El retorno a Honduras del depuesto presidente Manuel Zelaya y el hecho de haber buscado protección en la embajada brasileña puso a Brasil en una situación "delicada", de acuerdo a una evaluación de asesores cercanos al presidente Luiz Inácio Lula da Silva.
Fuentes del Palacio de Planalto indicaron que el regreso sin previo aviso del líder hondureño no sólo puede complicar las negociaciones con el gobierno interino, sino también ocasionar un "problema" para la diplomacia brasileña, que pasó a tener una responsabilidad "mucho más grande" en todo el proceso.
"En ningún momento Brasil cuestionó la legitimidad de Zelaya y de su pleito por un retorno inmediato al poder, pero su presencia en la embajada brasileña colocó a Brasil en el centro del impasse", le dijo una fuente del palacio presidencial a BBC Brasil.
La evaluación es que al buscar apoyo de la delegación de Brasil en Honduras, Zelaya terminó "imponiendo" a Brasil un papel fundamental que debería ser desempeñado por la Organización de Estados Americanos (OEA). "Estamos en una situación delicada", dijo esta fuente.
En una entrevista la vicecanciller del gobierno interino de Honduras, Martha Lorena Alvarado, acusó a Brasil de inmiscuirse en su país y aseguró que de existir un derramamiento de sangre, "el gobierno brasileño será responsable".
Hace dos meses, cuando Zelaya hizo su primer intento de regresar a Honduras, el presidente Lula le deseó "suerte" por teléfono, pero agregó que "no podría evaluar" la decisión de Zelaya de entrar en el país en esas circunstancias.
En julio, Lula defendió la legitimidad del depuesto presidente, pero dejó entrever que el intento de regresar a Honduras había sido un error.
El mandatario brasileño señaló que la OEA acababa de suspender a Honduras y que "el mismo día intentó regresar", sugiriendo que el hondureño se había precipitado.
Uno de los temores del Palacio de Planalto es que Zelaya aún no cuente con el apoyo suficiente dentro del país para sustentar su retorno al poder.
A pesar de cuestionar la decisión de Zelaya, un diplomático brasileño dijo que el gobierno no considera la hipótesis de suspender el apoyo al depuesto presidente. "Su entrada es un hecho consumado y Brasil no puede retractarse de su apoyo a Zelaya. Ahora debemos trabajar para conseguir el mejor resultado posible", dijo la fuente.
El canciller brasileño Celso Amorim indicó, en una conferencia de prensa el lunes en Nueva York, que la presencia del líder de Honduras en el país "puede facilitar el diálogo" y así precipitar una solución al impasse político en el país.
La expectativa es, según un diplomático brasileño, que este nuevo hecho termine "exponiendo" las dificultades políticas del gobierno interino.
El martes, el gobierno de Honduras cortó el suministro de agua, electricidad y teléfono de la embajada de Brasil, donde Zelaya se encuentra alojado.
La evaluación del gobierno brasileño es que, dado el empeoramiento de la situación, la salida al impasse pasó a depender "todavía más" de Estados Unidos y la OEA.
Amorim dijo que ya accionó esos canales y que le pidió al embajador brasileño en Washington que entre en contacto con las autoridades estadounidenses.
"En ningún momento Brasil cuestionó la legitimidad de Zelaya y de su pleito por un retorno inmediato al poder, pero su presencia en la embajada brasileña colocó a Brasil en el centro del impasse", le dijo una fuente del palacio presidencial a BBC Brasil.
La evaluación es que al buscar apoyo de la delegación de Brasil en Honduras, Zelaya terminó "imponiendo" a Brasil un papel fundamental que debería ser desempeñado por la Organización de Estados Americanos (OEA). "Estamos en una situación delicada", dijo esta fuente.
En una entrevista la vicecanciller del gobierno interino de Honduras, Martha Lorena Alvarado, acusó a Brasil de inmiscuirse en su país y aseguró que de existir un derramamiento de sangre, "el gobierno brasileño será responsable".
Hace dos meses, cuando Zelaya hizo su primer intento de regresar a Honduras, el presidente Lula le deseó "suerte" por teléfono, pero agregó que "no podría evaluar" la decisión de Zelaya de entrar en el país en esas circunstancias.
En julio, Lula defendió la legitimidad del depuesto presidente, pero dejó entrever que el intento de regresar a Honduras había sido un error.
El mandatario brasileño señaló que la OEA acababa de suspender a Honduras y que "el mismo día intentó regresar", sugiriendo que el hondureño se había precipitado.
Uno de los temores del Palacio de Planalto es que Zelaya aún no cuente con el apoyo suficiente dentro del país para sustentar su retorno al poder.
A pesar de cuestionar la decisión de Zelaya, un diplomático brasileño dijo que el gobierno no considera la hipótesis de suspender el apoyo al depuesto presidente. "Su entrada es un hecho consumado y Brasil no puede retractarse de su apoyo a Zelaya. Ahora debemos trabajar para conseguir el mejor resultado posible", dijo la fuente.
El canciller brasileño Celso Amorim indicó, en una conferencia de prensa el lunes en Nueva York, que la presencia del líder de Honduras en el país "puede facilitar el diálogo" y así precipitar una solución al impasse político en el país.
La expectativa es, según un diplomático brasileño, que este nuevo hecho termine "exponiendo" las dificultades políticas del gobierno interino.
El martes, el gobierno de Honduras cortó el suministro de agua, electricidad y teléfono de la embajada de Brasil, donde Zelaya se encuentra alojado.
La evaluación del gobierno brasileño es que, dado el empeoramiento de la situación, la salida al impasse pasó a depender "todavía más" de Estados Unidos y la OEA.
Amorim dijo que ya accionó esos canales y que le pidió al embajador brasileño en Washington que entre en contacto con las autoridades estadounidenses.
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