Marja bajo control. En menos de veinticuatro horas los mandos de los marines calificaron de “éxito” la mayor ofensiva que la OTAN ha lanzado desde la caída del régimen talibán en Afganistán. Dos soldados de las fuerzas internacionales y veinte insurgentes muertos fue el primer balance de bajas de la Operación Moshtarak, palabra que en dari significa “juntos” y que hace alusión a la importancia que las cinco brigadas de las fuerzas afganas tienen en el dispositivo.
Un marine protege a un civil afgano y a su hijo del fuego de los talibanes hoy en Marja / REUTERS
Un total de 15.000 hombres, entre americanos, afganos, británicos, canadienses, daneses y estonios salieron de sus bases en la capital de la provincia de Helmand para tomar Marja a pie, en vehículos blindados y helicópteros.
Hace tan sólo siete meses se vivieron las mismas escenas en Nawa, centro de la anterior gran ofensiva de la OTAN bautizada ‘Golpe de espada’, también en Helmand y con el mismo objetivo de acabar con la insurgencia y el cultivo de opio. La maquinaria, vestimenta y armamento convierten a los soldados extranjeros en una especie de extraterrestres cuando se les ve junto a los civiles de una zona eminentemente agrícola y muy humilde en la que la mayor parte de la población vive del cultivo de la amapola.
Como en el verano, los informes de inteligencia alertaban de la presencia de hasta dos mil militantes en la zona, pero de nuevo apenas se registró resistencia y es que los talibanes rara vez responden a una ofensiva de este tipo porque saben que no tienen ninguna posibilidad. Cuando se asienten las nuevas fuerzas y empiecen a intentar trabajar, entonces comenzará el rosario de artefactos improvisados, atentados suicidas y emboscadas, las tres mejores armas de la insurgencia que en los dos primeros meses de este año ya han costado la vida a 73 militares extranjeros (entre ellos 43 americanos).
"No hay complacencia. Todo el mundo entiende que ésta es la parte fácil. La difícil es la siguiente, la de tranquilizar a la opinión pública", declaró el general británico Gordon Messenger, responsable del Departamento de Comunicaciones Estratégicas, quien subrayó que el propósito principal es "ganar la lealtad de la población local".
Hace una semana que el General Stanley McChrystal, máximo responsable de ISAF (Fuerza Internacional de Asistencia para la Seguridad), anunció esta operación para alertar a la población civil. Este anuncio hizo que los mandos militares especularan con la posibilidad de que los militantes hubieran huido en las jornadas previas, extremo que ponían en duda los lugareños consultados por los medios locales que decían que “es imposible salir de este lugar porque llevamos días rodeados y sufriendo bombardeos”.
"No hay complacencia. Todo el mundo entiende que ésta es la parte fácil. La difícil es la siguiente, la de tranquilizar a la opinión pública", declaró el general británico Gordon Messenger, responsable del Departamento de Comunicaciones Estratégicas, quien subrayó que el propósito principal es "ganar la lealtad de la población local".
Hace una semana que el General Stanley McChrystal, máximo responsable de ISAF (Fuerza Internacional de Asistencia para la Seguridad), anunció esta operación para alertar a la población civil. Este anuncio hizo que los mandos militares especularan con la posibilidad de que los militantes hubieran huido en las jornadas previas, extremo que ponían en duda los lugareños consultados por los medios locales que decían que “es imposible salir de este lugar porque llevamos días rodeados y sufriendo bombardeos”.
Producción de opio
Sólo la provincia de Helmand produce el 42 por ciento del opio del mundo, según datos de la oficina de Naciones Unidas de la lucha contra la Droga y el Crimen, y Marja se sitúa en su valle más fértil. Se calcula que unas 125.000 personas viven en la zona, pero sólo un pequeño número ha decidido hacer caso al aviso de la OTAN y abandonar su casa ante la inminencia del ataque. Aunque la capital de la provincia se encuentra a apenas cuarenta kilómetros, y pese a que los británicos cuentan con más de ocho mil efectivos allí, se consideraba una zona fuera de control en la que los talibanes obligaban a los campesinos a cultivar opio para financiar su lucha, según la seguridad afgana. Hamid Karzai pidió “el máximo cuidado con los civiles” y los marines ya toman posiciones para asentarse en una zona en la que el Gobierno de Kabul no ha tenido presencia en los últimos ocho años. Dos mil policías afganos llegarán en los próximos días para cooperar en las labores de seguridad en este lugar que en los años cincuenta los americanos prepararon para convertirlo en el granero de Afganistán. Más de medio siglo después los campos de trigo los ocupan amapolas y la producción de opio.
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