«Somos la misma cosa», dijo el general cubano Raúl Castro cuando pasaba revista a los oficiales venezolanos en su última visita a Caracas tras la reunión de la Alianza Bolivariana (ALBA), hace un mes.
Sin embargo, su anfitrión, Hugo Chávez, le corrigió: «Somos la misma patria», haciendo valer su afinidad con el lema inmortalizado por el comandante en jefe Fidel Castro: «Patria o muerte, venceremos». La frase de identidad y similitud compartida por los dos aliados viene a confirmar la fuerte y sistemática presencia militar cubana y su influencia en el alto mando de la Fuerza Armada de Venezuela, denunciada recientemente por el general Antonio Rivero González, ex director de Protección Nacional de Defensa Civil. Una alianza que se ha acelerado en los últimos meses: hasta 20 altos oficiales -coroneles y generales- están incrustados en el Ejército venezolano, ocupando puestos claves.
El matrimonio de conveniencia entre los regímenes es denominado como «el milagro de la Viagra» por la analista venezolana Elizabeth Burgos -ex esposa del escritor y filósofo francés Regis Debrais, amigo íntimo de Fidel Castro-. Burgos señala que los hermanos Castro han encontrado en Chávez «el sostén financiero después del derrumbe de la URSS», no es solo un aliado más.
Ésta no es la primera vez que el régimen castrista intenta acaparar los recursos económicos y energéticos de Venezuela y convertir la patria de Simón Bolívar en su punta de lanza para su proyecto continental. «En los años 60, Fidel Castro intentó tres veces invadir las costas venezolanas», recuerda el vicealmirante Iván Carratú, ex director del Instituto de Altos Estudios de Defensa Nacional.
Lo que Cuba no logró en los años sesenta en Venezuela, ahora lo está consiguiendo sin pegar un solo tiro. Esta vez «el Ejército cubano no nos ha invadido, en el sentido literal de la palabra. La sumisión del chavismo no es consecuencia de una derrota militar, tampoco existen condiciones en el mundo que justifiquen una alianza de esta naturaleza», explica el analista Manuel Felipe Sierra.
La penetración cubana se intensificó en 2007 con la reforma de la Ley Orgánica de las Fuerzas Armadas Nacionales, que politiza el sector militar venezolano e incorpora el concepto de «las milicias populares» con el fin de defender a su máximo líder.
Oficialmente Chávez sostiene que la presencia cubana no pasa de 30.000 agentes. Sin embargo, otras cifras oficiales hablan de 60.000 cubanos distribuidos en áreas claves como seguridad, inteligencia, asesoramiento policial y militar, control de los sistemas de registro de identidad, pasaportes y notarías.
También la importación de alimentos está en manos de los cubanos, incluidas las 70.000 toneladas de comida que ha llegado a los puertos venezolanos. Y el aeropuerto caraqueño de Maiquetía recibe dos vuelos diarios de cubanos como si fueran «fantasmas» por la falta de registro oficial.
Como la KGB o Stasi
Más que ideológica, la relación entre Chávez y los Castro es simbiótica. Nace de las necesidades de ambos regímenes. «El plan de perpetuarse en el poder de Chávez necesita de una estructura de seguridad y espionaje cultivada durante 50 años por la KGB soviética y la Stasi alemana y con sobrada experiencia en actividades contra la CIA. Eso lo tiene Cuba», señala Sierra.
Con el suministro gratuito de 95.000 barriles diarios de petróleo, Chávez le garantiza la prolongación al agónico fidelismo. Además, a medida que baja en los sondeos la popularidad de Chávez -como sucede ahora por la crisis económica: el 66% de los venezolanos afirma estar totalmente insatisfecho con su gestión-, el mandatario venezolano «necesitará cada vez más ayuda de los cubanos para consolidar su proyecto totalitario». Una simbiosis en torno al «Patria o muerte». Y es que Castro y Chávez quieren que Cuba y Venezuela sean la misma «cosa».
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