A fines del año pasado, en momentos en que en el Congreso peruano discutía el presupuesto de dicho país, éstos votaron un incremento del 27% de su gasto en Defensa, en comparación con el del año 2008. La propuesta del actual Ministro de Defensa del Perú, Rafael Rey, establecía un incremento que otorga a dicho Ministerio la suma de $1.991 millones de dólares. Mientras el presupuesto general de la nación peruana crecía en un 13,1% el de Defensa lo hacia en un 27%. Para tener presente.
Cristian Leyton Salas es Doctor © en Estudios Americanos
La razón esgrimida para tal incremento por Rafael Rey fue la “necesidad de fortalecer la capacidad operativa de las Fuerzas Armadas Peruanas, básicamente en la zona del valle de los ríos Apurímac y Ene (VRAE), que ha sido escenario de una creciente actividad de grupos subversivos”. En otras palabras, una “amenaza” interna vendría a gatillar y explicar dicho aumento en su capacidad bélica, justificando con ello un proceso armamentista que a todas luces tiene otro objetivo, uno externo. La palabra “transparencia” no parece estar en el vocabulario de Torre Tagle y su Ministerio de Defensa, menos aún en el Palacio Pizarro. Lima, y su cancillería, aparecen desde hace ya un año enarbolando la bandera del anti armamentismo en la región, no obstante el incremento del 27% en su propio gasto en defensa así como los diversos programas oficiales y oficiosos de repotenciación militar de sus propias FF.AA., como son el Plan Bolognesi o su Núcleo Básico de Defensa. hoy, Alan García propone, incluso, establecer dicha temática como el tema central de la próxima Asamblea General de la OEA que tendrá lugar en Lima en junio entrante. Torre Tagle apuesta utilizar la OEA a fines de su política exterior.
Chile y Venezuela se instalan, desde ya, como los objetivos primarios de dicha acusación, obviando mencionar al país que sí está embarcado en un proceso de adquisición acelerado: Brasil. De los 38 mil millones de dólares que se gastaron el año pasado en la región, Brasil invirtió $ 27.540 millones de dólares. Colombia le sigue con $6.746 millones. Chile sigue siendo, más allá de la nueva retórica peruana, una valvula de ajuste del sistema político interno peruano (las elecciones presidenciales se aproximan), pero tambien objeto y sujeto de la visión geopolítica limeña.
Seamos claros, el gasto de Sudamérica, en armamento, representa el 1,74% de su PIB, siendo la región con menor porcentaje a nivel mundial. El tema, en este sentido, no debe ser la cantidad o calidad de los sistemas a adquirir, sino que más bien las razones que impulsan dichos procesos. La justificación peruana del incremento acelerado de su presupuesto en defensa para este año 2010 no se alinea en la transparencia. La dudosa rearticulación de “grupos guerrilleros” en su frontera norte no puede explicar per se dicho aumento. De toda evidencia si lo logra hacia su electorado interno, de ninguna manera en los observadores externos.
Si existe un tema que debe ser discutido en la próxima Asamblea General de la OEA es el perfeccionamiento de los sistemas de confianza mutua y transparencia militar y políticos en Sudamérica. Chile es un ejemplo y líder en este tópico. Tres libros Blancos de la Defensa dejan claramente establecidos los objetivos y la naturaleza de los procesos de modernizaciones bélicos. Al no existir pretensiones territoriales chilenas en el entorno vecinal o regional, las FF.AA. chilenas refuerzan y cristalizan su postura eminentemente disuasiva. Algo que nuestros vecinos no pueden demostrar, Chile sí lo hace.
Chile no cuestiona la estructura del sistema internacional, lo que hace es buscar su perfeccionamiento. Su apego irrestricto al orden jurídico internacional garantiza que el uso de sus capacidades bélicas será solo frente a una agresión externa y en legítima defensa. Chile y sus instituciones no son animadas por revanchismos ni por instrumentalización de conflictos históricos.
Sudamérica atraviesa una fase de restructuración de sus equilibrios de poder por lo que necesita readecuar intereses generales y específicos. Ideas de “desarmes”, de “pactos de no agresión” y “carreras armamentistas” no hace más que desviarnos de la verdadera problemática que es adaptar el espacio sudamericano a las nuevas realidades mundiales, pero sobre todo en nuestro vecindario.
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