Soy una escéptica respecto de la reciente medida tomada por el gobierno cubano. Tal como se han dado los hechos, dudo mucho que la liberación de los presos de conciencia sugiera un debilitamiento del régimen represivo de ese país.
Yesenia Alvarez Temoche
Con más de cincuenta años de una férrea dictadura la palabra “Cambio” le queda grande al gobierno cubano, más si pretende convencer a la comunidad internacional que estas iniciativas son gracias a su benevolencia, pues aún no se ha hecho ningún esfuerzo por cambiar profundamente el sistema autoritario que rige la isla.
Siempre es motivo de alegría que personas injustamente encarceladas retomen su libertad. Por ese lado es un hecho positivo irrebatible y las gracias no se deben a la supuesta “magnanimidad” del gobierno de los Castro sino a sacrificios provenientes de los diferentes grupos disidentes de la sociedad civil cubana.
Los Castro se burlan de la comunidad internacional cuando quieren mostrar que están dando pasos positivos sin intentar cambiar un ápice su régimen. Un cambio profundo implicaría el cambio de las leyes, que aún siguen permitiendo la vulneración de los derechos más fundamentales de los cubanos como el poder expresarse, reunirse, asociarse, emprender un negocio, entrar y salir de su país, etc. Libertades básicas y derechos fundamentales son sistemáticamente conculcados en Cuba con el beneplácito de la ley. Además, aún se puede encarcelar a los cubanos por “peligrosidad” basándose en la sola sospecha de que podrían cometer un delito en el futuro. Así, el Estado Socialista está por encima de los derechos y garantías de los cubanos, tanto así que el ejercicio de sus derechos implica la comisión de un delito, pues artículos como éste predominan en la normatividad cubana:
“Ninguna de las libertades reconocidas a los ciudadanos puede ser ejercida contra lo establecido en la Constitución y las leyes, ni contra la existencia y fines del Estado socialista, ni contra la decisión del pueblo cubano de constituir el socialismo y el comunismo. La infracción a este principio es punible”. (Artículo 62 de la Constitución Cubana)
En consecuencia, no puede hablarse de cambio cuando aún siguen vigentes las mismas normas que llevaron injustamente a la cárcel a los que ahora se están liberando, cuando aún pueden ir a la cárcel cualquiera que intentara pedir una transición democrática como lo hicieron los 75 opositores de la Primavera Negra.
En mi opinión, la forma cómo han sido liberados los presos de conciencia, confirma el autoritarismo al que está acostumbrado el gobierno en su intento de reprimir y desarticular la disidencia en la isla. Libera a los presos de conciencia con la condición que se vayan de la isla. A los excarcelados no les está permitido quedarse, y además una vez afuera si quisieran volver tendrían que pedir una autorización al gobierno. Lo meritorio sería la libertad plena, que los excarcelados decidan qué hacer con su libertad. Claro, al gobierno cubano no le conviene que se queden porque estas personas ya intentaron una transición democrática.
Como expresa Andrés Oppenheimer, “Cuba tiene una larga historia de usar a sus presos políticos como fichas de negociación. Libera un puñado de presos cada tanto a cambio de concesiones económicas o diplomáticas, para más tarde arrestar la siguiente tanda de disidentes”
Hoy, Cuba busca que los países europeos abandonen su posición común frente a la dictadura. Por eso la mediación del canciller español Miguel Ángel Moratinos, que tan pronto se anunció que se liberaría a los 52 presos políticos señaló que “ya no hay ninguna razón para mantener la posición común de Europa con respecto de Cuba”
Para nadie es un secreto lo que buscaba el gobierno cubano a cambio de la liberación de los presos políticos. Con las declaraciones de Moratinos, la cuestión queda más clara aún. Sin embargo la libertad no puede darse en migajas. Hoy más que nunca la comunidad internacional está consciente de lo que aquí se ha querido intentar: Un taimado Raúl Castro, buscó conseguir que se levante la posición común europea, dando a entender que se están haciendo cambios al liberar a sus presos políticos, y consiguiendo –de paso- que la presión internacional disminuya y que la disidencia interna se repliegue. Esta vez, nadie le creyó, ni le creerán. Eso sí, Castro se equivoca si piensa que con esto, la presión y los esfuerzos por una Cuba libre cesarán, al contrario tomarán más fuerza y no doblegarán sus esfuerzos hasta conseguir la democracia y la libertad en la que quieren vivir.
Al cierre de este artículo un grupo de activistas de la campaña internacional “Yo acuso al gobierno cubano” eran arrestados mientras que una nueva ola represiva se ha puesto en marcha por el régimen castrista en vísperas de la celebración del aniversario 57 del asalto al cuartel Moncada, una de las fiestas que la dictadura celebra el 26 de julio. La bloguera Yoani Sánchez expresaba en su Twitter que varios de sus amigos eran advertidos de no salir de sus casas hasta pasado el 26 de julio.
Más de las mismas represiones de siempre, por lo tanto no hay una nueva etapa en Cuba, la habrá cuando las leyes no conculquen derechos, y cuando se permitan espacios de discusión y participación libre de sus ciudadanos. Si bien es cierto no estamos ante una nueva etapa en Cuba, ni ante una voluntad del gobierno por cambiar las leyes, sí hay una valiente y fortalecida oposición decidida a conseguirlo. Hoy somos testigos de una vieja dictadura sin voluntad de cambio pero también de una oposición cubana cada vez más fuerte.
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