El socialismo del siglo XXI y la revolución bolivariana que promueve Hugo Chávez se desgajan en vías de fracaso. El Presidente de Venezuela ha recibido golpes sucesivos y cunden sus abusos. Renunció su Vicepresidente, por las restricciones que impuso a canales por cable, incluida, transitoriamente, la señal internacional de Televisión Nacional de Chile. No es el primero de sus colaboradores que se margina del gobierno: a lo menos tres de sus ministros han pagado sus disidencias con prisión, por largo tiempo y sin proceso.
Al mismo tiempo, crecen las protestas en Venezuela: estudiantes y pobladores reclaman libertades, por el desabastecimiento de alimentos y por los racionamientos de agua y luz. Las manifestaciones deberían aumentar por la inflación, que supera los dos dígitos, y por los encarecimientos provenientes de la abrupta devaluación del bolívar.
Igualmente, los gobernantes extranjeros reaccionan ante las intromisiones y atropellos del Presidente venezolano. El primer desafío lo hizo Honduras, con un cambio de gobierno para liberarse de la dependencia de Chávez. Resistió a la presión internacional, logró elegir un nuevo Mandatario y puso término a la asociación con el ALBA. Hace poco, Francia denunció el atentado a las inversiones francesas en una cadena de supermercados y contra la libertad de expresión que afectó las transmisiones de un canal de su nacionalidad. Esta última medida y otras arbitrariedades han sido censuradas por la Comisión de Derechos humanos de la OEA y por varias organizaciones afines. Coincidentemente, el Presidente electo de Chile fue claro en manifestarse en contra del venezolano. Sus expresiones recibieron una amenazante réplica de Chávez y una discutible crítica del canciller Fernández, quien señaló que debería esperar asumir el mando antes de efectuar semejantes pronunciamientos. Es significativo que el nuevo Presidente chileno se apartara de la línea contemporizadora de los gobiernos de la Concertación respecto del régimen de Venezuela. Por años los gobiernos extranjeros evitaron criticar a Chávez: Bush prefirió eludirlo, Obama le extendió su mano y ofreció dialogar, y el Rey de España, que reprochó sus abusos verbales, finalmente se reconcilió públicamente.
El socialismo del siglo XXI está en vías de fracasar. El populismo lo condujo a irracionales medidas internas; el socialismo a ultranza, a la destrucción de la economía, expropiaciones de bancos, de la agricultura, la industria, los servicios públicos y, últimamente, el comercio; la ineptitud y la corrupción lo llevaron a dilapidar los ingresos petroleros y a disminuir en un tercio la producción de crudos; su ideologismo, a promover su costosa intromisión en otros estados socialistas y populistas de América Latina y del Caribe; en fin, su autoritarismo le ha permitido una sucesión de abusos de los poderes públicos. Estos resultados y menos medios económicos le restarán influencia en la región.
Tras 11 años en el poder, Hugo Chávez recibe sucesivos golpes por sus excesos. Para muchos se ha iniciado su cuenta regresiva, que buscará detener por la fuerza, respaldado por las Fuerzas Armadas, sobre las que ejerce férreo control. En momentos en que se hace cada vez más insostenible la prolongación indefinida de su mandato, crece el riesgo de que intensifique su radicalización.
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