su líder Kim Jong Il.
Numerosos acuerdos de largo alcance de orden comercial, de inversiones, militares, petroleros y de otro tipo han sido firmados con Argentina, Bolivia, Ecuador, Nicaragua, Libia, Siria, China y Rusia [además, varios países de América Central y el Caribe han recibido ofertas de precios preferenciales de petróleo]. Apenas un pequeño porcentaje de esos acuerdos ha sido emprendido, mucho menos completados, y es de notar que muy pocos de ellos han sido firmados con países orientados hacia el libre mercado o la democracia.
La cubanización de Venezuela. El compromiso de Hugo Chávez de mantener las relaciones más estrechas posibles con Cuba fue ejemplificado cuando dijo en abril, “… les digo, hablando con el corazón, me siento como un cubano ahora. Siento que soy un cubano más”. El saludo, con motivo de recibir a un equipo de médicos cubanos recién llegado a Caracas, se produjo inmediatamente después de que el general retirado del ejército venezolano, Antonio Rivero, anunciara su renuncia al servicio, básicamente por “la presencia e intromisión de soldados cubanos”.
Aunque el gobierno se niega a divulgar el número de cubanos que actualmente viven y trabajan en Venezuela, las mejores estimaciones los sitúan en unos 50 mil. Su presencia se hace sentir en todo el país, empezando por Miraflores, el palacio presidencial, donde el tercer miembro de la jerarquía cubana, Ramiro Valdés, tiene su base cuando está en el país. Habiendo luchado y gobernado con Fidel Castro desde 1953, Valdés es uno de los tres compañeros que ostenta el título de Comandante de la Revolución y se considera como el más cercano colaborador de Castro. Uno de sus muchos cargos fue el de ministro del Interior, en 1963, casualmente o no el mismo año en que el presidente John F. Kennedy fue asesinado.
Se piensa ampliamente que Ramiro Valdés tiene la difícil tarea de sacar al gobierno de Venezuela de su debilitante y disfuncional desorganización, básicamente para proteger los intereses económicos de Cuba. En medio de lo que tal vez sea la peor situación económica de los 50 años del régimen de Castro, Cuba necesita desesperadamente seguir recibiendo los 100 mil barriles de petróleo por día mediante el trueque por una diversidad de técnicos cubanos.
Los cubanos no sólo integran equipos médicos y penetran las filas de los militares en Venezuela; también gestionan de manera efectiva la inteligencia del país y sus aparatos de seguridad. Áreas de gobierno tan diversas como los servicios públicos y las comunicaciones cuentan con abundante personal cubano. Los hombres y mujeres de La Habana son ampliamente rechazados, incluso por el ministro de Defensa Carlos Mata Figueroa, quien se ha quejado públicamente de ellos, cuya preocupación es compartida por ciudadanos venezolanos de todos los niveles.
Ramiro Valdés tiene múltiples funciones. Al parecer, una de ellas es mantener un ojo avizor y la rienda firme sobre el Comandante, Hugo Chávez, una visión que se corresponde con la de uno de los más experimentados observadores de Cuba en Washington. El Dr. Norman Bailey, quien trabajó para el Consejo Nacional de Seguridad durante la presidencia de Ronald Reagan y la oficina del Director de Inteligencia Nacional durante la administración de George W. Bush, al igual que muchos analistas dentro y fuera de Venezuela, piensa que el señor Chávez podría no ser capaz de permanecer en el cargo para participar en las elecciones presidenciales previstas para 2012. Él cree que un escenario probable es que los más estrechos aliados de Venezuela, Cuba e Irán, “decidirán en algún momento que Chávez irremediablemente errático y dispensable. Encontrarán a otro chavista para dirigir el país y pondrán a Chávez en un avión hacia La Habana. No van a renunciar a Venezuela: los regímenes de Cuba e Irán tienen mucho que perder.”
Las células inalámbricas del país. Un gran proyecto hasta ahora desconocido se refiere a la creación de un sistema de células en todo el país, similar al que existe en Cuba, donde cada barrio y pueblo tiene grupos de ciudadanos que mantienen contacto y se informan entre sí con otras células vecinas, así como con los vecinos no miembros de dichas células. Portada para el programa se da por El partido de gobierno, el PSUV [Partido Socialista Unido de Venezuela] sirve de cobertura para que los miembros de las células puedan actuar como organizadores nominales del partido.
La red que ha sido ya establecida en cuatro estados [Mérida, Táchira, Trujillo y Zulia], todos de la región fronteriza con Colombia, es una variación actualizada del sistema desarrollado para Cuba por la Alemania Oriental comunista. Cada célula cuenta entre 7-10 y 25-30 miembros con 20 individuos como promedio. Cada uno de ellos constituye una unidad de vigilancia y comunicaciones, y se conecta con las células vecinas a través del teléfono móvil que posee cada miembro de las células.
El ejemplo de una célula en Maracaibo, la capital petrolera de Venezuela, muestra la estructura bien definida del sistema. Cada célula tiene su propio nombre, líder y lugar de reunión, junto con los nombres y números de identificación de cada miembro, y el número del teléfono móvil de cada individuo. En este momento existen unas 34 mil células, con una meta total de 57.475 para finales de 2010, para completar más de un millón de confidentes en los cuatro estados; pero el programa se está expandiendo rápidamente por todo el país.
El sistema de células de la comunidad ha sido clave para las acciones de control del régimen de Castro en Cuba durante las últimas cuatro décadas, lo que les ha permitido a los Castro mantenerse en el poder durante los años más oscuros, tras el colapso de la Unión Soviética. Todo ciudadano cubano sabe que el “sistema de comunicaciones” del barrio significa que están bajo estrecha vigilancia. Lo más importante para el control del régimen, es que aunque los ciudadanos saben que las células existen, nunca pueden estar seguros de quien entre ellos son o no leales miembros de la célula.
El resultado es que las personas han sido convertidas en verdaderos zombies, que hablan solamente de temas mundanos, incluso con sus familiares y amigos íntimos, ya que no saben quién ha sido cooptado por el régimen y pudiese informar al líder de su célula no sólo sobre el menor comentario negativo, sino peor aún sobre algo más substantivo como planes o sentimientos antigubernamentales. En palabras de un influyente observador, ”Nos estamos convirtiendo en una nación de delatores y alcahuetes.”
De llegar a desplegarse plenamente el sistema celular en toda Venezuela, el gobierno y sus cohortes cubanos tendrán un férreo control sobre la nación entera, incluyendo la mayor parte de la oposición. Esa es sin duda una de las principales responsabilidades de Ramiro Valdés.
La relación de Hugo Chávez con Fidel Castro es el más largo y probablemente el más fuerte de todos los vínculos que haya establecido con líder regional alguno, tanto gubernamental como de organizaciones no estatales, como las FARC de Colombia. Entre los fuertes vínculos forjados con líderes de muchos otros países, resulta interesante ver que en los últimos meses Chávez ha fortalecido lo que habían sido durante mucho tiempo unas relaciones tensas con el saliente presidente de Brasil, Lula da Silva, de manera simultánea al establecimiento de estrechos vínculos económicos y políticos entre Brasil y Irán.
Las alianzas con Irán, Rusia y las FARC, el grupo terrorista colombiano, son a la vez cercanas y peligrosas. Merecen especial atención y serán tema del artículo de la próxima semana.