PARADA MILITAR BICENTENARIO EJERCITO DE CHILE 2010

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viernes, 11 de diciembre de 2009

Relaciones Chile-Bolivia pos elecciones: Todo o nada


Cristian Leyton Salas es Doctor © en Estudios Americanos.
A partir del 22 de enero del 2006 las relaciones entre Chile y Bolivia mutaron. Un cambio experimentó la tradicional postura boliviana hacia Chile, aquella que impulsaba una “denuncia” sistemática y pública de su condición mediterránea. Esta relación pasó desde la lógica revidicacionista inaugurada allá en 1925 por Bautista Saavedra, profundamente conflictiva e irreverente, hacia otra de dialogo “sin imposiciones, sin exclusiones, pero sin excepciones”. 
Con Evo Morales a la cabeza del ejecutivo boliviano, el Gobierno chileno logró encontrar un interlocutor válido para sentarse a conversar y plantear las bases de una Agenda de 13 puntos que incluía exponer los intereses y objetivos bolivianos tras su demanda de “reintegración marítima”. Un aspecto central en dicha postura era y sigue siendo la accesión a una costa y una proyección marítima “útil y soberana": Biolivia reclama "soberanía" sobre dicho espacio.
Desde la implantación de dicha Agenda, una diplomacia militar y política se ha instaurado. Una estrategia de “paso a paso” se ha implementado. Desde los puntos más básicos y administrativos hasta la “alta política”, que incluye identificar el espacio territorial que sería cedido a Bolivia, asi como su naturaleza jurídica internacional y emplazamiento espacial. Incluso se ha avanzado en la idea de "enclaves" para Bolivia.
Podríamos decir que desde el 2006 hasta la fecha se inauguró una fase de conocimiento y de confianza mutua entre ambos estamentos. Lo anterior posibilitado por un cierto "pacto de no agreasión" ideológico entre ambos Gobiernos. A la luz del seguimiento del comportamiento político exterior de Evo Morales, podemos constatar que éste ha tendido a "ideologizar" sus relaciones internacionales. Frente a una administración de naturaleza “reaccionaria”, el Gobierno del MAS en Bolivia ha optado por la política de la denuncia y la confrontación mediática. Alán García en Perú (con su retórica antibolivariana) y Álvaro Uribe en Colombia, por ejemplo.
Las condiciones que permitieron este acercamiento sin precedentes entre el Gobierno de Michelle Bachelet con el régimen de Evo Morales son fundamentalmente coyunturales. La primera dice relación con un “frente interno” boliviano altamente explosivo. Una división de facto de Bolivia entre el Occidente y el Oriente liderado por Santa Cruz y su Comité Cívico Cruceño que puso al país al borde de la fragmentación. Evo Morales dirigió todas sus capacidades a afianzar su liderazgo y legitimidad interno, hecho consumado con la última elección en donde obtuvo casi un 60% de apoyo.
Otro aspecto coyuntural está dado por el enfriamiento o casi congelamiento de las relaciones entre el régimen de corte neoliberal de Alán García (APRA) y régimen colectivista de Evo Morales. Una ventana de oportunidad hábilmente explotada por la Cancilleria chilena y que permitió ofrecer al gobierno del MAS un respiradero diplomático y político en la región.
La postura chilena en orden a no establecer “limites” a las conversaciones bilaterales, asumiendo la lógica de la negociación “sin imposiciones, pero sin exclusiuones”. Postura aceptada por Evo Morales, y sobre todo el movimiento del MAS en su conjunto. Las bases identificaron un factor cohesionador aun más movilizador que el “factor Chile”, en este caso, la “oligarquía cruceña”.
Hoy, estamos ad portas de una nueva configuración de las condiciones que permitieron el desarrollo del escenario anterior.


De toda evidencia, en Chile un cambio mayor se producirá en la dirección política del país. La "Derecha" llegaría a La Moneda. Y con ella, un cambio en la postura dominante que ha permitido un acercamiento sorprendente entre ambos Estados. Si los peruanos llaman hoy a “desideologizar” su relación con Evo Morales, hace tres años que esto viene ocurriendo con Chile. 
No solo dependerá de la visión y del programa político de la próxima administración en La Moneda si mantiene la Agenda de 13 puntos con el régimen indigenista de Evo, también y sobre todo del mismísimo presidente reelegido en Bolivia. 
Evo ya no tiene el “frente interno”, ahora podrá trabajar decididamente a pasar a la historia como el presidente que obtuvo la salida al mar de Bolivia por el Pacífico. Un acercamiento con Perú no es de extrañar a fin de presionar a la nueva administración chilena. Ahora, Evo Morales buscará el “todo o nada”. Todo: una salida “útil y soberana” al mar. Nada: reinstitucionalizar la tradicional política de denuncia internacional en contra de Chile. 
El “orden regional y vecinal” sigue mutando. El próximo año será uno de incertidumbre, en especial con nuestros vecinos "nortinos".

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