El presidente de Rusia, Dmitri Medvédev, reconoció el pasado viernes que Irán sorprendió a todo el mundo con la construcción de una segunda planta de enriquecimiento de uranio. "Tomó por sorpresa a todos los países. Era una construcción secreta, todo deriva de ello y es lo más grave en esta situación", manifestó Medvédev al comparecer en una conferencia de prensa al término de la cumbre del Grupo de los Veinte (G-20) en Pittsburgh, EEUU. La víspera se supo que Irán, aparte de una planta de enriquecimiento de uranio en Natanz, construye una instalación similar en Qom, a unos 160 kilómetros de Teherán. Según algunas fuentes, la planta cuenta con unas 3.000 centrifugadoras. El dirigente ruso subrayó anteriormente que Teherán debe "restablecer la confianza hacia su programa nuclear" para el próximo 1 de octubre, cuando se reúna en Ginebra el sexteto de países mediadores conformado por Alemania, Estados Unidos, Francia, Reino Unido, China y Rusia. A juicio de Medvédev, Irán debería ofrecer "pruebas irrebatibles sobre el carácter civil de sus desarrollos nucleares a la luz de las últimas revelaciones sobre la nueva planta de enriquecimiento de uranio". El presidente ruso sugirió también que el OIEA estudie sin demora los últimos datos sobre el programa nuclear iraní, tarea en que Rusia está dispuesta a ayudar por todos los medios. Irán, por su parte, ha de cooperar plenamente en tal investigación, dijo. Su homólogo estadounidense, Barack Obama, declaró a su vez que no descarta opciones algunas con respecto a Irán pero prefiere la vía diplomática. "Todo depende de Irán", afirmó Obama al señalar que los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad - China, EEUU, Francia, Gran Bretaña y Rusia - manifiestan al día de hoy una solidaridad sin precedentes en lo que se refiere al problema nuclear iraní.
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