Argentina busca integrarse al selecto club de países que dominan el ciclo completo de la energía nuclear, con un ambicioso plan para construir tres nuevas centrales atómicas, elevando a cinco las unidades en operación.
Karina Grazina
Atucha II
El país es uno de los pocos en el mundo, junto con Estados Unidos, Rusia, Francia y China, entre otros, con capacidad para completar el ciclo de energía nuclear, que incluye todo el proceso, desde la posibilidad de extraer mineral de uranio hasta la capacidad de reutilizar el combustible usado.
"Argentina por primera vez en muchísimos años tiene hoy un plan nuclear concreto desde el punto de vista electronuclear", dijo José Luis Antúnez, vicepresidente de la estatal Nucleoeléctrica Argentina, que está a cargo de la producción y comercialización de la energía eléctrica generada por las centrales.
El plan, que llega luego de varios años de casi total inactividad en el sector nuclear, incluye concluir la central Atucha II, estancada durante más de una década, levantar dos nuevas centrales y extender la vida útil de Embalse, segunda planta nuclear construida en el país.
Las autoridades también planean construir reactores de pequeña potencia que podrían destinarse a la exportación y retomar el enriquecimiento de uranio, paralizado durante varios años.
Para los analistas, Argentina tiene varios puntos clave que favorecen el desarrollo nuclear en el país, entre ellos capacidad tecnológica, personal calificado, y el hecho de ser considerado un país "confiable".
"Es un país que tiene todas las condiciones para cerrar todo el circuito nuclear. Podría hacer armas, pero a nadie se le ocurre que Argentina haga uso de la tecnología nuclear de la cual dispone para fines bélicos, e integra un club de unos muy poquitos donde hay confianza", dijo Daniel Montamat, un respetado consultor y ex secretario de Energía.
Otra ventaja es que en Argentina no hay un rechazo generalizado de la sociedad hacia la energía nuclear, como ocurre en otros países.
El freno de la actividad nuclear en Argentina en la década de 1980 formó parte de una tendencia mundial, luego de la fusión de la planta Three Mile Island en Pensilvania, Estados Unidos, en 1979, y la explosión de la planta de Chernobyl en Ucrania en 1986, que desataron los temores sobre la tecnología nuclear.
PLAN NUCLEAR
En 2006, en el marco de un plan de reactivación nuclear, impulsado ante la mayor demanda energética y los altos precios del petróleo, el Gobierno del entonces presidente Néstor Kirchner retomó la construcción de Atucha II, que se había detenido en 1994.
Unos 120 trabajadores custodiaron las 40.000 toneladas de materiales y equipos que estaban almacenados para que estuvieran intactos cuando se tomara la decisión de terminar la construcción de lo que será la tercera central nuclear argentina.
Como Atucha II, que estaría terminada para septiembre del año próximo, otros proyectos están avanzando: a fines de 2012 comenzará el proceso para extender en 30 años la vida útil de Embalse.
La central Embalse está en la provincia de Córdoba mientras que Atucha I y Atucha II están instaladas en la localidad de Lima, en la provincia de Buenos Aires, unos 100 kilómetros al norte de la capital argentina, donde se planea construir la cuarta central nuclear, Atucha III.
También en Lima, la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA) está a punto de comenzar a construir el prototipo de un reactor de pequeña potencia -25 megavatios- totalmente diseñado en el país, capaz de abastecer a una población de hasta 100.000 habitantes y que podría destinarse al mercado externo.
"Es muy requerido. En este momento en el mundo se está mirando hacia reactores así, pequeños, por ejemplo para minería es muy útil (...) poner un pequeño reactor que sirva para abastecer a la población que se hace alrededor de una mina", dijo Norma Boero, presidenta de la CNEA.
Según la funcionaria, Canadá ya mostró interés en el reactor. En los últimos años la firma estatal argentina Invap, que se dedica al desarrollo de tecnología nuclear y espacial, vendió reactores nucleares de investigación a Australia, Argelia, Egipto y Perú.
Por otro lado, se está reacondicionando una planta de enriquecimiento de uranio en el complejo tecnológico Pilcaniyeu, en la patagónica provincia de Río Negro, que había estado parada durante varios años.
Podría reactivarse a fines del año próximo, cuando empezaría con una pequeña producción de uranio levemente enriquecido.
Con respecto a la minería de uranio, Argentina tiene yacimientos en varias zonas del país, pero el único que está listo para ser explotado es el de Sierra Pintada, en la occidental provincia de Mendoza, aunque actualmente la extracción está frenada por medidas judiciales.
ACTOR CENTRAL EN LATINOAMERICA
Argentina fue el primer país de Latinoamérica en instalar una central nuclear, en 1974, pero a partir de la década de 1980 la actividad se fue frenando hasta quedar prácticamente paralizada en la década siguiente.
Hoy en la región hay sólo cinco plantas de energía nuclear, dos en Argentina, dos en Brasil y una en México, que tiene dos reactores. En Brasil y México la energía nuclear suministra cerca del 3 por ciento de la producción eléctrica y en Argentina alrededor del 6 por ciento.
Brasil y Argentina están en proceso de construcción de una tercera planta.
Ambos países dominan el ciclo nuclear en su totalidad, pero eligieron métodos diferentes: Argentina optó desde el principio por el uranio natural mientras que Brasil se volcó hacia el uranio enriquecido.
Pero la tendencia mundial, que privilegió mayormente el uranio enriquecido, empujó a las autoridades argentinas a buscar el desarrollo de un sistema mixto, al incorporar una planta alimentada con uranio enriquecido.
"Tener una planta de uranio enriquecido le permitiría profundizar los vínculos estratégicos que mantiene con Brasil en materia de energía nuclear", explicó Antúnez.