PARADA MILITAR BICENTENARIO EJERCITO DE CHILE 2010

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BICENTENNIAL MILITARY ARMY OF CHILE 2010

REPORTAJES ESPECIALES E INFORMACIÓN ADICIONAL

domingo, 4 de julio de 2010

ESPIONAJE: LA RED RUSA EN EEUU PUDO HABER SIDO DELATADA POR UN DESERTOR DE ALTO RANGO

El grupo de espías estadounidenses al servicio de Rusia, arrestados el lunes en Nueva York, pudo haber sido descubierto gracias a la colaboración de un desertor ruso de alto rango que durante cinco años movió los hilos del espionaje de su país en Estados Unidos.
 Coronel del SVR Sergei Tretyakov
Al menos es lo que se constata cuando se cruza las fechas en que el FBI comenzó a seguir a algunos de los miembros del grupo, incluso en países de Latinoamérica como Perú, y la etapa en que el diplomático ruso Sergey Tretyakov comenzó a trabajar como doble agente para el FBI y, finalmente, desertó en octubre del año 2000.
"Las operaciones de contrainteligencia no nacen del aire. Alguien tiene que aportar un indicio que alerte a los investigadores", dijo un informe del centro de análisis de inteligencia Stratfor, divulgado el viernes. Según el centro de análisis ese "indicio" pudiera haber sido aportado por Tretyakov.
Es más, el antiguo diplomático también estaría detrás del arresto de Robert Hanssen, un ex oficial de alto rango del FBI atrapado tras 22 años de espiar para Moscú.

En la ONU
Tretyakov llegó a Nueva York en 1995 como el "primer secretario de la embajada de la Federación Rusa ante Naciones Unidas", la tapadera creada para el segundo oficial de más alto rango en Estados Unidos del Servicio de Inteligencia Exterior (SVR), el sucesor de la KGB soviética.
Según su libro de memorias 'Comrade J', editado el año 2007 en Estados Unidos, Tretyakov dijo que su trabajo en Naciones Unidas era básicamente controlar a los demás espías rusos, leer sus informes y enviarlos a Moscú y, además, seguir las actividades de diplomáticos y periodistas de otros países e intentar reclutarlos.
Pero en ningún momento se refiere a los agentes 'ilegales', encubiertos y fuertemente protegidos por el anonimato dentro de la sociedad estadounidense, cuando los agentes del FBI sostienen que, por lo menos 7 de los presuntos espías, eran 'atendidos' por la oficina del SVR dentro de la embajada rusa en Naciones Unidas.
A la luz de los arrestos del lunes pasado, la omisión de la presencia y operaciones de los 'ilegales' en un libro publicado siete años después de su deserción no parece ser casual. La única mención a un agente 'ilegal' hecha por Tretyakov es un tal 'V', que vivía en Manhattan, pero era atendido directamente por otro agente del SVR llegado de Moscú.
Sin embargo, en el libro Tretyakov no deja de alardear de que su paso por Nueva York constituyó "uno de los momentos de mayor éxito del espionaje ruso en Estados Unidos en tiempos recientes".

Coincidencia de fechas
Tretyakov hizo un primer intento de deserción en 1997, pero el FBI lo convenció de trabajar durante algún tiempo como doble agente, hasta que desertó totalmente en octubre del año 2000.
Durante ese tiempo, el ex oficial ruso entregó a Estados Unidos 5.000 cables secretos sobre las actividades de espionaje de Rusia y unos 100 informes de inteligencia.
El pliego acusatorio entregado por las autoridades estadounidenses a un juez federal en Nueva York, para justificar el arresto de los presuntos espías, no indica cómo ni cuándo las autoridades comenzaron a sospechar que algunos de los detenidos estaban espiando para Moscú.
Pero el análisis de Stratfor señala que el comienzo de las investigaciones coincide con la época en que Tretyakov "estaba pasando información al FBI".
"Los momentos en que Tretyakov estaba cooperando con el gobierno estadounidense y el instante en que comenzó la investigación que llevó al arresto de los 11 sospechosos [uno logró escapar en Chipre] sugiere que la cooperación de Tretyakov pudo ser la fuente original" que puso el gobierno de Estados Unidos al tanto de las actividades del grupo, dijo el análisis. "Las pruebas son circunstanciales, pero el momento y el local coinciden", agregó.
Desde entonces y durante 10 años, el Grupo Especial de Vigilancia del FBI, siguió de cerca la red de agentes 'ilegales' rusos en ciudades como Nueva York, Boston y Washington, colocó cámaras de vídeo y micrófonos en sus casas, locales de trabajo y de encuentros con los oficiales a su cargo.
Según Stratfor es uno de los mayores casos de espionaje en toda la historia de Estados Unidos.

Hanssen
Pero no sería la única vez en que Tretyakov parece estar detrás de la captura de agentes rusos operando en Estados Unidos.
El 17 de noviembre del año 2000, escasas dos semanas después que el ex agente ruso se pasó al oeste, el FBI formó un grupo de trabajo para investigar una información alarmante. Según publicó posteriormente el diario USA Today, los agentes recibieron de "una fuente rusa" un legajo de documentos originales de la KGB en los cuales se indicaba que había un agente infiltrado en su seno.
Los documentos no mencionaban el nombre del posible infiltrado. Pero precisaban que cuando se molestaba con sus subordinados acostumbraba a pronunciar una palabrota en particular que, en su tiempo, fue popularizada por el general George S. Patton. Los agentes tardaron menos de un mes en dar con él.
Desde el 12 de diciembre en que lo identificaron, el FBI se dedicó a seguirlo y recopilar pruebas de su colaboración con los rusos, hasta que lo detuvo en frente de su casa el 18 de febrero del 2001.
Las autoridades estadounidenses nunca han querido confirmar si el ex agente ruso entregó los documentos del KGB que permitieron identificar a Hanssen. Pero, de nuevo, las fechas 'coinciden'.
Ya en febrero del 2001, el diario USA Today, lo había dado a entender. "Aunque las autoridades declinaron decir quien entregó los documentos rusos que ayudaron a dar con Hanssen, el intercambio ocurrió en momento cercano a la deserción del alto diplomático ruso Sergey Tretyakov y su familia de la misión en Naciones Unidas". (...) [Pero], "un alto funcionario del Gobierno estadounidense no desechó la posibilidad de que Tretyakov estuvo envuelto", escribió el rotativo.
Lo cierto es que si Tretyakov entregó Hanssen a sus nuevos amigos, la cosa sonó como un regalo de despedida del SVR.

ARGENTINA: ¿DESAPARECIERON LAS PRUEBAS DE LOS NEGOCIOS CON VENEZUELA?

La Casa Tornquist, donde funcionaba el banco del mismo nombre y que perteneció a la familia Acuña Debary Tornquist, está ubicada en la calle Bartolomé Mitre 533. Ahora el inmueble pertenece al gobierno nacional a través del Ministerio de Planificación Federal de Julio De Vido. En su octavo piso (ídem en el cuarto) se acumulaban papeles confidenciales que estaban bajo el control del equipo de colaboradores directos del Ministro. Dos días atrás, horas después de que el embajador Eduardo Sadous ratificara ante la Comisión de Relaciones Exteriores de la Cámara de Diputados sus denuncias sobre coimas en Venezuela, el inmueble en cuestión sufrió un “oportuno” incendio que afectó a buena parte de la documentación bajo custodia.

Prohibido apagar el fuego
Testigos del incendio refieren que, durante el incendio, se observó el despliegue de personal policial (varios de civil) con armas largas que no sólo no cooperaba con los bomberos sino que contuvo la acción de los mismos, obligándolos a trabajar lentamente, pese a los riesgos y a tratarse de un monumento histórico. Esta secuencia de extraños acontecimientos dio lugar a una versión originada en fuentes de inteligencia. La misma consigna que lo que se quemó en el misterioso incendio sería una parte importante de la documentación del intercambio comercial entre Argentina y Venezuela, entre ellos los informes sobre el fideicomiso constituido con los fondos provenientes de las compras argentinas de fuel oil venezolano, destinados a pagar las compras de maquinaria, alimentos y tecnología argentina. En estas operaciones se pagaron coimas del orden del 15%.
De este modo, gracias al oportuno fuego, habrían desaparecido las pruebas que en cualquier momento podría requerir el Juez Federal Julián Ercolini, a cargo de la investigación de las coimas.

EL DUEÑO DEL CIRCO

 
Luis Herrería Bonnet 
Fue patético lo ocurrido el 25 de Junio del presente año, cuando en la ciudad de Otavalo, a 60 kilómetros de la capital del Ecuador, se instaló lo que los tres chiflados calificaron de Cumbre de la ALBA, a la que no asistieron cinco de ocho mandatarios que forman parte del ente disparatado. Tanto el paranoico anfitrión como sus dos sempiternos invitados, Hugo Chávez y Evo Morales, lanzaron estrambóticos discursos, en que se dieron el gustazo de hablar acerca de lo que les vino en gana. Lo que se le olvidó al culturalista Morales fue explicar cómo era posible que insistiera en la inclusión de todos los indígenas de la región, mientras que los nativos del Ecuador eran excluidos por la fuerza pública e impedidos de ingresar a la reunión, que será recordada como un nuevo círculo exclusivista que pone al descubierto la falsía de aquellos que se llenan la boca de indigenismo. De lo que no se olvidó fue de agradecer a Chávez por impulsar reunión tan selectiva, que con la salvedad de Alexandra Ocles y muy pocos afrodescendientes tampoco hubo consideración para este grupo étnico.
El economista Rafael Correa demostró, una vez más, que cuando está tras cientos de uniformados, con bombas lacrimógenas, caballos y otros instrumentos de combate es muy capaz de insultar a los miembros de la CONAIE; que también es capaz de argumentar que los indígenas se dejan influenciar por los “gringuitos”; así como fue capaz de permitir que un extranjero como Chávez haga burla grotesca con la reciente visita de la señora Hillary Clinton a nuestro país. ¿Dónde estuvo la cacareada soberanía a la que Correa alude cada vez que le conviene, al consentir que se entrometan acerca de una entrevista donde poco faltó para que cayera de hinojos? ¿Dónde, Correa?
Hugo Chávez, rabioso y desesperado porque el pueblo venezolano ya se aburrió de sus arbitrariedades y sabe que las encuestas para las elecciones del próximo mes de Septiembre le son vergonzosamente desfavorables, se dio a la abusiva tarea de despotricar contra el indigenado ecuatoriano, sin entender que la reacción de esa respetable agrupación social responde a las estúpidas medidas adoptadas por “su muchachito” y que han servido para que nuestro país se agite continuamente en razón de la crisis que se refleja en lo social y económico, por falta de democracia, trabajo, seguridad, educación, salud y todo lo que cínicamente se ofreció y no se cumplió.
Está demostrado que Chávez solo tiene calidad para ser dueño de un circo, el mismo que cada vez pierde más pista, ya que su diseño político es un rotundo fracaso, como lo ha demostrado al permitir que en su país se hayan podrido miles de toneladas de alimentos, que se encontraban en bodegas estatales y que en buen estado hubiesen servido para satisfacer necesidades vitales durante un mes a toda la población llanera, hoy lánguida por culpa de un patán que se da el tupé de hambrear a un pueblo lleno de riquezas.

PRESIÓN DE ARGENTINA Y BRASIL PARA RETRIBUIR "FAVORES" DE CHÁVEZ

El Congreso paraguayo no cesa de ser objeto de todo tipo de cortejo por parte de Hugo Chávez y sus emisarios. Si pocos días atrás era el mismísimo Néstor Kirchner quien, en una inédita actitud conciliadora, se presentaba ante el Parlamento para suplicar a los legisladores la ratificación del Tratado Constitutivo de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur), ahora es el principal asesor de Relaciones Internacionales del propio presidente brasileño, Marco Aurelio García, quien llega a la sede del Poder Legislativo paraguayo para implorar la aprobación del Protocolo de Adhesión de Venezuela al Mercosur.
Es que los intereses en juego, bien lo sabemos, son enormes y el Paraguay –pero muy puntualmente el Congreso de nuestro país– está impidiendo que jugosos negocios de Argentina, Brasil y Uruguay puedan efectivizarse. De hecho, es muy alto el precio que el régimen bolivariano de Venezuela ya había “pagado” por adelantado para comprar su forzada incorporación al Mercosur, y ahora sucede que la liebre saltó donde menos se lo esperaba: en la resistencia de un Parlamento adverso incluso a los designios bolivarianos del propio Fernando Lugo.
Marco Aurelio ni siquiera guardó las formas: confesó claramente que el interés está en el petróleo venezolano. No importan los principios, ni siquiera el atroz cerco al que Chávez somete a la democracia en su país; solo interesa la plata.
Aclaremos el panorama. En octubre último, PDVSA y Petrobras suscribieron un acuerdo –negociado desde 2005– para la construcción y operación conjunta de la refinería Abreu e Lima, en el estado brasileño de Pernambuco, que permitirá refinar 230.000 barriles de petróleo cada día y que estará operativa el año próximo. El negocio es gigantesco en miles de millones de dólares.
En el caso de Argentina, no habrá que perder de vista que la Venezuela de Hugo Chávez se ha convertido en una de las principales fuentes de financiación para los Kirchner, puesto que desde el año 2005 les ha comprado títulos de su deuda externa chatarra por más de 6.300 millones de dólares americanos.
Uruguay, por su parte, también ha incrementado notoriamente sus relaciones comerciales con Venezuela desde la asunción de Tabaré Vázquez a la presidencia de ese país hermano en marzo de 2005. PDVSA, por ejemplo, ha comprado la totalidad de las acciones de Petrolera Cono Sur, hasta entonces manejada por ANCAP, la petrolera uruguaya. Por otra parte, en 2008 ANCAP y PDVSA suscribieron un acuerdo por el cual la estatal uruguaya podrá extraer petróleo en la Faja del Orinoco, lo que le permitirá contar con unos 20.000 barriles diarios de petróleo.
Está claro para todos que estas no fueron simplemente “concesiones graciosas” del polémico “comandante” bolivariano. Todas fueron entendidas por él como “inversiones” para lograr legitimidad internacional y participación plena en el Mercosur. Pero en ese camino surgió un “inconveniente” con el Congreso paraguayo. Entonces, como su presencia aquí o la de cualquier exponente de su régimen causaría una notoria desconfianza, Chávez decide, en consonancia con Cristina Fernández y Luiz Inácio Lula da Silva, mandarnos a emisarios menos controvertidos, para hacer lobby con los parlamentarios de nuestro país.
Dice entonces Marco Aurelio que “a los que tienen la preocupación por la democracia en Venezuela, deben acordarse que en el Mercosur hay una cláusula democrática. Si se quiere salir de la regla, recibirá una sanción”. Burda mentira. Todos sabemos que Hugo Chávez hace mucho tiempo que se saltó todas las “reglas” del juego democrático, que irrespeta los derechos humanos, cercena la libertad de expresión y persigue a sus oponentes. Pero, además, ¿cuál de estos socios tan bien “tratados” por Caracas se animaría, por ejemplo, a exigir la aplicación de la cláusula democrática a un país con el cual se mantienen negocios tan exorbitantes y jugosos? ¡Hipócritas!
No habrá, pues, que dejarse llevar por el engaño. Marco Aurelio afirma que Venezuela es un gran importador de alimentos, y que el Paraguay puede beneficiarse con ello. En primer término, nuestro país tiene colocada en todo el mundo su actual oferta exportable, por lo demás bien limitada: basta ver en los supermercados cuánto alimento es de procedencia argentina o brasileña. En segundo lugar, no es preciso que aquella nación ingrese al Mercosur para poder comerciar con ella. Solamente se trata de una torpe trampa.
Por otra parte, el Mercosur no es de ninguna manera el ámbito propio de la inserción integradora venezolana. Su lugar en el mundo está en la Comunidad Andina de Naciones o tal vez en el Caribe; no en el sur de nuestro continente. Cabe también preguntarse: con las actuales políticas estatizantes marxistas del régimen chavista, ¿quién podría suponer que el verborrágico “Telepresidente” se habría de avenir a las normas de libre mercado y libre comercio que rigen en el bloque?
Tanto Kirchner como Marco Aurelio sostuvieron en Asunción que votar por Venezuela no es hacerlo por Chávez, y que habrá que imaginar que en el futuro no siempre el polémico coronel continuará en el poder (casualmente, el mismo argumento que utilizó ayer Lugo en Caazapá). Por lo pronto, ya lleva 11 años en la presidencia y, a tenor de lo que él mismo suele manifestar, no tiene ninguna intención de abandonar el gobierno de su país en, por lo menos, 20 años más.
Los congresistas paraguayos no deben dejarse engañar tan fácilmente por estos enviados del peligroso y autoritario presidente de Venezuela. Tendrían que considerar lo difícil que será contener a Chávez una vez que este ya ponga un pie en el Mercosur. Abrirle las puertas será fácil; castigarlo cuando se “porte mal” y pisotee todas las normas de la convivencia democrática, imposible.

NICARAGUA: ¿SOCIALISMO DEL SIGLO XXI O FASCISMO TROPICAL?

Mucho se ha hablado sobre la verdadera definición del denominado Socialismo del Siglo XXI impulsado por el Presidente de Venezuela Hugo Chávez, autonombrado caudillo de una supuesta revolución bolivariana que aspira a sentar bases en América Latina. Si en algún momento hubo quienes no tomaron en serio los delirios expansionistas de Chávez, basta con dar un rápido vistazo a las relaciones de poder entre Venezuela con Bolivia, Ecuador, Nicaragua y, hasta hace poco, Honduras.
Excluyo de esta lista a Cuba, pues aunque existe un tórrido “affair” entre el Castrismo y el Chavismo, a diferencia de países como Nicaragua, la isla caribeña deja claro que su relación con Venezuela debe ser una de provecho estratégico y político pero no de subordinación. Todo lo contrario. Mientras en Nicaragua Chávez es recibido cual jefe de un partido político en gira de campaña por uno de sus municipios por el dócil y solicito alcalde, en Cuba Chávez llega adoptando un cuidadoso porte de peregrino en tierra santa esperando ser bendecido por el Patrono.
Y es que en realidad Chávez aspira a ser el heredero de Castro en América Latina a pesar de carecer de muchas de las habilidades que han permitido que el anciano jefe del Partido Comunista Cubano mantenga, hoy a través de su hermano, un férreo control de la isla. Sin embargo, a carencia de una propuesta ideológica coherente y de otras cualidades necesarias para inspirar y movilizar, Chávez cuenta con reservas certificadas de petróleo a su disposición que hoy ascienden a más de 153 mil millones de barriles.
Al hablar de las carencias del Chavismo me refiero principalmente a la ausencia de un proyecto político coherente que sea capaz de sostenerse por su propio peso y no por el clientelismo petrolero. Dicho de otra forma, el denominado Socialismo del Siglo XXI es, a lo sumo, una arenga política anticapitalista pero que carece de un proyecto ideológico en el sentido más estricto de su acepción. Por proyecto ideológico me refiero a la “estructura conceptual de referencia que provee de criterios para la elección y la decisión en virtud de los cuales la mayoría de actividades de una comunidad organizada es gobernada” (Martin Serliger, citado por Sternhell, 1976, p. 318).
Lo que indudablemente existe en Venezuela es un proyecto Chavista de la misma forma en que en Nicaragua el sandinismo oficialista se convirtió en Orteguismo. Habrá quien me argumentaría que tanto el Orteguismo como el Chavismo, no por ser proyectos personalistas autoritarios de concentración del poder dejan de ser proyectos ideológicos en el sentido en que representan a un sistema y cuentan con un programa de acción. Si tal referencia fuese válida, cabria preguntarse entonces si otros fenómeno sociales y políticos como el caudillismo y el clientelismo también podrían ser tipificados como ideologías. ¡Por supuesto que no!
Tanto el caudillismo como el clientelismo son fenómenos de poder sustentados por mecanismos informales y difusos en la relación principal-agente en donde la interacción entre los actores del sistema es guiada por factores como la baja autoestima de los acaudillados, el intercambio de favores o la concesión de prestaciones. Para ilustrar mejor el ejemplo es adecuado aclarar que lo anterior no anula el hecho de que los acaudillados o los clientes no tengan, como grupos o como individuos, un punto de vista particular sobre la realidad, aspecto básico de toda ideología. No obstante, ambos fenómenos carecen de las bases intelectuales y conceptuales que movilicen la acción política, quedándose en expresiones de una relación transaccional.
En este sentido, es Socialismo del Siglo XX—en la acepción en que ha sido propuesta por ideólogos como A.V. Buzgalin y Heinz Dieterich Steffan—no es otra cosa más que un replanteamiento casi repetitivo de las mismas ideas anticapitalistas propuestas por Noam Chomsky y otros. Sin embargo, es innegable que es dicho concepto sí implica la articulación de una propuesta más o menos coherente de un sistema de creencias que intentan explicar la realidad sobre la base de las premisas básicas de Karl Marx, incorporando los aprendizajes experiencias e socialistas del pasado. Adicionalmente, el concepto de “Socialismo del Siglo XXI” también implica una reacción ante el poder hegemónico estadounidense.
En los casos concretos de Chávez y Ortega en Venezuela y Nicaragua, respectivamente, efectivamente se asoman algunos rasgos de la propuesta socialista, específicamente en lo referido al discurso de lucha de clases, el férreo antinorteamericanismo, el desdén por la propiedad privada y el impulso colectivista. No obstante, estos rasgos quedan totalmente opacados ante un proyecto más bien de culto a la personalidad que si bien no es del todo ajeno a la tradición socialista, al combinarse con otros aspectos adquiere una forma totalmente diferente.
¿Si no Socialismo, entonces qué es?
Antes de ilustrar el argumento de que el proyecto Chavista es en realidad una versión tropicalizada del fascismo, es importante recordar que el fascismo clásico desapareció con la derrota de los países del eje al concluir la segunda guerra mundial (Ej. el fascismo en España). Pero de igual forma que otras expresiones políticas desarrolladas en Europa llegaron a América de manera tardía y transformada, el fascismo también se vivió en América Latina bajo formas autóctonas. Tal fue el caso de las dictaduras de Perón en Argentina y Somoza en Nicaragua. Hoy aparece nuevamente en las persona de Chávez en Venezuela y, de manera germinal, con Ortega en Nicaragua.
En las opiniones de autores como Joan Antón, Joan Joseph Vallbé y E. Gentile, el fascismo es una expresión de dominación política totalitaria y revolucionaria guiadas por el objetivo central de subordinar y transformar la sociedad a través de la captura del Estado y el monopolio del poder desde un régimen de Estado-partido. Para ello, se aspira a un sistema político de partido único –o al menos hegemónico en el sentido en que lo define Sartori— guiado por un caudillo carismático que se atribuye la virtud de interpretar y encarnar casi metafísicamente las aspiraciones y la voluntad del pueblo.
El caudillo, además, concentra para sí todo el poder del partido y defines su acción política desde la perspectiva de una “revolución permanente contra enemigos exteriores e interiores.” Además, Antón agrega “se trata pues de una revolución política, cultural y espiritual” donde es imprescindible hacer pacto para alcanzar el poder con las fuerzas conservadoras. Este pacto marca los límites de la revolución fascista y el paso del “fascismo-movimiento al fascismo-régimen”.
Asimismo, “el fascismo aborrece la democracia liberal porque ésta favorece la cantidad respecto a la calidad…en tanto que concibe a la masa de la población como un ente incapaz de gobernarse”. En este sentido, el fascismo comparte una característica importante con otras expresiones de extrema derecha, como son el descrédito al sistema de democracia representativa y por ende al sistema políticos pluripartidistas al considerarlos expresiones de grupos de poder contrarios a los intereses del pueblo.
En consecuencia, el discurso político fascista hace constante referencia a la necesidad de una nueva democracia, “democracia verdadera” o “democracia pura”, le llamó Mussolini. La teoría de Democracia directa ofrece una sorprendente similitud a los argumentos de la sustitución de la clase política por el hombre común, esgrimidos por los fascistas europeos. ¡Basta de ya partidos! ha dicho Chavez.
Las similitudes no se detienen ahí, la concepción geopolítica del fascismo es fundamentalmente de antagonismo y conspiración, en tanto el caudillo tipifica de complot internacional cualquier crítica que venga de otras instituciones o personas basadas en el exterior. En consecuencia, la disidencia interna y la oposición, desde a óptica fascista debe ser necesariamente expresiones subversivas financiadas por el enemigo externo. Por ello, la oposición es definida como anti-nacionalista (vende-patria) en tanto el régimen político fascista cree ser la plataforma sobre la que debe sustentarse la nacionalidad misma.
Cualquier similitud con nuestra realidad, es pura coincidencia.