Antecedentes de la relación Venezuela-Irán y por qué la firma del tratado NUCLEAR con Rusia es tan peligroso.
En mi columna anterior titulada: “La Revolución se torna NUCLEAR ” expresé que el plan encubierto de Chávez disfrazado como un proyecto pacífico energético de nueva generación, no era más que una fachada para obtener armas nucleares con el apoyo de Rusia e Irán; convirtiendo así a Venezuela en ficha armada y aliado principal de ambos países en el propio corazón de América.
Lo peligroso del caso si en definitiva se llega a concretar, es que Chávez será un simple peón que no tendrá ni siquiera el control de esas armas, y el precio de esa locura genocida lo pagaremos con nuestras vidas los ciudadanos venezolanos. Lo que no logró hacer Fidel Castro con la Unión Soviética, lo lograrán tentativamente Chávez, Putin, Medvedev y Ahmadineyad; poner en jaque a los “gringos” en su propio terreno.
Asumo que los rusos no intervendrán directamente en la confección del armamento nuclear, se limitarán al asesoramiento encubierto, pero Irán, potencia islámica que ha jurado borrar del mapa a Israel y a los EE.UU., y país en el que se encuentra actualmente nuestro autócrata militar en medio de un tour Euro-Asiático, ha venido trabajando en su programa atómico-nuclear desde hace tiempo, obteniendo en los últimos años todo el uranio necesario para desarrollarlo a través del régimen criminal castro-chavista.
El mayor logro de los radicales iraníes, es que acaban de estrenar hace pocas semanas su primera planta nuclear energética, localizada estratégicamente en el sur del país y a las orillas del Golfo Pérsico. Lo lograron desafiando a la comunidad internacional y en contra de innumerables resoluciones de la ONU, muchas de las cuales fueron bloqueadas por Rusia y China, aliados incondicionales de Irán y Venezuela.
El reciente tratado NUCLEAR firmado por Rusia y Venezuela, se trianguló a la perfección con Irán, y era precisamente lo que necesitaba Chávez para explotar el uranio en Venezuela abiertamente, permitiéndole además, el acceso de manera pública e institucional a los científicos rusos e iraníes que vendrán en calidad de colaboradores a desarrollar un “programa NUCLEAR netamente energético y pacífico”. La fachada perfecta para una dictadura institucional.
Veamos ahora los antecedentes de la relación Venezuela-Irán y por qué la firma del tratado NUCLEAR con Rusia es tan peligroso.
En noviembre del 2008 representantes del gobierno venezolano y del gobierno iraní, firmaron un convenio “secreto” de ciencia y tecnología, formalizando la cooperación en el campo de la energía nuclear. (Ver pinchando aquí documento en Iraní y Español)
Una semana después de la firma del convenio, el ministro venezolano de Energía y Petróleo, Rafael Ramírez, presentó ante el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), una exposición en la que establecía que Venezuela desarrollaría un “programa nuclear pacífico” y que un comité de energía atómica, existía desde el 2007.
En noviembre del 2008, un contrato entre la empresa estatal venezolana Minerven y la empresa estatal iraní Impasco, otorgó a los iraníes una concesión para una supuesta mina de oro, localizada en el corazón de Roraima, al sur de Venezuela, en el estado Bolívar que bordea la frontera con Guyana. Si bien es cierto que ese contrato pareciese inofensivo, cuando investigamos a fondo encontramos que esa zona contiene uno de los depósitos de uranio más grandes del planeta, según la Corporación Canadiense U308, experta en la exploración de dicho elemento radioactivo.
Venezuela puede comercializar uranio cuando quiera, siempre y cuando respete la Resolución 1929 aprobada por el Consejo de Seguridad de la ONU el pasado junio de 2010. La Resolución prohíbe a los gobiernos ayudar a Irán en la obtención del uranio, y en la producción de cualquier material o tecnología de índole nuclear. Algo que de antemano sabemos Venezuela no ha respetado ni respetará, por lo menos no por la vía diplomática.
Además de lo antes mencionado, encontramos que Irán maneja una fábrica de cemento en el estado Monagas, que según testigos de la zona e información que han proveído al gobierno de los EE.UU. militares venezolanos, no procesa cemento, sino rocas minerales traídas del estado Bolívar. La fábrica se construyó en el 2007 por la firma iraní Edhasse Sanat, perteneciente al Ministerio de Minas iraní.
Según los testigos y militares venezolanos, después de que las rocas minerales son recibidas y procesadas, se trasladan a un puerto en el rió Orinoco, de donde son despachadas a barcos de bandera iraní en el Océano Atlántico rumbo al Medio Oriente.
En el estado Bolívar también encontramos una fábrica de supuestos tractores con capital gubernamental mixto venezolano-iraní, que se encuentra siempre rodeada de militares y en donde no se ve la maquinaria pesada por ningún lado, según han expresado los testigos y algunos militares de alto rango.
En el 2008, un barco de la Armada de Turquía interceptó un cargamento que provenía de Irán con rumbo hacia Venezuela, y en el que se encontraron 22 containeres marcados con etiquetas que decían: repuestos de tractores.
En los containeres en realidad había barriles de químicos como el nitrato y el sulfuro, elementos esenciales en la fabricación de bombas y materiales altamente explosivos. El barco era propiedad de la Compañía Nacional Naviera de la República de Irán. (ver aquí información del hecho)
Además de colaborar con el gobierno iraní en los aspectos antes mencionados, el régimen castro-chavista le ha facilitado a la Republica Islámica acceso al sector financiero internacional, a través de bancos y empresas registradas en Venezuela; violentando la Resolución de la ONU 1803, que especifica claramente la prohibición a países miembros de ayudar a Irán a burlar los controles financieros impuestos, sobre todo y ante todo, las transacciones relacionadas con el “Banco iraní Saderat”.
Documentos del propio gobierno venezolano del año 2007, muestran al Banco iraní Saderat conformando una sociedad mercantil en Venezuela, bajo el nombre de Banco Internacional de Desarrollo (BID), todos los directores del banco son iraníes y las transacciones se realizan en dólares, contraviniendo las leyes norteamericanas y la Resolución 1803 de la ONU antes mencionada.
En el año 2006, el Departamento del Tesoro estadounidense, sancionó al Banco iraní Saderat al comprobar que ayudaba al grupo terrorista Hezbollah financieramente, y permitían que muchos de sus líderes manejaran cuentas bancarias en la institución. De hecho, hace apenas tres meses, la Unión Europea congeló los fondos financieros del Banco Internacional de Desarrollo, argumentando que su ayuda al programa nuclear iraní era innegable y violentaba las resoluciones de la ONU. Documento Unión Europea, oprima aquí.
De manera tal, que la relación Venezuela-Irán-Rusia no es una relación beneficiosa para los pueblos democráticos del mundo, y mucho menos para las democracias imberbes de América. Si los EE.UU. y las propias naciones Americanas, sobre todo los países de Sur América hoy en día rendidos a los pies del autócrata venezolano a fuerza de petrodólares, no terminan de reaccionar debidamente, pagarán muy caro su inacción y las ondas radioactivas de un desastre nuclear inundarán nuestras montañas, lagos, ríos, desiertos, llanuras y praderas.
El costo de la tragedia será catastrófico y nuestras generaciones futuras pagarán la cobardía de todo un continente alcahueta y corrompido, que le permitió a un megalómano perturbado no solo la destrucción de una pujante nación, sino también el peor desastre humanitario que haya visto el continente y gran parte de la humanidad.
Como venezolano demócrata y de bien, me cuesta decirlo y mucho más escribirlo, pero lamentablemente y ante todo pronóstico: Una Revolución NUCLEAR castro-chavista en pleno siglo XXI no solo es viable, ya está en marcha.
*Gran parte de la información a la que hice referencia fue expuesta por Roger Noriega, ex secretario de Estado para el Hemisferio Occidental de los EE.UU. en el 2010.
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