Aunque han existido reproches desde el sector militar a la cancillería por no mantener a los uniformados al tanto de los detalles de la crisis diplomática en la representación de Brasil en Tegucigalpa, donde está alojado el ex mandatario Zelaya, finalmente, y a pedido del presidente Lula, se está elaborando un plan de contingencia para evacuar a su personal. Contrariamente a ciertas especulaciones que circularon, no se piensa utilizar de momento, el portaaviones -aún en mantenimiento- ni la flota naval en general, sino unidades de la Fuerza Aérea Brasileña (FAB), presumiblemente una pequeña escuadrilla de C-130 Hercules y un R-99 de alerta, así como tropas de élite, pero, por razones de seguridad, no se sabe demasiado acerca de la composición del contingente ni de la operación en sí, probablemente en los moldes de cómo ocurrió en el aeropuerto de Entebbe (Uganda), asaltado por fuerzas especiales israelíes para rescatar a rehenes de su país, si hubiera hostilidad local.
Sí , se habla abiertamente de contactos diplomáticos para desplazar al presidente depuesto, que no pide asilo a Brasil -y recientemente expulsado de Mexico por ofensas al actual Gobierno- a otra Embajada, hasta ahora infructuosos. Previamente, y aún con la desaprobación castrense, una delegación de cinco parlamentarios brasileños se trasladará al país centroamericano, aterrizando en un birreactor de la FAB en Salvador y continuando por tierra, para verificar la problemática in situ.
El aeropuerto de Tegucigalpa es de difícil acceso y de pista corta y, además, la Fuerza Aérea Hondureña sigue teniendo la mayor capacidad bélica de la región, por lo cual se trata de hacer evidente que la preocupación oficial brasileña es respecto a los ciudadanos brasileños en Honduras -propiamente diplomáticos no hay más que dos o tres funcionarios- y no una posible intervención militar, la que no se descarta. Mientras el plazo otorgado por las autoridades de facto del país centroamericano a Lula para entregar a Zelaya (que realiza temerarios actos políticos desde la sede diplomática), sigue corriendo. Ha trascendido en el ámbito castrense que algunos altos oficiales de élite del Ejército, discrepando con la actitud gubernamental respecto al diferendo hondureño y habiendo pronosticado sus actuales consecuencias, evitarían participar de cualquier operación de este tipo. Lo que ramificaría, gracias al alocado comportamiento de Zelaya azuzado por Hugo Chávez, en una crisis instituciónal entre las FFAA de Brasil y su poder ejecutivo.
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