La reelección en diciembre del presidente boliviano Evo Morales abrió la puertas a un futuro incierto en el cual pudieran desaparecer las instituciones democráticas y dar paso al totalitarismo, dijo este miércoles a ELMUNDO.es el investigador estadounidense Douglas Farah.
*Douglas Farah, ex reportero latinoamericano del Washington Post e investigador del International Assessment and Strategy Center.
“Creo que la reelección significa muchos años de dolor que les viene encima a los bolivianos. [El presidente, Evo] Morales está implementando un esquema autoritario que va en camino a terminar con la institucionalidad del país, con la libertad de expresión y la independencia del ramo judicial”, consideró Farah. En su opinión, es posible que el presidente boliviano no quiera ser todo lo autoritario que él avizora, sin embargo, la crisis económica, el agotamiento de recursos naturales y el narcotráfico terminarán por llevarlo a esa posición. “El gobierno de Evo Morales ha vivido mucho de la bondad de Venezuela y esa bondad no se puede seguir dando. Además está a punto de terminar todo ese gas que Bolivia tiene desde hace años. Por ello, creo que económicamente le va a ser muy difícil mantenerse en el poder, por lo cual tendrá que ser más autoritario de lo que quisiera ser”, afirmó Farah, autor del estudio “Rumbo al abismo, la Bolivia bajo Evo Morales y el Mas".
Democratización del narcotráfico: Otro de los serios problemas que enfrentará el país andino es el narcotráfico, que está siendo desarrollado por pequeños grupos en vez de grandes cárteles, por lo cual Farah cree que el estado boliviano está corriendo un serio riesgo de “criminalizarse”. “En todo esto creo que va hacia la criminalización del estado boliviano, si uno ve ya el crecimiento del narcotráfico, de rutas de narcotráfico, lo que ellos llaman allá la democratización del narcotráfico donde hay muchos productores pequeños y ya no tanto grandes organizaciones de producción. Y creo que, para sobrevivir, el estado boliviano, como hizo a los inicios de los años 80 va a tener que meterse en el narcotráfico para sobrevivir económicamente. Y eso, realmente va a ser una tragedia”, afirmó. Entre otras razones, no tanto por el tráfico en sí, mayormente orientado hacia Brasil y Europa, sino porque tendría un impacto devastador en la economía boliviana, “peligrosísimo”. “Un país que ha vivido esta experiencia ha terminado con una economía destrozada, con un sistema político destrozado y nada bueno puede salir de eso. [Con ello, Morales] puede ayudar a aguantar el país unos cuantos años pero [los ingresos del tráfico] también terminan. Se pelean entre ellos, la droga va por otra parte, los mexicanos vienen y se apoderan de todo. Ahí pueden pasar muchas cosas pero ningún país que ha vivido esa experiencia ha terminado bien”, enfatizó.
La corrupción: Además, dispararía la corrupción en los altos niveles ya de por sí bastante penetrados, como muestran recientes escándalos en la industria petrolífera y de gas natural. “Hoy día está arraigada en los altos niveles, del mismo entorno de Morales, y hablo de contratos muy grandes, relacionados con los yacimientos petrolíferos”, explicó Farah. La reacción del mandatario es, añadió, hasta cierto tiempo permisiva en relación a la corrupción, ya que cuando revientan los escándalos Morales suele negarlos pero cuando se demuestran, acusa a los involucrados de ser “agentes” de la inteligencia estadounidense. “El modelo bolivariano es muy centralizado en el ejecutivo y en el presidente. Y, en esos esquemas, el presidente puede usar los recursos del país como quiera. Entonces vemos que los gastos de discreción que maneja la caja chica del gobierno, en Venezuela se ha comprobado que triplicó en el último año y en Bolivia es la misma cosa, o sea gastar dinero sin prestar cuentas a nadie. Desde afuera eso se ve como corrupción. El argumento de ellos es que el estado tiene que poder reaccionar rápidamente y no tienen tiempo para poder hacer otras cosas, pero vemos por la historia de la humanidad que cualquier persona que tiene acceso libre a cantidades de dinero sin tener que rendir cuentas, después va a haber problemas serios de corrupción”, acotó el investigador estadounidense. De hecho, la corrupción y el soborno no se restringe apenas al entorno político del partido de gobierno, el Movimiento al Socialismo, sino también ha sido un mecanismo para acallar la oposición, reveló el ex periodista del Washington Post.
La oposición no sabe que pasó: Aparentemente, la forma como Evo Morales tomó el poder y la velocidad con que abrazó el “huracán bolivariano” patrocinado por su colega venezolano Hugo Chávez, atrapó la oposición boliviana totalmente por sorpresa, a punto de no se dio cuenta del cambio profundo que implicaba y la dejó sin capacidad de reacción o, al menos, bastante debilitada. De hecho, contra toda previsión, Morales no tuvo contemplaciones con el ex gobernador del departamento de Pando, Leopoldo Fernández, y lo encarceló sin acusaciones para acallar sus actividades opositoras, sin tener en cuenta la ayuda que él le dio en su carrera política.
Venezuela paga los sueldos de los altos oficiales del Ejército boliviano: “En Bolivia siempre se negociaba. La extrema derecha, la extrema izquierda, los militares, los civiles, todo el mundo negociaba todo. Al principio creo que la idea de que Evo Morales iba a detener a Fernández y lo iba a mantener en la cárcel ni les pasó por la mente, porque Leopoldo había sido amigo de Evo, le había dado importantes apoyos, y (creían) que se iba a negociar y salía en tres semanas. Pero, sencillamente, nunca se les ocurrió que con la influencia cubana y venezolana ese modelo ya no existe”, afirmó. Es entonces, cuando el ex gobernador “se queda en la cárcel sin cargos ni nada, pero en la cárcel. Y ahí es cuando la gente comienza a correr porque ese esquema tradicional, que puede ser bueno o malo, desaparece. Es que, excepto en momentos de dictadura militar muy fuertes, nunca no hubo presos políticos allí. Cada cual era tío de no sé quién, que iba a hablar con el General, porque mi mamá es su amiga, y nadie iba a la cárcel, todo se resolvía en familia”, recuerda el investigador.
La compra de consciencias: Al desaparecer ese viejo esquema político, la oposición entró prácticamente en colapso porque, además, Morales “ha sido muy hábil en comprar, ofrecer cosas, a cambio de apoyos y de amenazas. O sea, [distribuye] dinero, concesiones de madera, lo que sea, para que la gente quede callada”, reveló. Y lo prueba, el hecho de que en la ciudad de Santa Cruz, por ejemplo, donde había una oposición muy fuerte a Morales, “de repente cambió todo, los líderes más o menos desaparecieron, y todo eso fue una cosa acordada con el gobierno de Morales para que no existiera esa oposición, tener las bases quietas, y asustadas”, afianzó.
Fuerzas Armadas: Lo mismo sucede con el Ejército, que para tranquilizar a las fuerzas armadas, en un país famoso por sus golpes de Estado el siglo pasado, los ha rearmado para que se “entretengan con los nuevos juguetes”, negados por los gobiernos anteriores, desde 1982. “Una de las cosas que Morales hizo, siguiendo el consejo de Venezuela, fue rearmar la institución militar pero como una rama del ejecutivo. Venezuela paga directamente los sueldos de los altos oficiales de las fuerzas armadas bolivianas, además [Morales] los ha metido en muchas cosas donde el Ejército nunca se había metido, como la construcción de caminos, obras sociales, para mantenerlos ocupados”, dijo el investigador. O sea, enfatizó Farah destacando la ironía del gesto, ya que pese a una permanente confrontación con las fuerzas armadas, el presidente boliviano, “ha logrado cooptar las fuerzas armadas y ellas lo apoyan porque él les ha dado algo que en los últimos años los gobiernos no se metieron, que es crédito para comprar nuevo armamento. O sea, nuevos juguetes. Y eso hace a los militares más o menos felices”, dijo.
Marginalización: ¿El futuro? “Para mí lo que tiene que pasar es una reacción, no de la élite tradicional sino de base de nuevos líderes, como sucede en Caracas con los estudiantes en las calles. Creo que lo que va a pasar en Bolivia va a ser una especie de contrarrevolución guiada por fuerzas que todavía no se conocen, que salen de las universidades y de diferentes partes”. O sea, “gente que auténticamente viene del pueblo, conoce el pueblo, habla el idioma del pueblo y no están de acuerdo con el modelo [bolivariano]. Porque, a fin de cuentas, el modelo va a excluir mucha gente. Al principio se ve como un modelo de inclusión de todos los que han estado fuera del poder, pero a medida que se va consolidado hay gente que queda fuera. Incluyendo muchos líderes indígenas, que no son completamente leales y Morales lo ha dicho claramente “o eres Masista [del MAS] o eres fascista”. Hay que definirse, no hay término medio”, afirmó. Es que, “en la medida que el estado no pueda dar a todos va comenzar a escoger la gente, excluyendo y ah va a estar el problema. Pero, creo que tardará aún, no veo que sea algo a corto plazo”.
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