Lo mencionaron algunos parlamentarios de la coalición político gobernante Alianza y, según versiones de prensa, el propio Presidente Sebastián Piñera teme el escenario: que el gobierno argentino de la Mandataria Cristina Fernández levante el tema de Campo de Hielo Sur para enfrentar complicaciones de carácter interno.
Y al ver el panorama argentino, no suena descabellado. Si bien las últimas encuestas le dan un pequeño repunte, los últimos dos años la popularidad del matrimonio presidencial argentino va a la baja. A lo que se le suma un Congreso adverso, y peleas a muerte con los principales medios, el campo y líderes opositores, todo enmarcado en un oscuro horizonte de cara a las próximas elecciones presidenciales de octubre de 2011, hacen que cualquier posibilidad de revertir esta situación luzca interesante. Si bien hay grandes diferencias, dentro de este mismo tipo de "salvavidas" cabría también el reflote de la aspiración argentina sobre las islas Malvinas, tal como lo planteó Fernández en la Cumbre entre la Unión Europea (UE), América Latina y El Caribe, y que fue rechazado de plano por el nuevo gobierno británico. Si en efecto hay segundas intenciones detrás de estas jugadas, "me parece que sería irresponsable, sería jugar con fuego", estima Vicente Palermo, especialista en temas de las Malvinas. Considera que si los Kirchner actúan en esa dirección, lo estarían haciendo en base a malas informaciones, ya que, en su opinión, hoy temas como las Malvinas no pesan mucho en la sociedad argentina. "Más allá de eventuales irresponsabilidades, me parece que este tipo de cosas no suscitan adhesiones populares", estima.
Política improvisada
Sin embargo, admite que en cuanto a política exterior, "Argentina improvisa, actúa pensando en el corto plazo y eso tiene consecuencias para el país. La imagen de Argentina en el mundo es mala, hay conflictos, situaciones tensas y asperezas por todas partes". Sin ir más lejos, hace un mes La Haya falló a favor de Montevideo una disputa que la Casa Rosada llevó hasta ese tribunal internacional por la instalación de una planta de celulosa en la ribera uruguaya del río Uruguay. "Salomónicamente", el fallo incluyó un gesto hacia Buenos Aires, y culpó a Montevideo de cometer falta al no informar a sus vecinos sobre la construcción de la pastera. "Esa fue una situación de la que el entonces Presidente Néstor Kirchner utilizó con fines de aprovechamiento político, y que si bien ya hubo resolución de La Haya, aún no se soluciona totalmente ya que continúan las protestas en Gualeguaychú", indica el analista político Carlos Germano.
Por el lado chileno, la situación también es compleja, ya que no fue el Ejecutivo argentino quien levantó el tema de Campo de Hielo, si no que surgió desde la comitiva de Piñera en la reunión de Madrid, según versiones de prensa. El diario Clarín fue un poco más allá y se cuestionó por qué el Ejecutivo chileno dio a conocer esta situación, considerando un punto en particular. "En los noventa un desconocido gobernador de Santa Cruz llamado Néstor Kirchner fue el factor interno más duro que obligó al canciller menemista Guido di Tella a sepultar la línea Poligonal y negociar el acuerdo de 1998". Efectivamente, ese año hubo esfuerzos de los Congresos de ambos países para superar la situación, pero fueron rechazados por un grupo de congresistas argentinos liderados por Cristina Fernández, quien entonces era diputada, y su esposo, Néstor Kirchner, entonces gobernador de Santa Cruz. Ambos exigían que la controversia se resolviera mediante un arbitraje, pues, a su juicio, la mayor parte del territorio en disputa era argentino. El propio Kircher confirmó hace poco que peleará nuevamente por la Presidencia el próximo año, pero las encuestas ni la opinión pública lo respaldan mucho. Varios sectores han señalado que jugadas como su aspiración (que finalmente se concretó) de dirigir el bloque regional de Unasur apuntarían precisamente a relanzar su decaída figura. "Si el kirchnerismo quiere utilizar un tema de política exterior con una postura agresiva, usará Malvinas y no Chile. Pero con Malvinas no es seguro que la opinión pública vaya a embarcarse en él", opina el analista político Rosendo Fraga.
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