El entonces candidato del Partido Liberal se presentaba como un hombre de negocios de centro-derecha con un programa político basado en la ley y el orden.
Cuatro años después, sus criticados planes de consultar a los hondureños sobre la oportunidad de celebrar un referendum que reforme la constitución, permitiendole re elegirse indefinidamente, en una proceso eleccionario que ya se encontraba intervenido por asesores expertos en computación cubanos y venezolanos. Las mismas papeletas que se usarian en la consulta popular, fueron impresas en Venezuela y enviadas en un avión militar de la Fuerza Aérea de Venezuela, lo que desembocó en un golpe que le apartó de la Presidencia del país.
Recién llegado a la Casa Presidencial de Tegucigalpa, Zelaya viró la diplomacia hondureña, que tradicionalmente se había aliado con Estados Unidos, hacia políticas más propias de la izquierda latinoamericana de mandatarios como Hugo Chávez, quien se convirtió en uno de sus más fuertes avales en el continente.
Este apoyo, sumado al de otros líderes como el boliviano Evo Morales o el cubano Fidel Castro, hizo que su propio partido le diera la espalda, censurandolo.
El propio Fidel Castro reconoció su sorpresa ante las políticas de izquierda impulsadas por Zelaya, alguien que, según Castro, "no podía ser acusado de ser marxista ni comunista" dado su historial político conservador y su abultado patrimonio económico.
Estas amistades tensaron incluso las relaciones con EE.UU., un socio preferente para gobiernos anteriores.
LA GRAN POLÉMICA POR EL ALBA
En agosto de 2008, Honduras entró de la mano de Zelaya en la Alternativa Bolivariana para las Américas (ALBA). Zelaya firmó el documento frente a sindicalistas, estudiantes, campesinos, indígenas y simpatizantes de su Partido Liberal. Sin embargo, varios sectores empresariales y el grueso de los principales partidos políticos manifestaron su rechazo al pacto, incluidos los miembros de la cúpula de su propio partido. Molestos por haber realizado el ingreso de Honduras al ALBA sin la consulta previa al Congreso y a su partido.
CRIMEN E INFLACIÓN
Zelaya venció en 2005 a Porfirio Lobo, el candidato del gobernante Partido Nacional, con un 49,90% de los votos frente al 46,17%. Parte de su éxito residía en su promesa de combatir la pobreza y el poder acumulado por algunas pandillas o "maras". Sin embargo, los grandes problemas de Honduras, uno de los países más pobres de Centroamérica, no desaparecieron bajo su mandato, por el contrario, se incrementaron.
El país sigue siendo un importante paso para el tráfico de drogas en el que operan violentas bandas criminales. Y los precios de los alimentos siguieron subiendo.
Otras medidas impopulares desgastaron el activo político de Zelaya. En mayo de 2007, ordenó a las televisiones y radios del país que emitieran propaganda gubernamental durante dos horas al día tras acusarles de dar informaciones injustas sobre su gobierno.
Sin embargo, lo que precipitó la crisis política en Honduras fue la consulta convocada por Zelaya para modificar la Constitución, que fue declarada ilegal por la Corte Suprema y el Congreso de Honduras. A pesar de eso Zelaya insistió violentamente en llevarla a cabo.
No pudo hacerlo. La madrugada del 28 de junio un grupo de soldados lo sacó de la Casa de Gobierno y en un avión lo envió a San José de Costa Rica.
El presidente del Congreso, Roberto Micheletti, fue nombrado por el mismo organismo presidente interino en su lugar.
La comunidad internacional condenó el golpe de estado, e incluso varios países como Estados Unidos cancelaron toda la ayuda económica para el gobierno de facto.
Durante muchos días Manuel Zelaya se mantuvo fuera de su país, al que intentó regresar sin éxito en dos ocasiones hasta que, tras un viaje clandestino de 15 horas desde Nicaragua, apareció en Tegucigalpa, la capital hondureña, este 21 de septiembre.
Cuatro años después, sus criticados planes de consultar a los hondureños sobre la oportunidad de celebrar un referendum que reforme la constitución, permitiendole re elegirse indefinidamente, en una proceso eleccionario que ya se encontraba intervenido por asesores expertos en computación cubanos y venezolanos. Las mismas papeletas que se usarian en la consulta popular, fueron impresas en Venezuela y enviadas en un avión militar de la Fuerza Aérea de Venezuela, lo que desembocó en un golpe que le apartó de la Presidencia del país.
Recién llegado a la Casa Presidencial de Tegucigalpa, Zelaya viró la diplomacia hondureña, que tradicionalmente se había aliado con Estados Unidos, hacia políticas más propias de la izquierda latinoamericana de mandatarios como Hugo Chávez, quien se convirtió en uno de sus más fuertes avales en el continente.
Este apoyo, sumado al de otros líderes como el boliviano Evo Morales o el cubano Fidel Castro, hizo que su propio partido le diera la espalda, censurandolo.
El propio Fidel Castro reconoció su sorpresa ante las políticas de izquierda impulsadas por Zelaya, alguien que, según Castro, "no podía ser acusado de ser marxista ni comunista" dado su historial político conservador y su abultado patrimonio económico.
Estas amistades tensaron incluso las relaciones con EE.UU., un socio preferente para gobiernos anteriores.
LA GRAN POLÉMICA POR EL ALBA
En agosto de 2008, Honduras entró de la mano de Zelaya en la Alternativa Bolivariana para las Américas (ALBA). Zelaya firmó el documento frente a sindicalistas, estudiantes, campesinos, indígenas y simpatizantes de su Partido Liberal. Sin embargo, varios sectores empresariales y el grueso de los principales partidos políticos manifestaron su rechazo al pacto, incluidos los miembros de la cúpula de su propio partido. Molestos por haber realizado el ingreso de Honduras al ALBA sin la consulta previa al Congreso y a su partido.
CRIMEN E INFLACIÓN
Zelaya venció en 2005 a Porfirio Lobo, el candidato del gobernante Partido Nacional, con un 49,90% de los votos frente al 46,17%. Parte de su éxito residía en su promesa de combatir la pobreza y el poder acumulado por algunas pandillas o "maras". Sin embargo, los grandes problemas de Honduras, uno de los países más pobres de Centroamérica, no desaparecieron bajo su mandato, por el contrario, se incrementaron.
El país sigue siendo un importante paso para el tráfico de drogas en el que operan violentas bandas criminales. Y los precios de los alimentos siguieron subiendo.
Otras medidas impopulares desgastaron el activo político de Zelaya. En mayo de 2007, ordenó a las televisiones y radios del país que emitieran propaganda gubernamental durante dos horas al día tras acusarles de dar informaciones injustas sobre su gobierno.
Sin embargo, lo que precipitó la crisis política en Honduras fue la consulta convocada por Zelaya para modificar la Constitución, que fue declarada ilegal por la Corte Suprema y el Congreso de Honduras. A pesar de eso Zelaya insistió violentamente en llevarla a cabo.
No pudo hacerlo. La madrugada del 28 de junio un grupo de soldados lo sacó de la Casa de Gobierno y en un avión lo envió a San José de Costa Rica.
El presidente del Congreso, Roberto Micheletti, fue nombrado por el mismo organismo presidente interino en su lugar.
La comunidad internacional condenó el golpe de estado, e incluso varios países como Estados Unidos cancelaron toda la ayuda económica para el gobierno de facto.
Durante muchos días Manuel Zelaya se mantuvo fuera de su país, al que intentó regresar sin éxito en dos ocasiones hasta que, tras un viaje clandestino de 15 horas desde Nicaragua, apareció en Tegucigalpa, la capital hondureña, este 21 de septiembre.
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