Desde las elecciones de diciembre de 2005 el Movimiento al Socialismo, que triunfó con alrededor del 53 % de los votos, se esforzó en ampliar a como de lugar su masa de votantes, recurriendo a permanentes y costosas campañas publicitarias y a notorios fraudes comprobados, como la deformación del padrón de votantes. Así, el oficialismo obtuvo en el referendo revocatorio de 2008 un abultado y artificial incremento sobre el porcentaje que alcanzó en 2005, que lo exhibió “urbi et orbi”.
Ahora, el presidente Evo Morales, con sus encendidas arengas y vaticinios, se ha puesto en la situación de que, si no repite o supera el porcentaje logrado en ese referendo revocatorio –el 67 %–, sufriría un sonado fracaso. Por ello, el gobierno está preocupado. Pese a los instrumentos de fraude: voto comunitario, violación del secreto del sufragio, anuncios de que se impedirá el proselitismo a la oposición en los bastiones del oficialismo, pudiera no alcanzar ese porcentaje y verse en minoría en una cámara del congreso. Esta preocupación incita al oficialismo a seguir cometiendo tropelías, con maniobras vedadas, todo salpicado de abierta ilegalidad.
Por otra parte, hay incertidumbre por el reiterado anuncio de que el plazo establecido no es suficiente para el registro de los electores en el padrón biométrico. Esto hace que el oficialismo amenace recurrentemente con usar en las elecciones de diciembre el llamado “padrón mixto” (el vicepresidente lo hace con frecuencia), una extraña mezcla del biométrico y el tradicional, conservando, por supuesto, la parte viciada. El argumento para mantener la fecha, es que ésta ha sido fijada por una ley. Pero como en estas condiciones la ley sería incumplible, los propios oficialistas impulsan la solución absurda del “padrón mixto” que, en realidad, les favorecería aún más que el viciado.
Lo sensato es que se posterguen las elecciones, dando más tiempo para el registro de los ciudadanos y para la presentación de candidaturas bien conformadas. Pero ya hay reacciones enardecidas, como la de un senador vociferante, que afirma que los movimientos sociales –no parece que este legislador sea parte de los peculiares “combatientes” populistas– “defenderán” la fecha fijada...
Por esto, la oposición, es decir los presuntos candidatos y los grupos que los siguen, antes de la puja por lograr encabezar un frente único, tienen una tarea compartida: exigir la postergación de las elecciones, lo que significará tiempo adicional para concluir con el registro de los electores en el padrón biométrico y para establecer garantías indispensables para el ejercicio electoral honesto y limpio. En este caso, la postergación no es –per se– ni buena ni mala; es indispensable.
El atropellado afán de presentar candidaturas a la presidencia de la república, a sabiendas de los propósitos non santos del oficialismo, pudiera constituir la aceptación de las reglas tramposas y, más aún, la legitimación anticipada del fraude anunciado que tiende a repetir –o aumentar– un espurio porcentaje de votos para Evo Morales.
Establecidas las reglas democráticas que eviten la distorsión de los resultados electorales, corresponderá a los candidatos exponer sus propuestas electorales, superando la inútil y dilatante discusión en Cabildos abiertos, y establecer cuáles coinciden en una propuesta conjunta.
Mientras tanto, el escenario está oscuro.
Ahora, el presidente Evo Morales, con sus encendidas arengas y vaticinios, se ha puesto en la situación de que, si no repite o supera el porcentaje logrado en ese referendo revocatorio –el 67 %–, sufriría un sonado fracaso. Por ello, el gobierno está preocupado. Pese a los instrumentos de fraude: voto comunitario, violación del secreto del sufragio, anuncios de que se impedirá el proselitismo a la oposición en los bastiones del oficialismo, pudiera no alcanzar ese porcentaje y verse en minoría en una cámara del congreso. Esta preocupación incita al oficialismo a seguir cometiendo tropelías, con maniobras vedadas, todo salpicado de abierta ilegalidad.
Por otra parte, hay incertidumbre por el reiterado anuncio de que el plazo establecido no es suficiente para el registro de los electores en el padrón biométrico. Esto hace que el oficialismo amenace recurrentemente con usar en las elecciones de diciembre el llamado “padrón mixto” (el vicepresidente lo hace con frecuencia), una extraña mezcla del biométrico y el tradicional, conservando, por supuesto, la parte viciada. El argumento para mantener la fecha, es que ésta ha sido fijada por una ley. Pero como en estas condiciones la ley sería incumplible, los propios oficialistas impulsan la solución absurda del “padrón mixto” que, en realidad, les favorecería aún más que el viciado.
Lo sensato es que se posterguen las elecciones, dando más tiempo para el registro de los ciudadanos y para la presentación de candidaturas bien conformadas. Pero ya hay reacciones enardecidas, como la de un senador vociferante, que afirma que los movimientos sociales –no parece que este legislador sea parte de los peculiares “combatientes” populistas– “defenderán” la fecha fijada...
Por esto, la oposición, es decir los presuntos candidatos y los grupos que los siguen, antes de la puja por lograr encabezar un frente único, tienen una tarea compartida: exigir la postergación de las elecciones, lo que significará tiempo adicional para concluir con el registro de los electores en el padrón biométrico y para establecer garantías indispensables para el ejercicio electoral honesto y limpio. En este caso, la postergación no es –per se– ni buena ni mala; es indispensable.
El atropellado afán de presentar candidaturas a la presidencia de la república, a sabiendas de los propósitos non santos del oficialismo, pudiera constituir la aceptación de las reglas tramposas y, más aún, la legitimación anticipada del fraude anunciado que tiende a repetir –o aumentar– un espurio porcentaje de votos para Evo Morales.
Establecidas las reglas democráticas que eviten la distorsión de los resultados electorales, corresponderá a los candidatos exponer sus propuestas electorales, superando la inútil y dilatante discusión en Cabildos abiertos, y establecer cuáles coinciden en una propuesta conjunta.
Mientras tanto, el escenario está oscuro.
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