Sin duda que la presencia de un presidente de centro derecha en el palacio presidencial de la Moneda, en Santiago de Chile, modifico el escenario político interno del país con un efecto devastador para la, ahora, oposición chilena, y resulto de un impacto directo en el re-ordenamiento del plano estratégico regional.
Ignacio García - Intelligence, Defense and Security
En el plano político interno la posición aglutinada en el conglomerado instrumental Concertación, después de 20 años de mantenerse en el poder, tras perder las elecciones presidenciales en enero del 2010 y a 6 meses de asumido el nuevo gobierno de centro derecha de Sebastian Piñera, aparece sin figuras políticas claramente identificables hacia el exterior, como conductoras de un proceso de reingeniería absolutamente necesario para adecuarse no solo orgánica si no esencial, doctrinaria e ideológicamente para los desafíos que le demandan la conducción adecuada de los distintos aspectos que conlleva la optima conducción de la nación.
En materias esenciales y altamente gravitantes como la paz social interna y en el desarrollo económico del país, la Concertación no ha logrado construir una arquitectura de ideas o planteamientos innovadores, contundentes y alejados de posturas dogmáticas probadamente fracasadas. Ni ahora ni durante su ultimo gobierno bajo la tutela de la cuestionada Michel Bachelet..
La figura de Bachelet hacia dentro de la oposición es una figura convergente que hasta el momento logro colectivamente ser el centro político de la misma. Por tanto todo lo que esta figura emane, lo traspasa y aporta a las mismas fuerzas que la rodean, pero en este caso mas que conducir, la figura de Bachelet, ha arrastrado hacia abajo o contaminado a esas fuerzas a una incomoda posición donde por proyección, se acrecienta en el colectivo ciudadano la imagen de una oposición desgastada, sin fuerzas, carente de innovación y de alta política, inmersa en rencillas de mínima trascendencia. Una extensión de su linea de trabajo político que termino por provocarle el fuerte shock al verse de un año para otro, sin el preciado poder en sus manos, o mejor dicho en manos de los partidos políticos y sus cúpulas que sin trepidar, verdaderamente usufructuaron de las arcas del estado para beneficio privado según constatan los tribunales de justicia.
El apego a estructuras ideológicas adquiridas, heredadas, no sujetas a cuestionamiento en procesos internos de revisión en los partidos políticos que conforman dicha oposición, son tendidas sobre problemas nacionales como la relación DDHH y la cuestión étnica mapuche, o el desarrollo energético que debe dar la sustentabilidad al desarrollo económico que legara la actual generación. Así también, el necesario y urgente proceso de modificación estructural y programática de la educación publica.
La presión de un grupo minoritario de la etnia mapuche, actualmente en huelga de hambre y condenada a fuertes sanciones de privación de libertad bajo la Ley Antiterrorista por actos cometidos de esa naturaleza, es una incomoda herencia dejada por los sucesivos gobiernos de la ahora, oposición, Concertación. En donde este sector político aplico sistemáticamente durante los 20 años de sucesivos gobiernos concertacionistas, una política que desconocía absolutamente la cosmogonía de la etnia, su relación con los recursos naturales y su visión particular y ancestral de conceptos propios de desarrollo, educación y economía agraria.
Principalmente durante la administración de Bachelet, se aplico la teoría socialista y de carácter paternalista de entrega de tierras a raja tabla a la etnia, por sobre los DDHH de los propios tenedores legales de las mismas, con ello incentivando la toma violenta de nuevas y extensas apropiaciones de tierras. Por un lado potenciadas por los vínculos radicales mapuches con la izquierda chilena que los lleva a instruirse en el exterior con grupos narco-guerrilleros, según informes de Inteligencia enviados a Chile por el gobierno Colombiano, y por otra parte, por la visión permisiva de tales actos violentistas dadas las simpatías diplomáticas de Bachelet por el núcleo ideológico chavista y sus mecanismos.
Los gobiernos Concertacionistas nunca atacaron el problema etnico mapuche en sí, el choque y confrontación de carácter reivindicativo, con dos cosmogonías enfrentadas, pero no irreconciliables.
Las soluciones equivocadas y parciales de Bachelet fueron pensadas e implementadas desde la óptica occidental europea, de arriba hacia abajo y no de dos culturas que buscaran coexistir plenamente en el mismo espacio nacional con pleno respeto de las garantías y el ordenamiento juridico.
Finlandia logro ese objetivo al implementar en forma horizontal las relaciones del estado con la etnia Lapón, inserta en su territorio.
Los gobiernos Concertacionistas nunca atacaron el problema etnico mapuche en sí, el choque y confrontación de carácter reivindicativo, con dos cosmogonías enfrentadas, pero no irreconciliables.
Las soluciones equivocadas y parciales de Bachelet fueron pensadas e implementadas desde la óptica occidental europea, de arriba hacia abajo y no de dos culturas que buscaran coexistir plenamente en el mismo espacio nacional con pleno respeto de las garantías y el ordenamiento juridico.
Finlandia logro ese objetivo al implementar en forma horizontal las relaciones del estado con la etnia Lapón, inserta en su territorio.
La Concertación sentó las bases para la radicalización del conflicto étnico mapuche.
Hoy, carente de propuestas nuevas, reales y alejadas de consignas políticas de marketing, elude su propia responsabilidad frente a la problemática.
En materia energética, los sucesivos traspiés del acuerdo gasífero del Concertacionista Eduardo Frei y su homologo argentino Carlos Menen ya estallaba en la administración de Ricardo Lagos, quien conciente del impacto económico que traería la ausencia de una matriz energética segura, desarrolla una batería de proyectos con participación de privados para la construcción de tanto centrales térmicas como hidráulicas. Bajo el mandato de Bachelet no se logra el avance en la implementación de los planes de inversión, construcción y puesta en marcha de la nueva matriz energética. De hecho bajo su mandato no se desarrollan obras publicas de importancia. Administración que se caracterizo por la absoluta ausencia de toma de decisiones por temor a dañar la imagen de la presidenta y generar posibilidad de perder el poder. Conciencia absoluta y avalada desde las mismas cúpulas partidarias de su propio conglomerado.
Los indicadores económicos en negativo y en rojo de los Índices Mensuales de la Actividad Económica (IMACEC) elaborado por el independiente Banco Central de Chile durante la era Bachelet, mostraron objetiva y contundentemente no solo la inoperatividad de su estilo, “mejor no hacer nada y evitar el riesgo de un desastre político”, si no también el fracaso de la misma visión que hoy, como oposición, la Concertación pretende imponer a la administración Piñera.
La ausencia de un reconocimiento de la realidad objetiva energética chilena, desde una postura ciega, instrumentalizada como ariete contra el gobierno actual, habla de una Concertación que una vez más muestra la falta de visión país, so pretexto de una noble visión ambientalista, no solo coarta, bloquea si no que además mal utiliza políticamente cualquier intento de terminar de construir la malla energética estrechamente ligada al desarrollo económico del país.
En la lucha del poder, para el poder, por el poder, para la Concertación, todo es valido.
Dentro de la importante discusión de la matriz energética, tanto la oposición como los sectores ambientalistas y sus subgrupos más radicales, no plantean alternativas concretas, factibles, viables y económicamente sustentables capaces de entregar el aporte energético al sistema productivo nacional. La opción de energías eólicas, geotérmicas, solares u otras, científicamente no llegan a los niveles requeridos de entrega en cuanto a megawatts para que la capacidad económica-productiva nacional se sustente solidamente brindando a todo el sistema, un flujo constante y asegurado de energía.
Según estudios internacionales solo el 6% de la energía producida en el mundo al 2050, provendrá de energías no contaminantes. El grueso de la producción provendrá de la generación térmica e hidráulica.
Jaime Gajardo, presidente del colegio de profesores y Domingo Teillier, presidente del partido comunista de Chile
En materia de educación, la Concertación una vez más activa su maquinaria electoral para concurrir estratégicamente asociada al partido Comunista de Chile para lograr el control del Colegio de Profesores, ente gremial vital, como actor preponderante dentro de una necesaria reforma, que se opone tanto a la evaluación profesional de sus asociados, como a cualquier reforma que implique el aumento de remuneraciones y retención de la plaza de trabajo solo ligada al desempeño y la calidad profesional. Principal cuestionamiento al ente gremial que se le hace por parte de estudios internacionales y nacionales.
El Partido Comunista de Chile actualmente tiene el control de dicho estamento gremial y en él se aplica la lógica ideológica de dicho partido. Defender la plaza de trabajo sin considerar la calidad del servicio profesional prestado. Así, Chile tiene hoy un actor vital dentro del cuadro de elementos necesarios del proceso de modernización y profesionalización de la educación, incrustado en posiciones ideológicas instrumentales provenientes del seno de la izquierda chilena, con una visión arcaica, desactualizada e instrumentalizada que vela por los intereses sindicales de su cúpula y la defensa de reconocidamente, un segmento de profesionales de la educación mal evaluados y acostumbrados a alcanzar avances económicos, independientes de la calidad de su formación y trabajo realizado.
La unión de la Concertación y el comunismo chileno para lograr hacerse del ente gremial, es otro factor que indica el apego de esta, a cualquier medio que le brinde la oportunidad de tener el control político para posicionarse en cuotas de poder sectoriales, con un completo divorcio de la realidad que demanda la educación chilena. Nuevamente, un área que relacionada a la lucha contra la pobreza y la falta de oportunidades educacionales, es abandonada por la oposición en pos del poder.
Visualizados algunos aspectos de la realidad política chilena a la fecha, se observa una oposición democrática aglutinada a una figura carismática con ascendencias internas, pero carente de hábil conducción política programática externa, figura que al no poder dar golpes políticos contundentes a la actual administración ni destacar por la generación de propuestas viables, se ira quedando rezagada en el plano político y en el tiempo, abandonada, al no dar los réditos esperados a las cúpulas partidarias insertadas en la oposición que la sustentan solo instrumentalmente.
Con una plantilla de partidos en pleno proceso de asimilación interna del trauma de haber perdido el poder, proceso que les podría llevar años de internalizar perdiendo la capacidad proactiva de sacar provecho de la derrota, capitalizando la lección que les ha sido dada por el proceso democrático electoral presidencial del 2010, la oposición chilena hoy se debate entre la zozobra y la confusión interna, programaticamente disgregada y necesitada urgentemente de un proceso de retrospectiva y análisis que a la fecha, ni siquiera se ha dado cuenta que la requiere, proceso absolutamente obligado, si desea convertirse en alternativa de poder post gobierno de Piñera.
Un conglomerado político en el poder, necesita del feed-back de su contra-parte para construir una sinergia en pos de los mismos "intereses país". Prueba de ello son los grandes desafíos enfrentados en conjunto por republicanos y demócratas en EEUU.
Chile necesita de una oposición democrática con visión país, pero no esta claro si la actual, lo sabe o es capaz de generarla.