Un total de $800.000 dólares en billetes de 50 continúan depositados en el Banco Nación, a la espera de que alguien los reclame. Forman parte del escándalo conocido como valijagate o la valija de Guido Antonini, un hombre que acababa de bajarse de un avión particular procedente de Venezuela en el Aeroparque porteño, al que se intervino una pequeña maleta con esa cantidad cuyo destino y origen no supo explicar y que terminó huyendo a Estados Unidos. Todo indicaba que se trataba de dinero del presidente venezolano, Hugo Chávez, destinado a ayudar en la campaña electoral de su homóloga argentina, Cristina Fernández. Han pasado más de dos años y la justicia argentina no parece haber avanzado en su investigación. Sí lo ha hecho un periodista, Hugo Alconada Mon, prosecretario de redacción del diario La Nación, en aquellos momentos corresponsal en Washington, y que acaba de publicar un libro, Los secretos de la valija: del caso Antonini a la petrodiplomacia de Chávez con una cantidad de datos y testimonios.
Alconada ha contado con 188 grabaciones del FBI -con quien Antonini acabó colaborando a cambio de un mejor trato- y con documentos inéditos sobre llamadas de teléfono, depósitos bancarios y planillas de tráfico aéreo. De su investigación se va deduciendo una campaña hasta ahora desconocida: la que montó en 2006 el Gobierno venezolano para lograr la plaza "latinoamericana" que iba a quedar libre en el Consejo de Seguridad de la ONU -que fue para Argentina- y que incluyó 24 viajes por todo el mundo de funcionarios y empresarios venezolanos. Dos de ellos, con residencia en Florida, Franklin Durán y Carlos Kauffmann, fueron también responsables del vuelo "de la valija" a Buenos Aires. "Es imposible saber cuantos maletines transitaron entre Venezuela y Argentina", afirma Alconada, al que le consta, sin embargo, al menos otra maleta con cuatro millones de dólares, no intervenida.
La reciente presentación del libro, en Buenos Aires, terminó con un extraño incidente: el robo del maletín del periodista, sustituido por otro muy parecido, pero vacío. Alconada aseguró que no llevaba documentos importantes y que el robo se produjo mientras atendía a un insistente "admirador" con acento no argentino, empeñado en llevarle al fondo de la sala para hacerse una foto. "No es la primera vez que intentan robarme o que me amenazan", explicó.
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