PARADA MILITAR BICENTENARIO EJERCITO DE CHILE 2010

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BICENTENNIAL MILITARY ARMY OF CHILE 2010

REPORTAJES ESPECIALES E INFORMACIÓN ADICIONAL

miércoles, 17 de marzo de 2010

LOS COSTOS DEL ESTILO DEL "GOBIERNO CIUDADANO" DE BACHELET

Que estamos en un especial momento de unidad nacional, no hay duda. Que hay colaborar con el mayor entusiasmo posible en las tareas necesarias para salir delante de esta catástrofe, tampoco. Que no es el momento de la política de “chica”, menos.
*José Miguel Kast
Sin perjuicio de todo lo anterior, se debe ser justo a la hora de intentar un análisis que no busque realizar una crítica visceral e irreflexiva -como podría pensarse a simple vista- sino que, por el contrario, preparar el escenario ciudadano para que el nuevo gobierno no caiga en errores que, a esta altura del partido, resultan evidentes e imputables.
Por ahí se dijo que este era un “terremoto cínico” en alusión a que muchas casas se veían sin daño aparente por afuera, pero que por dentro eran prácticamente inhabitables. Lo mismo ocurrió, a mi juicio, con el liderazgo en la conducción del país en estos últimos 4 años de gobierno para enfrentar las distintas crisis que sobrevinieron.
Esto se concluye al constatar que cada vez que hubo una crisis grande (todos los años hubo una o más de una), la conducción gubernamental sucumbió ante la efervescencia cultural de los chilenos que, gracias al estilo “del gobierno ciudadano”, dejaron hace rato de reconocer liderazgo y sentido de autoridad en los personeros de gobierno de la última gestión de los gobiernos de la concertación.

Algunos ejemplos de lo anterior son las siguientes:
Hacia el primer semestre de 2006, a pocos meses de haber asumido el gobierno, él país colapsó en manos de los estudiantes secundarios. Nuestros niños (casi la totalidad de ellos con apenas 16 o 17 años), provocaron la caída de un ministro, tomas en los colegios y graves alteraciones del orden público en pos de sus reivindicaciones. El episodio más patente fue la escena de escolares marchando y escupiendo a los carabineros que, sin moverse, no podían hacer nada porque esa fue la orden del gobierno.
Comienza el 2007, y el país de nuevo colapsa. Esta vez a manos de la política pública del transporte: El Transantiago. Fue el peor momento de la popularidad presidencial. Nuevamente cae el ministro de la cartera respectiva, y se registran pérdidas de millones de dólares. La ciudadanía colapsa: micros tomadas y quemadas en plaza Italia, escenas dramáticas de gente olvidando que el del lado es persona y atropellándose para poder abordar un bus. La opinión pública percibe un caos que es evidente en las calles de Santiago. Ello sin considerar las aristas económicas, jurídicas y legislativas que se produjeron y que en algunos casos siguen latentes.
A finales de Abril de ese año el pueblo de Aysén, liderado por su Alcalde Oscar Catalán, recibe a la entonces Presidenta con una manifestación (recordaremos las bandera negras) por la forma en que el gobierno enfrento el terremoto de grado 6,2 en la escala de Richter. Las autoridades llegaron tarde y no fueron bien recibidas por los damnificados. Cosa que también ocurrió en las inundaciones y en el alud de agua y barro que afecto a Concepción.
En el 2008, precisamente en el mes de Junio, se vieron los primeros indicios de la crisis económica debido a problemas con el petróleo. El precio de los combustibles por las nubes y la ciudadanía se inquieta. El gobierno no reacciona hasta que los camioneros detienen el país a través de un paro. La reacción se vio forzada por la indignación de los choferes chilenos. Los comentarios en la calle fue: “acá el que patalea y se vota a huelga, obtiene lo que quiere”.
El año recién pasado, pudimos ver claramente cómo el gobierno tuvo graves problemas para enfrentar otras dos crisis sociales: la de los trabajadores del cobre y el conflicto en la Araucanía. En éste último caso, nuevamente la polémica se centró en cómo el ejecutivo intentó manejar la acción de carabineros. El resultado fueron personas muertas, graves desórdenes a la propiedad pública y privada, y de nuevo la sensación de falta de gobernabilidad.
Todo lo anterior sin considerar el conflicto permanente por no solucionar el tema de los deudores habitacionales cuyas manifestaciones acompañaron al la ex - Presidenta a lo largo de todo su mandato.
Lo ya expuesto se suma a las voces que se han escuchado en los días que hoy vivimos. Quienes han dicho que las críticas son para sacar provecho político, no se han percatado que las quejas vienen de auditores de radios (recomiendo ver el desesperado llamado que hace el Alcalde Socialista de Hualpen a la Presidenta), cartas a los medios, entrevistados en televisión y de personas que estuvieron en los lugares de la catástrofe.

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