Los líderes del G-20 podrían seguir divididos sobre cómo balancear la economía mundial durante la cumbre que sostendrán esta semana en Canadá, pese a la decisión de China de dejar que su moneda se negocie con mayor flexibilidad.
La decisión de Pekín de poner fin a 23 meses de un régimen cambiario del yuan atado al dólar, anunciada el sábado, podría aliviar parcialmente las tensiones en el encuentro, despejando el camino para la apreciación de la moneda china en el largo plazo.
Pero aún parece improbable que China permita que el yuan se aprecie casi tan rápido como les gustaría ver a los grandes socios comerciales. Esto significa que cualquier reducción rápida y sostenida del superávit comercial de China, que en mayo marcó 19.500 millones de dólares, no parece estar entre los planes.
"Los inversionistas no deberán dejarse llevar, ya que China no está lista para dejar que el yuan suba", dijo Lena Komileva, economista con sede en Londres de la correduría Tullet Prebon.
"Un yuan más flexible no significa necesariamente un yuan más fuerte contra el dólar estadounidense o contra el euro", agregó.
Y a medida que se disipan las tensiones en torno a la política comercial de China, el G-20 podría poner más énfasis en otras áreas, al centrarse los gobiernos en las diferentes velocidades en las cuales los países desactivan los estímulos fiscales de sus economías.
"Podemos esperar más desacuerdos intensos entre Estados Unidos y Europa, generados por el pedido común para 'medidas destinadas a asegurar la sostenibilidad fiscal de una manera que fortaleza el crecimiento'", dijo Marco Annunziata, jefe economista del banco UniCredit.
CHINA
Reequilibrar la economía global, reduciendo las peligrosas deferencias entre las regiones por el flujo de comercio y los ahorros, ha sido la meta principal del Grupo de los Veinte desde la crisis financiera global del 2007-2009.
Los mercados de acciones de todo el mundo subieron debido a que la decisión china sobre el yuan podría eventualmente ayudar a corregir una fuente importante del desequilibrio comercial, extendiendo más equitativamente en todo el mundo los beneficios de una creciente demanda del consumidor chino.
Annunziata describió el anuncio de Pekín días antes de la cumbre del G-20 como una jugada diplomática "extremadamente inteligente", porque "tomó por sorpresa al resto del G-20, desbaratando el entusiasmo por un ataque contra China".
Pero para el futuro previsible, no parece probable que China permita que el yuan suba mucho más.
El país enfatizó el fin de semana que "no existen las bases para una apreciación a gran escala en el tipo de cambio del yuan" y con los crecientes costos laborales y de la energía, Pekín sería renuente a permitir algún movimiento de la moneda que pueda agregar presiones sobre sus exportadores.
Los contratos a futuro de un año implicaban el lunes una apreciación del yuan contra el dólar menor al 3 por ciento en los próximos 12 meses -ni siquiera lo suficiente, dicen economistas y empresarios, como para marcar una gran diferencia en los flujos comerciales durante ese periodo.
De manera que aunque los líderes del G-20 podrían elogiar públicamente a China durante su cumbre, con la esperanza de asegurar una mayor cooperación en lo que respecta a tipos de cambio, no es probable que en privado obtengan algún compromiso sobre una mayor y más fuerte apreciación del yuan.
AUSTERIDAD
Mientras tanto, podrían incrementarse las tensiones en torno a las medidas de austeridad en los países del G-20.
Tras el costoso rescate a Grecia del mes pasado, Alemania ha estado presionando al resto de la zona euro para que implementen profundos recortes en el gasto público para controlar sus déficits presupuestarios y tranquilizar al mercado de bonos.
A Estados Unidos le preocupa que Alemania esté poniendo un pie muy fuerte en el freno, que potencialmente podría llevar a Europa de regreso a la recesión y perjudicar la recuperación económica global.
En una carta difundida la semana pasada, el presidente Barack Obama dijo que los problemas de las finanzas públicas deberían resolverse en el mediano plazo, implicando que por ahora no se deberían centrar en ese tema.
Obama dijo también que le preocupaba ver a algunos países con grandes superávits comerciales dependiendo demasiado de las exportaciones y muy poco en la demanda doméstica, en otra aparente referencia a Alemania, que ha sido criticada por no hacer lo suficiente para importar bienes de las debilitadas economías del sur de Europa.
En un encuentro en Escocia el pasado noviembre, los ministros de Finanzas y banqueros centrales del G-20 establecieron un cronograma para que el grupo trabajara para el reequilibrio de la economía global.
En el encuentro de junio de este año, los líderes del G-20 deben discutir y acordar una "cesta de opciones de política", que sería elaborada con la ayuda del Fondo Monetario Intencional, el Banco Mundial y otras organizaciones internacionales.
Sin embargo, no se espera que este fin de semana los líderes acuerden algunas medidas nuevas que deberían adoptar los países. A lo máximo, lo que podría concretarse en Canadá es una lista de reformas económicas que cada país del G-20 está gestionando, dijo una fuente oficial vinculada a los preparativos de la cumbre.
Esta lista, que incluiría reformas estructurales como cambios a las reglas de los mercados laborales y al sistema de pensiones, ayudaría a los países a discutir el impacto de sus acciones en la economía global, dijo la fuente, hablando bajo la condición de anonimato.
Pro no se asegura que los líderes hagan pública la lista, porque China y Arabia Saudita, entre otros, no quieren ser centro de presiones públicas de otros miembros, dijo la fuente, agregando que las "expectativas eran bajas" para el encuentro.
Bajo el cronograma del G-20, los líderes del grupo discutirán y acordarán recomendaciones más específicas durante otra cumbre en noviembre de este año.
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