*Juan Emilio Cheyre
El Presidente García ha implementado un plan que muestra una falsa imagen de Chile, una caricatura distorsionada, en un juego peligroso que, tarde o temprano, se volverá en su contra.
El Presidente García ha implementado un plan que muestra una falsa imagen de Chile, una caricatura distorsionada, en un juego peligroso que, tarde o temprano, se volverá en su contra.
Hay quienes creían que nuestro histórico amigo, el Presidente Alan García, y su noble país habían dado los últimos pasos en una escalada de actos hostiles y propuestas sensacionalistas, con mapas inventados y una extemporánea propuesta de "pacto de no agresión". Quienes predijimos que quedaban eventos por venir, lamentablemente teníamos razón.
Pese a los esfuerzos por mantener los temas sobre los cuales tenemos diferencias en "cuerdas separadas" y generar una "relación inteligente", privilegiando los asuntos que nos benefician mutuamente, ello no ha sido posible. Las causas son variadas y no se visualiza que vayan a cambiar en el corto plazo.
De allí que, como nunca, hay que cultivar las virtudes de la paciencia y la prudencia, que no se oponen a la firmeza en la defensa de los derechos e intereses propios. Tenemos que seguir ejerciendo pleno dominio de aquello que es legítimamente nuestro por aplicación y respeto del derecho internacional. Ninguna declaración destemplada debe alejarnos de la defensa de nuestra soberanía, ni afectar los positivos avances de un proceso de integración binacional.
Chile ha actuado de buena fe en sus esfuerzos por establecer una armónica relación vecinal. Posee la fuerza del derecho y la cohesión de una república que ha superado unida crisis muy adversas. Con la demanda en La Haya, Perú, en cambio, ha demostrado lo difícil que le resulta aceptar el sustento jurídico, acordado en conjunto hace décadas, del dominio chileno sobre territorio marítimo, aéreo y terrestre.
La sobredimensionada y reactiva campaña comunicacional del gobierno peruano en el reciente caso de supuesto espionaje, pareciera tener diversos objetivos, aunque el mismo carácter: un mecanismo para politizar y extremar situaciones, levantando nacionalismos extremos. ¿Será un intento de ocultar la falta de argumentación legal y la debilidad de una causa construida artificiosamente para disputar nuestro territorio? ¿La forma de ocultar las dificultades que enfrenta el gobierno por la dramática baja de su aprobación popular hasta un 20%? ¿O una vía para contrarrestar las sombras del Presidente García en el triste recuerdo de su primer gobierno?
Tal vez por ello ha implementado un plan que pretende mostrar una falsa imagen de Chile. Su discurso apunta a presentar una caricatura distorsionada en un juego peligroso que, tarde o temprano, se devolverá en contra de quien lo origina.
La sociedad internacional no es ciega y tampoco la corte donde se pretende que reboten estas falacias. Nuestro país no ha tenido guerras en el siglo XX; es reconocida nuestra vocación de paz, incluso en los peores momentos; la tradición de respeto al derecho es una de nuestras prácticas más preciadas. Además, el Perú, más que ningún otro país, ha recibido nuestro apoyo en la negociación de sus TLC y su ingreso a la Apec; nuestros empresarios han contribuido a su desarrollo; sus FFAA, pese a que han rechazado múltiples ofertas para desarrollar procesos de transparencia en gasto militar, conocen perfectamente todo lo que tenemos.
Una reflexión final. Nuestra situación es distinta a la de Perú. Nuestra Presidenta cuenta con un 80% de aprobación a su gestión; gobierno y oposición se unen en políticas de Estado; contamos con una república estable; y tenemos FFAA profesionales disciplinadas y subordinadas al poder político. Esto ayuda a cultivar la paciencia y focalizar el esfuerzo en ampliar áreas de colaboración y encontrar intereses comunes para profundizar la paz y la concordia. Asimismo, ejercer pleno dominio de soberanía y defensa de nuestros legítimos derechos.
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