PARADA MILITAR BICENTENARIO EJERCITO DE CHILE 2010

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miércoles, 30 de diciembre de 2009

ANALISIS: LOS CODIGOS DE VIOLENCIA

Le dijo burro y borracho a Bush, un pendejo a Insulza, desgraciado a Rosales mientras amenazaba con tropas a varios países del área. La palabra de Chávez es el traje de su alma dicen los expertos.
*Por Francisco Olivares

La retórica de violencia está marcando la forma de ser del venezolano, sostiene Axel Capriles y está siendo la presión del profundo deterioro y destructividad de la sociedad.

"Señor ministro de la Defensa, muévame 10 batallones hacia la frontera con Colombia de inmediato. Ordeno el retiro de todo nuestro personal de la Embajada de Colombia... Sí canciller Nicolás Maduro, ciérreme la Embajada en Bogotá y que se vengan todos los funcionarios... "Desde el programa televisivo Aló Presidente en vivo y en directo,  frente a un desencajado ministro de la Defensa, el mandatario venezolano ordenó movilizar tropas a la frontera vecina, amenazó con un conflicto bélico y rompió relaciones con Colombia en pocos segundos. Fue la respuesta de un exaltado Hugo Chávez al ataque colombiano al campamento de las FARC ubicado en Ecuador.
Desde que asumió el poder en 1999, desde diversas tribunas mediáticas el presidente Chávez ha utilizado un lenguaje bélico, agresivo y descalificador, en contra de quienes lo adversan. Le dijo borracho, burro y asesino al ex presidente George Bush, a el ex presidente Aznar lo llamó fascista y asesino, a Uribe fascista de la calaña de Adolfo Hitler y a Manuel Rosales desgraciaito, mafioso, ladrón y asesino, en publico o a través de transmisiones en directo de TV

El semiólogo Manuel Bermúdez, recientemente fallecido, al citar al lingüista Dobin Tolmach Lakoff, señalaba que en el lenguaje está "el traje del alma y la voz del espíritu".
El verbo encendido no sólo ha ido contra las "águilas" como suele referir el Presidente a su auto-calificada estatura histórica, también contra, a su particular y cuestionado juicio, las "moscas" (personas de menor nivel) han recibido su dosis de insecticida y es así que ministros, jueces, obispos y funcionarios han sido expuestos al escarnio público en más de una alocución. Pero en una ocasión hasta un modesto camarógrafo recibió el ataque desde las aguileñas alturas por el "delito" de cobrar horas extras en las largas jornadas locutivas: ¡Mírame camarógrafo!, le dijo en plena transmisión a un desconcertado técnico del canal del Estado ¡mírame, mírame! "Ustedes tienen un vicio heredado de la Cuarta República. El canal 8 se ha hecho prácticamente insostenible por los costos". Reclamó el Presidente al camarógrafo en cuestión quien, no sólo perdió el derecho a las horas extras, sino que fue víctima de ataques y burlas en su propio barrio.

El lenguaje y la guerra 
El lenguaje guerrero ha acompañado a Hugo Chávez en toda su vida. Él mismo ha manifestado una suerte de desengaño por no haber sido un guerrillero, un Marulanda o un Che Guevara: "Si me toca terminar mi vida con un fusil en la mano, en una montaña venezolana o una calle venezolana, aquí estoy. No tendría ningún problema para terminar mi vida por ese camino".
En una ocasión había manifestado ese mismo sentimiento: "Comencé yo a sentir cómo crujía mi alma de contradicción. Era un soldado antiguerrillero, pero yo era un guerrillero. Y terminé siendo lo que soy... ¡Yo soy de las tropas del Che Guevara!".
En efecto, Chávez es también producto de un acto mediático encadenado a una acción bélica que fue un golpe de Estado de 1992. Bermúdez recordaba que el episodio del 4 de febrero sintetiza el aspecto iconográfico del personaje con el lenguaje. "El boom político, el éxito y el triunfo de Chávez, un militar con aquel rostro aindiado, con aquella nariz un poco aguileña, y unos labios gruesos y una verbosidad que asombró a todo el mundo, porque el discurso, o mejor dicho el acto de habla, en el sentido del lenguaje de Ostin, no fueron solamente actos locutivos. No tiene mala fonética, no tiene mala prosodia, con una sintaxis coherente, durante 75 segundos sorprendió al país". Apunta el especialista que Chávez comienza explicando que es el jefe de la rebelión y en un acto ordena entregarse a los comandantes que habían triunfado en las otras ciudades y confiesa que había fracasado y acuña una frasecita de ñapa: el "por ahora", que como acto de habla significaba que la pelea sigue, como en efecto siguió. Eso llegó no sólo a los oídos de los enemigos, sino a los sitios más insólitos, a las escuelas de Antropología y Sociología, a los cursos de posgrado, donde doctores muy atildados dictan cátedra. Y llegó a las masas irredentas. Al lumpemproletariado. Esa masa que siempre está esperando un golpe mágico de un mesías militar, mano dura, chambón, chabacano, grosero, que sepa dar órdenes. Mucha gente dijo "éste es el hombre".
Contra Uribe "El presidente oligarca de Colombia, el presidente subimperialista, el presidente lacayo. El presidente Uribe es un criminal. No sólo es que es un mentiroso, un mafioso, un paramilitar que dirige un narcogobierno, es un subordinado de Bush". Este tipo de expresiones frecuentes contra el presidente Álvaro Uribe han estado acompañadas con las amenazas de guerra, cierre de fronteras y del comercio por parte de Venezuela.
El último conflicto por la presencia de tropas norteamericanas en las bases colombianas expresó: "Soplan vientos de guerra" durante la cumbre de Unasur, como advertencia. Más tarde desde el programa televisivo dijo: "si quieres la paz hay que prepararse para la guerra" y auguró el advenimiento de "la guerra de los cien años".
Para Axel Capriles, especialista en Psicología Social, la retórica de la violencia y de la guerra ha sido una característica fundamental de la revolución bolivariana en estos 11 años. "Ello está marcando la forma de ser de los venezolanos y está siendo una expresión del profundo deterioro y destructividad en nuestra sociedad.
Recuerda que Venezuela estuvo caracterizada por la violencia y la guerra durante su época de formación republicana. Todo el siglo XIX marca lo que fue una Venezuela desintegrada, con atraso y pobreza, infectada por guerras intestinas. Esa Venezuela es la que viene a expresarse nuevamente en la psicología bolivariana. Chávez vuelve a convocar una psicología épica. El héroe como arquetipo es un guerrero brutal, es el individuo que saquea y mata. Una psicología que está marcada por la violencia no es una psicología de paz, aunque se haga en nombre de ella".

 La amenaza de guerra no ha estado sólo frente a Colombia. Como consecuencia de conflictos internos en Bolivia y en Honduras, el presidente venezolano ha amenazado con enviar tropas a esos países para enfrentar a una supuesta oligarquía: "En el supuesto negado en que las fuerzas oligárquicas de Bolivia llegaran a hacerle daño a aquel hermano país que lleva el nombre de Bolívar, Venezuela no se va a quedar de brazos cruzados. Allí pudiera comenzar aquello que el Che Guevara dijo de que hay que crear uno, dos, tres Vietnam en América Latina... Si a Evo lo derrocaran, si a Evo lo mataran, créanlo golpistas de Bolivia que me están dando luz verde para apoyar cualquier movimiento armado en Bolivia".

Contra Rosales 
En la mira presidencial han estado por igual obispos y el cardenal, magistrados y empresarios, ministros, altos funcionarios y políticos. En un mitin durante la campaña electoral regional Chávez atacó a su principal adversario: "El bandido ese de Manuel Rosales. Mafioso, Al Capone se queda corto delante de Manuel Rosales. Ese hombre tendría que estar en prisión y debe ir a prisión por ladrón".
En otra intervención: "Porque ese es un imbécil, un verdadero imbécil. Imagínese al enfermo ese, al desgraciado ese (...) Debería estar preso, él un ladrón, asesino, dueño de haciendas. Él sí tiene cuentas en dólares y se lo voy a demostrar , ahora te metiste en un lío desgraciado, ahora vas a ver lo que es bueno desgraciado. Síguete metiendo conmigo, echa pa' lante desgraciaito". A los pocos días el líder opositor salió al exilio, con un auto de detención tras las espaldas y sus bienes expropiados.
Según explica Capriles, el lenguaje de los signos de violencia, es utilizado como método para el dominio de una población. Traer continuamente imágenes de muerte, de violencia, o de guerra moviliza una de la emociones del ser humano que es el miedo: "Miedo a tu propia muerte y la de seres queridos. Esa emoción te pone en situación de debilidad, de incertidumbre. Te aproxima a la fragilidad de la vida. Eso hace que recurramos a hombres fuertes. Que se busque la protección en el líder, perdiendo nuestras virtudes políticas".
folivares@eluniversal.com

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