El Consejo de Derechos Humanos denuncia «las torturas a presos políticos» y el «uso excesivo de la fuerza». Clinton acusa al régimen de dirigirse hacia una «dictadura militar»
La República Islámica de Irán se sometió ayer al Examen Periódico Universal del Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas en Ginebra. En la sesión –en la que participaron 53 países; 25 estados miembros y 28 observadores– denunciaron las represiones de las protestas pacíficas después de las elecciones de junio 2009; los arrestos extrajudiciales y arbitráreos; las torturas y los malostratos en las cárceles, así como la ejecución de jóvenes.
El resumen del Consejo de Derechos Humanos pone el dedo en la yaga de los abusos cometidos por el régimen teocrático a lo largo de los últimos ocho meses de crisis institucional y social; aunque el texto carece de fuerza condenatoria. En el documento publicado ayer se emplaza a las mismas autoridades a las que se acusa de los atropellos a que «tomen medidas para erradicar la tortura y otras métodos crueles y denigrantes».
También pide a Irán que se prohíba las ejecuciones a los menores de 18 años de edad; que se «considere» una moratoria de las penas de muerte con el objetivo de caminar hacia la abolición o que se adopten medidas para prevenir «un excesivo uso de la fuerza por parte de los cuerpos de seguridad». Respecto a la hostilidad hacia los disidentes políticos o los periodistas, la ONU pide la independencia del poder judicial del político.
El secretario general del Consejo de Derechos Humanos de Irán, Mohamad Javad Lariyan, presente en la sesión, negó la mayor y acusó a Occidente de utilizar las libertades fundamentales para presionarles. El pasado 28 de enero, el Gobierno de Mahmud Ahmadineyad confirmó la ejecución de los primeros opositores acusados de «conspirar contra el ‘‘establishment’’» y de ser «enemigos de Alá» por manifestarse tras el fraude electoral. Uno de ellos, Arash Rahmanipour tenía 19 años cuando fue condenado a muerte. Un día después de este terrible suceso, el régimen teocrático ratificó la misma pena a otros nueve reformistas que fueron detenidos por acudir a las manifestaciones el día de la Ashura. Los opositores aprovecharon esta festividad sagrada para volver a hacer visible su malestar y refugiándose en su carácter religioso creyeron que no sacarían el puño. Se equivocaron. Ocho personas murieron a causa de la represión policial y detuvieron a centenares de manifestantes. Fuentes no oficiales estiman que el número de arrestos a raíz de la crisis electoral asciende a un millar.
El régimen islámico irani ha buscado apoyo en gobiernos con similares standares de respeto a los DDHH
La crisis iraní, sin embargo, tiene una doble vertiente que se entrecruza constantemente. En casa se enfrentan a la oposición democrática y en el exterior a la comunidad internacional por su carrera nuclear que viola el Tratado de No Proliferación (TNP). El cuestionado presidente Ahmadineyad trata de recomponer el perdido espíritu nacional utilizando el poder atómico. Ayer, la secretaria de Estado norteamericana, Hillary Clinton, acusó desde Qatar a Teherán de estar convirtiéndose en una «dictadura militar». «Esto es lo que nosotros vemos», espetó. Clinton ha viajado a la región con el objetivo de involucrar a las potencias árabes como Arabia Saudíta en la cuarta ronda de sanciones de Naciones Unidas. Pese a que la jefa de la diplomacia norteamericana no descartó ayer un entendimiento de última hora con Teherán, anunció que las sanciones irán dirigidas a la Guardia Revolucionaria, creada en 1979 para proteger a los joimenistas.
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