Este mes se cumple un año del rompimiento de las relaciones diplomáticas de Venezuela con Israel, inalterables desde noviembre de 1947. La decisión no fue el resultado de los acostumbrados impromptus presidenciales que caracterizan la política exterior bolivariana, sino un estadio más de una ordalía islámica guiada hábilmente por la cancillería cubana.
En medio de la campaña electoral de 1998, el candidato presidencial bolivariano viaja por primera vez a Europa. Con la intermediación de Fidel Castro, los auspicios del coronel William Izarra e Ignacio Quintana, se produce el primer contacto oficial con el mundo musulmán en el marco del lujoso Hotel Plaza Athenee de Paris. La reunión con representantes del coronel Muammar Gaddafi conduciría mas tarde al encuentro con el propio Gaddafi, con Saddam Hussein y eventualmente a una estrecha alianza con la República Islámica de Irán.
La decisión no tiene nada que ver con los intereses del Estado venezolano. La secta chiita que predomina en Irán, a la cual se ha adherido el gobierno socialista bolivariano en una extraña simbiosis con el socialismo del siglo XXI, no es sólo la más fanatizada y minoritaria del mundo islámico, sino la más aislada.
La diplomacia cubana
Cuba fue el primer gobierno latinoamericano que por exigencia ideológica y de sobrevivencia inicia desde los sesenta la política de aliarse con los más radicales enemigos del "imperio capitalista", busca refugio en los adversarios estratégicos de EE UU, promueve la insurgencia y explota el antiamericanismo de países pobres de todas las latitudes, especialmente de África, Latinoamérica y el Caribe.
En la practica el “yihad bolivariano” es una prolongación de esa política exterior de Cuba que logra la rendición ideológica de un gobierno boyante de petróleo pero vulnerable como consecuencia de haber segregado a los sectores sociales mejor formados y mas educados del país. En este gran diseño geopolítico cubano el gran aporte del presidente Chávez, y por ende el más peligroso, es su delirio de recrear la Gran Colombia.
La ofensiva
Cuba ha sido por varias décadas el único gobierno latinoamericano aliado de Irán, Siria, Sudán y Bielorrusia. A excepción de Bielorrusia todos están en la lista del Departamento de Estado como estados que promueven el terrorismo y no es coincidencia que todos han devenido en aliados estratégicos del gobierno bolivariano. La ayuda financiera bolivariana en África, particularmente en países predominantemente musulmanes ubicados al oeste del continente, es un nuevo intento de la frustrada incursión cubana en África en los años setenta que ha interpuesto un nuevo país, Venezuela.
Igor Serchin en su última visita a Venezuela, junto a Hugo Chavez
La mano derecha de Vladimir Putin, Igor Serchin, ex KGB de la ex Unión Soviética en Angola en los tiempos de la intervención militar cubana, es actualmente el coordinador de la asistencia militar de Rusia a Venezuela, Ecuador, Bolivia y Nicaragua. En los cuatro viajes que Igor Serchin ha realizado a Caracas así como en las ocasiones que ha visitado Buenos Aires, La Paz y Quito, no ha dejado de visitar previamente a La Habana.
Victor Sheiman, al centro, junto al presidente de PDVSA a la derecha y Hugo Chavez
El “bielorruso”
Bielorrusia es otro elemento en el diseño cubano. El factótum de las “relaciones militares” con Venezuela esta representado por Viktor Sheiman, un sórdido personaje, ex veterano de la guerra de Afganistán, ex general del Ejercito ruso, también ex KGB y asesor de inteligencia y seguridad del dictador Lukaschenko.
Sheiman ha estado en Venezuela una media docena de veces. En Marzo de 2007 fue invitado por el presidente Chávez a su estancia en Barinas. En el 2008 se conoció por los e-mail de los computadores de Raúl Reyes que este ultimo se había encontrado con el “bielorruso”, como era llamado por los lideres del las FARC, en funciones de traficante de cohetes y misiles.
La presencia de Sheiman en cualquier país es tan comprometedoras que el propio gobierno bolivariano ha optado por encubrir sus visitas a Venezuela. El pasado 22 de diciembre el vicepresidente, Ramón Carrizález, instaló en el Hotel Meliá la comisión extraordinaria de Venezuela-Bielorrusia para “darle seguimiento y seguir impulsando los acuerdos de cooperación (…) producto de esta alianza estratégica”. Como el acto no fue cubierto por medios independientes no hubo mención oficial de la presencia de Viktor Sheiman en esta ni en ninguna de sus reuniones con otros altos funcionarios del gobierno.
La yihad bolivariana no tiene parangón en Occidente. Incluso países árabes sostienen relaciones con el Estado de Israel sin comprometer su identificación con la causa Palestina que no es precisamente lo que guía al gobierno bolivariano en su desbordado fundamentalismo monitoreado con discreción desde una isla del Caribe.
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