“Los musulmanes dividen el mundo en dar-el-islam y dar-el-harb; tierra de paz y tierra de guerra”
*Samuel Huntington[1]
*Ivan Witker[2]
Resumen
La penetración iraní en América Latina responde a la decisión política de Teherán de demostrar capacidad internacional. En 2008 inició una ofensiva hemisférica basada en acercamientos político-diplomáticos, apoyo a comunidades shií, y una asociación discursiva fuertemente anti estadounidense con sus interlocutores locales, Venezuela (+ ALBA), los cuales se han mostrado especialmente receptivos, aunque por motivos diferentes. El éxito de la estrategia iraní lo corrobora la posterior apertura brasileña. Chile y Argentina representan más bien una anomalía. Forman parte del interés iraní en la región, pero ninguno de los dos manifiesta disponibilidad. A diferencia de Brasil y del ALBA, ni Chile ni Argentina buscan por medio de la “carta iraní”, influir o demostrar capacidades internacionales. Incluso, la relación con Argentina, alguna vez promisoria, hoy se encuentra destrozada, producto del involucramiento de Teherán en el caso AMIA. Esta impasse, irreversible, y la preeminencia de la comunidad judía, ponen a la seguridad como tema condicionante de la relación Irán-Argentina. Chile ha tenido una relación históricamente cautelosa. Compras de petróleo e intentos de ventas de armas marcaron los 80. Tímidas inversiones petroleras, los 90. Entre Santiago y Teherán hay un vínculo de dinámica unilateral, donde no se palpa la finalidad de Teherán de haber incluido a Chile en su despliegue hemisférico.
In cauda venenum: Irán-América Latina
La expansión iraní en América Latina tiene un solo objetivo: demostrar capacidad internacional. Capacidad para llevar su mensaje religioso y visión del mundo terrenal, para articular nuevos aliados e influir, pero, ante todo, para merodear en las cercanías mismas de quien ve como su principal enemigo, los EE:UU. Pari passu, la gran receptividad de parte de Venezuela y sus liliputienses aliados del ALBA, así como en los últimos meses también de parte de Brasil, responde a un impulso político-táctico análogo. Inmersos en sus respectivas cosmovisiones, aquellos países grandes y pequeños de América del Sur, que se muestran receptivos a los guiños de Teherán, más allá de su tamaño, su historia, sus posibilidades reales de influir en las grandes configuraciones globales, y probablemente en un estado de ignorancia supina respecto al significado de Irán en el mundo de hoy, buscan demostrar, mediante este exótico contacto, que algo pueden hacer en el plano internacional. Para Venezuela y sus cófrades del ALBA, ser parte de la expansión iraní -en tanto uno de los grandes elementos perturbadores de la post Guerra Fría- alimenta sus ignívomos discursos anti estadounidense; o antiimperialista en la retórica chavista y evista. Por lo mismo, más que cogitaciones con los ayatollas acerca del sentido de la espiritualidad o la trascendencia en el Islam, prefieren palmotadas, jocosidad y exposición mediática junto a Ahmedinejad, el emblemático representante del mal. Así, Venezuela y los diminutos ALBA se sienten parte activa del mundo político de hoy.
En consecuencia, desde hace ya algunos años es materia de discusión entre políticos, académicos y especialistas en Defensa, Seguridad e Inteligencia la activa y creciente presencia de Irán con América Latina. Se debate acerca de su profundidad y alcance, sus razones, naturaleza e impacto en general.
Todo indica que se trata de una estrategia de penetración llena de singularidades. No sólo por la periferalidad de América Latina. Y es que los antecedentes históricos tampoco entregan elementos indiciarios de que la expansión iraní a esta zona del mundo fuese esperable en esta época. Desde luego que están quienes argumentan que en un mundo crecientemente multipolar y multicivilizacional, los contactos entre naciones, etnias y tribus dejarán crecientemente de ser esporádicos para tornarse más y más frecuentes. Sería algo propio del mundo globalizado. Persas y latinoamericanos (tanto indígenas como las protonacionalidades postcoloniales), pese a haber estado separados en el tiempo y el espacio, estarían encontrando en la actualidad motivos para una cierta convergencia. Las causas y motivaciones de la penetración iraní deben ser encontradas, pues, en el ámbito de la política.
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