Mitómano, megalómano, fabulador, compulsivo, narcisista, carismático, seductor, envidioso, carente de escrúpulos. Éstos son algunos de los rasgos que psiquiatras venezolanos atribuyen a su presidente Hugo Chávez, quien ya lleva casi doce años en el poder... sin contar «los que faltan». Y, pese a que ningún otro presidente constitucional anterior estuvo más de diez años en el poder, él ya va camino de presentarse en las presidenciales de 2012.
*Ludmila Vinogradoff
Por lo pronto, él mismo dirige la campaña electoral de las elecciones legislativas que se celebrarán el próximo 26 de septiembre, por más que las normas legales se lo prohíban.
Pero justamente transgredir las normas establecidas -como encabezar la campaña de sus candidatos a diputados, abusar de los recursos del Estado y convertir las elecciones legislativas en un plebiscito- es otro de sus marcados rasgos de personalidad resaltados por los especialistas consultados: la necesidad de llamar la atención.
«Es una persona que necesita de constante admiración; muestra preocupación por sus fantasías de poder, parece desconocer el sentido del límite, no tiene noción de lo que es proporción, se cree especial o único, no hay institución que merezca su respeto y requiere de admiración excesiva y siempre públicamente», sostiene la psicóloga y psicoterapeuta María Bustamante.
Para indagar en su conducta hay que remontarse a aquellos días de febrero de 1999 en los que toma posesión de la presidencia, cuando Gabriel García Márquez escribe su famoso artículo «El enigma de los dos Chávez»: «Uno a quien la suerte empedernida le ofrecía la oportunidad de salvar a su país, y el otro, un ilusionista, que podría pasar a la Historia como un déspota más».
Muchos le darían el Oscar a la mejor actuación como político en Venezuela. Por algo gusta de invitar a estrellas de Hollywood como Oliver Stone, Sean Penn y Danny Glover con los que se codea casi como si estuviera entre colegas de una misma profesión: la del político-actor.
Su vocación por las artes interpretativas nace en la propia Academia Militar, donde hizo sus pinitos en el teatro. Así lo recuerda para ABC el coronel Orlando Suárez, ex director de Presupuesto del Ministerio de la Defensa, y antiguo profesor de Chávez: «Una vez ya participó en un grupo teatral de la academia haciendo el papel del general José Antonio Páez. Tiene dotes histriónicas naturales exacerbadas por su tendencia narcisista, aunque antes era tímido y retraído».
Una opinión no muy favorable es la del coronel Suárez, quien recuerda cómo, cuando le daba clases de paracaidismo en 1983 y 1984, Chávez «se ponía blanco de miedo en el momento de saltar. Siempre buscaba una excusa para no hacerlo. Es un cobarde por naturaleza». En la Academia Militar siempre estuvo en los últimos lugares de la promoción, señala. «Fue reprobado en el curso de Estado Mayor. Tuvo que repetir el año para poder graduarse. Y sólo lo consiguió gracias a las influencias de su padre con el ex presidente Rafael Caldera». El coronel Suárez considera que Chávez «está más tostao (loco en términos venezolanos) que el ecuatoriano Bucaram»(ex presidente de Ecuador a quien expulsaron del poder por sus «excentricidades»).
La psicóloga Bustamante destaca el carácter de «benemérito» y «caudillo» de Chávez. Crea expectativas irracionales para ser tratado como alguien especial a quien se le debe ciega obediencia. «Convierte en despreciables adversarios a todos los que piensan distinto a él y casi siempre habla desde una posición altiva y en tono majestuoso ». El móvil más fuerte de su conducta es la exclusión. «Es envidioso -y siente que otros lo envidian- y tiene actitudes arrogantes, soberbias y altivas».
Señala Bustamante cómo el presidente venezolano «despliega expresiones cambiantes y muy superficiales, usa la apariencia física o el atuendo para llamar la atención y tiene un estilo de discurso excesivamente expresionista».
El profesor de Psicoanálisis y Psicoterapia de la Universidad Central de Venezuela, Eloy Silvio Pomenta, nos explica que, en una persona corriente, un carácter marcado por el narcisismo no tiene por qué causar gran trastorno social. Pero cuando se trata del jefe de Estado de un importante país petrolero, que posee además altas capacidades de seducción y manipulación de masas, que posee su pequeña corte intelectual y que atrae a líderes políticos y económicos que acuden a él con fines lucrativos, entonces las repercusiones pueden llegar a ser catastróficas.
Pomenta menciona ocho rasgos del trastorno de personalidad narcisista que padece Chávez: grandiosidad, exhibicionismo, sensación de omnipotencia, fragilidad de la autoestima (con crisis depresivas), incapacidad de amar (como toda la carga afectiva está concentrada en el propio ego, no hay disponibilidad afectiva para los demás), desenfoque de la realidad, cólera y envidia destructiva de cuanto no está a su alcance.
Según el médico psiquiatra Luis José Uzcátegui, autor de «Chávez el mago de las emociones», el mandatario «se ha entrampado en una estructura psicológica totalmente caduca: me refiero a Fidel Castro que es algo catastrófico. Ningún país puede funcionar con esquemas tan atrasados».
Señala asimismo que varios de los rasgos de Chávez se «contagian» a sus acólitos y seguidores. «Lo importante es que estos procesos psicopolíticos se desarrollan según la pauta que ya estamos viendo: alto desgaste e ineficacia».
El 15 de enero de 2010 Chávez se declara oficialmente marxista aunque asegura no haber leído en su vida un libro de Carlos Marx. Si lo hubiera dicho once años antes, pocos habrían votado por él y no estaría hoy en Miraflores. Su proyecto «socialismo del siglo XXI», que el mes pasado Fidel Castro calificó de comunista, fue rechazado en el referéndum de 2007, pero él sigue en ello erre que erre.
«Ahí está el peligro. Hay un tipo de socialismo que es sólo para los antisociales. Inventan un socialismo propio para mantenerse en el poder. Chávez ejerce una dictadura moderna, actualizada a estos tiempos », opina Uzcátegui.
El partido socialdemócrata Acción Deocrática, AD, intentó en 2005 acusar a Chávez de «insania mental», que, según la Constitución, puede ser motivo para retirarlo de la presidencia, pero ni el Tribunal Supremo de Justicia ni la Fiscalía General admitieron el caso. Poco antes, en 2002, el entonces presidente de la Sociedad Venezolana de Psiquiatría, SVP, Franzel Delgado Senior alertó al país del trastorno de personalidad que presentaba Chávez.
En declaraciones a ABC, Franzel acusa a Chávez de dirigir una especie de secta, «un movimiento, que exhibe una devoción excesiva a una persona, idea o cosa y que emplea técnicas antiéticas de manipulación para persuadir y controlar; diseñadas para lograr las metas del líder». Y concluye: «Los psicópatas le temen mucho a las acciones contra su persona. Hablan de magnicidios. No les gusta que lo llamen dictador. Pero yo al nuestro no le veo un final democrático. Lo veo como a cualquier otro dictador».
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