(N. de la R.: Añagaza: Artificio para atraer con engaño)
La Política Exterior de los países se hace (y deshace) con el concurso de tres variables: gestos, políticas declaratorias y decisiones políticas efectivas. La credibilidad de una política exterior hacía un determinado país se construye en base a actos que deben emanar de las tres variables antes señaladas, de lo contrario, estaríamos frente a estrategias de guerra psicológicas, desinformación y ocultamiento de intenciones “poco amigables”.
Cristian Leyton
Resulta interesante, por decirlo menos, la positiva (¿sobre?) reacción del Gobierno peruano, y del mismo mandatario Alan García, frente al discurso del Presidente Sebastián Piñera, en específico a que “Chile no sigue una carrera armamentista y negó cualquier pretensión expansionista en la región”. Un principio que ha sido resaltado en innumerables oportunidades por los gobiernos anteriores y que quedó claramente estipulado en todos los Libros Blancos de la Defensa chilenos. Resulta sorprendente que recién hoy el Palacio Pizarro limeño lo absorba como una realidad.
Sorprende, además, que el mismo mandatario limeño señale que el Perú “no tiene ningún objetivo reivindicatorio”, minimizando la gravedad de la pretensión marítima y territorial peruana ante La Haya. Nos dice que "una cosa es una discusión jurídica que está en la Corte Internacional de La Haya y otra es la necesidad de invertir mutuamente, actuar en conjunto ante el sistema internacional y ante Asia en el comercio y la producción que podría multiplicar nuestras capacidades". El Perú tiene como Política de Estado la reivindicación territorial y política por cuanto ya está claro que utiliza a fines de política interna todo aspecto que involucre a Chile, desde el comercial, hasta el territorial. Señalar lo contrario refuerza aún más la idea de una estrategia de desinformación dirigida hacia el exterior de la región y en particular hacia La Haya. A titulo de ejemplo, y solo siete días antes Alan García adoptara la nueva postura de "descongelamiento" hacia Chile, éste seguía alimentando un nacionalismo negativo anacrónico. Es así como señaló que, "…hemos superado a Chile en el consumo por persona de cemento. Estamos creciendo, por persona, en obras en carreteras, puertos, puentes y obras de este tipo, con mucha mayor velocidad que Chile". Gestos y políticas declaratorias que entran en contradicción entre ellas, cristalizando una postura chilena de desconfianza permanente. Finalmente y de manera simultánea, justo en momentos en que Ecuador está siendo llamado a la palestra jurídica en la Corte Internacional a fin que refuerce la tesis chilena según la cual los Tratados de Pesca son acuerdos que delimitan soberanías, aparece en medios de prensa peruanos posibles “violaciones y transgresiones” a los límites peruano/ecuatorianos y movimientos unilaterales por parte de las FF.AA del Ecuador de hitos fronterizos. Nuevamente se alimenta intencionadamente la idea de un Perú victimizado por vecinos que violentan el status quo territorial peruano. Nada más lejos de la realidad.
El Gobierno y la clase política peruana nos tienen acostumbrados a dobles discursos y estrategias de “decepción”: la añagaza como una política de Estado.
Para construir sobre cimientos estables una relación política con Chile, el Perú debe extirpar de su retórica y de su política interna la imagen de Chile como competidor comercial, enemigo militar y adversario político, solo así podremos tomar en serio la idea de Alan García de integrar nuestros intereses nacionales en post de conquistar coordinadamente mercados externos y en algún momento buscar una conciliación total y definitiva de nuestras naciones.
Hemos de esperar que no transitemos por el mismo camino que Francia y Alemania para lograr transitar desde “enemigos hereditarios” a un couple chileno-peruano.
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