Otrora poderosas en el concierto sudamericano e influyentes en la política interna del país, las Fuerzas Armadas de la República Argentina atraviesan hoy por un delicado momento.
Según información del diario bonaerense La Nación -a raíz de una inesperada tensión diplomática entre Argentina y Gran Bretaña por la actividad petrolera británica en las islas Malvinas-, las FF.AA. están en un mínimo nivel operativo y con escasa capacidad de combate, y sin condiciones para enfrentar un eventual conflicto armado.
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Ministra de Defensa de Argentina, Nilda Garré
El periódico pinta un panorama desolador. El Ejército no tiene cómo desplazarse en todo terreno, salvo para acciones defensivas y a corto plazo.
La Fuerza Aérea, que disponía antes de la guerra de Las Malvinas de al menos 80 aviones para combatir al enemigo, hoy no posee más que 10 naves de combate operativas, con un uso y desgaste de casi 30 años. Y el nivel de entrenamiento de los pilotos es muy bajo.
Similar situación con la Armada, que tiene poca capacidad operativa y carece de misiles.
"Lo que sucede con nuestras FF.AA. es lo que los británicos conocen como 'understatement', es decir, quedarse cortos. Nuestra capacidad militar es bajísima", dice Jorge Castro, director del Instituto de Planeamiento Estratégico de Argentina.
Durante los años 70 y a comienzos de los 80 Argentina estaba desarrollando un fuerte proyecto de desarrollo militar e institucional con una inversión de cinco mil millones de dólares.
El régimen militar de la época tenía en mente el litigio con Chile por el canal Beagle y la secreta aspiración de recuperar las Islas Malvinas.
Para los expertos, la guerra de Las Malvinas en 1982 marca un antes y un después para las Fuerzas Armadas trasandinas.
"La derrota militar en Malvinas debilitó a las FF.AA. en todo sentido, autoestima, equipamiento e influencia política", señala Rosendo Fraga, director del Centro de Estudios para la Nueva Mayoría.
Expertos trasandinos añaden que a ello se sumaron después los juicios derivados por las violaciones a los derechos humanos durante el régimen militar (1976-1983), que tuvieron una amplitud y extensión muy superior a la del resto de los países de América Latina. "Los militares argentinos perdieron autoestima, valorización social y fueron blanco de ataques políticos", sostiene Fraga.
Jorge Castro agrega que con el advenimiento de la democracia, los diversos gobiernos implementaron políticas de debilitamiento sistemático de las estructuras militares, lo cual se ha agudizado en la administración de los Kirchner.
El experto sostiene que la caótica situación financiera argentina, con un enorme déficit presupuestario y tensiones políticas, ha repercutido también fuertemente en el estamento militar. "Eso se manifiesta en todos los planos y uno de ellos es que el gasto de defensa de Argentina es el más bajo de la región. Y prácticamente casi todo el presupuesto lo destinan al pago de sueldos, retiros y pensiones", indica.
El Centro de Estudios para la Nueva Mayoría informó que el año pasado el país destinó para la defensa el 0,87% de su Producto Interno Bruto (PIB), lo cual se traduce en cien millones de dólares.
Armén Kouyoundjien, del Instituto Internacional de Estudios Estratégicos (IISS), explico a ese diario que en los últimos quince años Argentina no ha podido adquirir tanques, ni aviones, ni buques y tampoco repotenciarlos. "Los franceses han estado ofreciendo material, pero Argentina no tiene dinero".
Para el especialista chileno de defensa Eduardo Santos, la situación militar es tan grave que Argentina necesitaría cinco años de fuerte financiamento para que sus FF.AA, alcancen un nivel de operatividad mediano. "Y al menos diez años para que éstas fueran consideradas como eficientes. Necesitarían arreglar sus equipos, incorporarles electrónica y reentrenar a su gente para aprender a usarlos", dice.
Kouyoundjien agrega que el bajo presupuesto se puede explicar también porque, a diferencia de los años 70 u 80, Argentina no tiene ahora hipótesis de conflicto y ha enfocado también su tarea en las misiones de paz de la ONU en Chipre, Bosnia, Kuwait y Haití. "Pero aún así tiene enormes problemas para juntar el mínimo de equipos y hombres destinados a dichas misiones", sostiene.
"Toda la munición militar del país no alcanza para algo más que unas pocas horas de combate".